Los propósitos del 2013


Parece un poco tarde para meditar, mencionar y escribir propósitos de nuevo año, incluso cuando mi intención no era hacerlo, pero esas maripositas revoloteaban sobre mi cabeza y el ruido de las alas me provocaban remordimientos, pesaba esa carga en mi conciencia.
La verdad es que la retahíla de propósitos manidos de siempre no me inspiraba. Mucho menos la idea de comenzarlos porque está comenzando el año y para Semana Santa ya se me ha olvidado y por el mismo remordimiento, dos meses después buscar la lista que hice la noche vieja y recordarlos.


Bajar de peso (lo cual debo hacer pero no por las mismas razones), capacitarme sobre todo para tratar de alcanzar una mejor posición o un empleo mejor en otro lugar, viajar (eso podría repetirse), turismo interno?, compartir mas?, etc. Quizás debería sacarse copia a la lista del año anterior, cambiar la fecha, algo por aquí , otro tanto del otro lado y listo.



Me niego. Me parece antichévere, poco divertido y nada creativo que siempre repitamos los mismos propósitos.



Además, esa lista que implica un monto, normalmente considerable, que debe ser erogado, implica también una dificultad, especialmente en tiempos de austeridad como el que de manera involuntaria estamos atravesando y que progresivamente se hace mas y mas difícil.
Y hoy, no se si por gracia divina de la Señora patrona de este pueblo, o por el ejercicio especial de meditación que vengo realizando desde que inició este 2013, el cual aparentemente tenía un propósito   pero ha ido ampliando mis perspectivas hacia otras intenciones y que tenía como tiempo límite justo el día de hoy. Y lo he visto con mayor definición, tengo nuevos propósitos, parecen viejos, pero son diferentes.



Quiero seguir regando mis plantas cada mañana, o en las noches, sin horario obligado, tal y como lo hago, pero no de manera automática, sino con un sentido especial.  Quiero llenar mi terraza de hojas verdes y flores multicolores, me conecta, con mi interior y con el universo, me llena de esperanzas, me motiva a envolver en luz todo lo que me rodea. En términos realistas implica que debo comprar mas tarros, mas plantas, mas flores, pero es un gasto que bien programado y en algunos casos pidiendo colaboración, no afecta de manera apabullante el presupuesto.



Nuevamente voy a pedir una bendición especial por mi hermano, que tuvo la visión de regalarme por mi cumpleaños un nuevo equipo de sonido, justo lo que necesito, ni mas ni menos. La alegría serena que me provoca seleccionar lo que me gusta oír no tiene palabras, entonces, después de haber pasado meses en silencio, recupero mi espacio con la música, mi conexión. Volviendo a lo básico y como me gusta muy poco "bajar" música por internet, una pequeña cuota de 10 o 15 dólares al mes o cada dos meses, para adquirir lo que me gusta no representa una carga, digo yo.



Tengo un blog, aquí donde escribo porque me gusta hacerlo, pero le doy poco calor y eso que es gratuito. Me propongo contar mas cosas, por lo menos una vez al mes (y sé muy bien que podrían ser mas veces) y compartir con mi pequeño y exquisito público algunas de esas mariposas que me revolotean en el pecho. Presupuesto cero, solo tiempo e inspiración. Esperemos que sea pan comido.



Hablando de comida, una pasión, no por los sabores que por supuesto llenan el espíritu de alegrías, sino por la inspiración de prepararla.  Lamentablemente el sentido común y el presupuesto quincenal no me permiten sobrepasar los cálculos como para que con frecuencia pueda deleitar a algunos de los comensales que siempre están en la disposición de probar casi todo lo que puedo crear con mis manos (excepto en casos específicos el risotto y sus variedades).



Ahí no hay mucho que pueda hacer. En todo caso seguiré experimentando aquello de elevar a gourmet lo simple y económico, además de que me gustaría hacer algunos cursos. La idea es seguir conectada con mi lado culinario, la pasión por la cocina.



Otra cosa que me gusta hacer, quizás pocos lo saben, es pintar. Y algo empezaré a hacer, en algún momento. Un propósito que busca expresar mi interior pero sin obligación, además sin la certeza de que quedará bien, pero con la idea de descubrir hasta donde puedo llegar.



Quisiera poder escribir que pretendo caminar mas por el malecón, pero abunda la inseguridad y no me voy a poner a disposición de los peligros. Ocasionalmente trataré de dar algún paseo y respirar el salado del mar un poco mas de cerca.



Me gustaría pasear también con mis hijos, pero ese es un propósito que implica a otros y no debo disponer del tiempo o los deseos de los demás. Además sus personalidades son diferentes y conciliar entre ellos es un poco mas complicado, sin mencionar que a mi misma hay que empujarme para salir del Palacio. Pero lo tendré presente durante el año, por supuesto, cuando las condiciones lo permitan.



Hay otras ideas de cosas que puedo hacer este año, pero que no me voy a comprometer ni conmigo misma ni publicándolas. Buenas intenciones, lo aseguro.



Son propósitos simples, cotidianos, que podrían considerarse parte de la rutina, pero que se escapan con facilidad.



Tengo intenciones nuevas y otras renovadas para este nuevo año.

Algunas Sombras Grises


De: Angela Lora
Fecha: 22 de octubre de 2011, 12:45 AM
Para: quien me pueda leer.
Asunto: Algunas sombras grises
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Definitivamente, ni Iconos, de Marc Anthony,  es el disco apropiado para terminar una lectura como ésa, ni éste es el libro apropiado para emociones contradictorias como las que me agobian en este momento.
Ciertamente que toda ha sido un galimatías. ¿Por qué el libro no ha tenido en mí el mismo efecto que ha producido en el 95% de las personas que lo han leído?  ¡Eso es un montón de gente!!

Desde el principio sospeché que algo no andaba bien.  ¿Cómo es posible que aun habiendo leído los argumentos del libro desde el mismo momento en que inicia su boom literario me resista a leerlo? Yo, Una lectora furibunda.  Encubierta bajo el escudo de ¨quiero tenerlos los tres¨, ¨no puedo adquirirlos ahora¨, ¨no tengo prisa¨.  Claro que mi piel sentía que mi reacción no sería igual que lo ocurrido a las demás personas.
Recibo el libro dos y el tres juntos y con la excusa de esperar el primero, que ya me habían prometido, retraso el recorrido por las letras de este lujurioso viaje.

Entonces llega este encuentro temido y esperado a la vez.
Invento más excusas, lo que sea, mucho trabajo, la luz de la lámpara es muy tenue para leer de noche, una nueva tecnología que me entretiene, lo que sea.  Parece normal pero muy en lo profundo de mi sé que no es así.  Nuevamente no hay más excusas, es inaplazable y me enfrento a los juegos de placer y dolor aún si saber que de esa combinación se trataba la lectura.

Ya es inminente, no hay escapatoria y comienzo vagamente, tímidamente y con la certeza de que pronto acabaré con la duda de lo que realmente sucederá, no en el libro, sino conmigo.

Y para suavizar la inquietud de lo desconocido se me ocurre recostarme en mi cómodo sillón  a las 8 de la mañana de un sereno domingo y buscar en mi música algo suave, que tranquilice mis preocupaciones y me vaya transportando.  Espero que la selección me guíe apaciblemente a lo que temo sin conocer.  Elijo un disco de Guadalupe Pineda: Arias de Opera, y lo acompaño con una taza grande de café.  Comienza a sonar Mon Coeur S´Ouvre a ta voix, me tranquilizo, hasta que mi lectura despliega ante mis ojos a un apasionado de la música ecléctica como yo, que muestra de entrada un gusto por la ópera que siempre trato de ocultar.
Y las páginas se van sucediendo una tras otra, las canciones van pasando, las emociones aflorando, pero yo también frunzo el ceño ¿Porqué no estoy sintiendo el ardor que han sentido las demás? ¿Por qué siento este desasosiego? ¿Por qué en vez de ser parte de la escena e imbuirme en el personaje, como hago siempre, en su placer, lo que siento es una opresión en el pecho?
¡Lo que estoy sintiendo es su dolor, no su placer!
Esto no va bien, no es como debería ser.  Me detengo, en el trayecto de este viaje a las pasiones hormonales y emocionales de una mujer que se ha guardado para el hombre adecuado he parado para tomar agua 5 veces. La música ha sido variopinta, ecléctica de verdad, de la voz de Guadalupe he pasado a la de Charles Aznavour, tocando a Rumer, sucumbiendo ante Simone sin dejar atrás a Pancho Céspedes.  Todavía no es el momento de Tracy Chapman ni de Coldplay.

Otra vez me detengo, tengo que hacerlo, quiero hacerlo, doy gracias a que los instintos básicos de mis hijos me reclaman, hay que alimentarlos.  Una breve pausa le hará bien a las contradicciones de mi espíritu, me traerá de nuevo a la realidad, moro de guandules con coco, pescado con tocineta en salsa de hongos, nada de ensaladas para ellos y un rico aguacate para mí.

Excelente, reconfortante, no ha quedado nada, ha sido un manjar que ellos han disfrutado. He sido gratificada al verlos repetir y dejar sus platos limpios.

El retorno ha sido más calmado, en control.  Hay que crear nuevamente el ambiente: el sofá es indescriptiblemente cómodo, todo el que ha tenido la oportunidad de acurrucarse en el coincide conmigo, es agradablemente confortable y envolvente.  Me doy cuenta que en realidad tengo la esperanza de que ese confort me hipnotice y pueda dormirme. Pero no reparo en que últimamente no lo he podido lograr, por más placentero que resulte.
Continúo la lectura, ya está claro el ámbito, ella conoce los términos del contrato, yo también y me atemorizo al igual que ella, pero no es lo mismo que ella lo que me produce miedo, es esa sensación de tener algo y no tener nada, que sea sólo humo e ilusión, no sentirme a la altura, dejarme envolver por la pasión, en la lujuria que también reclama mis entrañas y que se expresan en la humedad de mi sexo, en al ardor de mi piel y que al final, en el medio o al principio, a sufrir con dolor espasmódico, no físicamente, sino emocionalmente.  Y es un contraste sentirme compatible con él en muchas cosas, el gusto por la música, por las cosas que me deleitan aunque sea consciente de no poder adquirir, por la pasión desenfrenada, ¿el dolor sensual? Esto no creo que lo podría afirmar, pero quien sabe, yo no lo sé, lo desconozco, la psiquis humana es de por sí desconocida aún, no importa cuántos estudios se hayan realizado.

Y sin embargo, ser parte de esta mujer también.  Especialmente de sus preocupaciones.
Cambio de ambiente, es el atardecer y un poco de aire fresco y vista celestial sería fenomenal. Además es la hora feliz, un aromático semiseco Calvet me espera. No será un Bollinger, un prosecco, un chablis, pero he descubierto en éste  Calvet Merlot una combinación del sabor que agrada a mi paladar tanto como a mi presupuesto.

Agradable, muy agradable y voy despacio, muy despacio, sin olvidar las cosas que debo monitorear.  El control, quien no quiere tenerlo o quien no carga con el aunque no lo quiera.  Llega la noche, pasmosa, inquisidora.

¿Por qué reviso el correo constantemente? ¿Espero mensaje de alguien? Nah! Para nada. En realidad se supone que debe timbrar si llega algo y lo único que ha sonado es la lista de canciones  seleccionadas.  Como cada domingo, queda silenciado el contacto con la humanidad, no porque lo haya querido así, sino porque se hace costumbre que no reciba ninguna alerta que llene de mariposas y sonrisas mi cuerpo.
La madurez del calendario, que próximamente me indica un escalón más, se refleja en mis ojos. Hay que encender las luces y buscar nuevamente el lugar adecuado para continuar con el fabuloso placer que me concedo invariablemente, la lectura.
Cuántas páginas faltan de esta novela: 40, 50, ¡uff!, pan comido, excepto porque no entiendo, me hace llorar, no, no puede ser, entro en pánico: No se supone que arda en deseos, anhelante, con la piel encendida ¿qué es lo que me está pasando? No lo entiendo.
Sin dejar de asumir mi propio papel de controladora, preparar cena (hacer comer a los demás también es importante para mí), tareas, bañarse, continúo en la lectura y sigo viéndome reflejada, yo y mi lengua viperina, el ¨menudo que siempre tengo para devolver¨ y cuanto me cuesta en ocasiones, morderme la lengua y controlarme.

De repente detengo la lectura y miro al techo, analizo, rebobino, caigo en cuenta el porqué el efecto erótico, desbordante y acalorado no ha surgido efecto en mi.  Yo también he sabido describir y relatar sensaciones eróticas, sensuales, profundas y aunque haya sido solamente una práctica literaria muy cerrado e íntima, entrar en detalles y releerlo ha sido un ejercicio que anteriormente he podido manosear, por supuesto, descartando el cuarto rojo del dolor.

Describir las sensaciones, detallando de manera minuciosa cómo se siente el éxtasis, es una labor que en pocas o muchas palabras he podido realizar.  Entonces, de la lectura me queda la duda, la ausencia, la desolación, el temor.

Apuro mi copa, paso inevitablemente a los boleros antiguos, parte inexorable del gusto selecto que me envuelve. 
Apuro mi copa, nuevamente, las penas ahogadas se asfixian mejor en unos grados de alcohol.

Afuera todo queda en calma, no así en mi interior y enfrentar la realidad siempre es cruel, se anticipa como una tortura más dolorosa que unos latigazos, unos azotes o un libro que concluye, no menos que el vacio de un espacio frio y desalentador en la cama.  Lo recuerdo, siempre me gustó esa canción, aún en momentos en que no era esa la situación, no sabía por qué, quizás anticipando un estado que vendría más adelante, Víctor Manuel repetía por mí: ¨hay amor, sin ti, mi cama es ancha¨ .  Pero no es esa la canción que suena, nuevamente Guadalupe, la versión en español de la canción inicial: Mi corazón se abre a tu voz, exquisita.
Termino esta primera parte de la trilogía y mi corazón se vierte, no de placer sino de dolor.  No entiendo, no me entiendo, me derramo como lluvia inminente. Es enigma para mí.

Es cierto que el libro termina con dolor, pero yo lo  he sentido en todo el transitar de este recorrido.  Se acaba el elixir etílico también. Todo termina.
Tomo lápiz y transmito al papel este torbellino de pasión, es un momento intermedio en el ojo del huracán.

Es un instante mágico.
La magia, la maravillosa magia de las sensaciones del alma, de los elementos que se funden para hacerla aflorar y de la poderosa agilidad del lápiz para expresarla y tranquilizarla.
Como varita mágica toco mi pecho con el lápiz, toco el papel y me digo a mi misma: travesura completada, puedo descansar.


Y Dios me Hizo Mujer


Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.

Compuso mi sangre

y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.
Gioconda Belli



Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros de 2011


Principales conclusiones del Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros de 2011 publicacdo por la FGEE Federación de Gremios de Editores de España. El estudio ha considerado otros aspectos como los hábitos de compra de libros, el número de libros en el hogar, la lectura de otros medios, la asistencia a bibliotecas, el uso de Internet, la preferencia por otros hábitos de ocio y la lectura en menores de 13 años.
 Incremento de la población lectora y media de libros leídos
Se incrementa hasta el 57,9% el porcentaje de población de España mayor de 14 años que lee en su tiempo libre y hasta el 28,6% de los españoles lee todos o casi todos los días
La media de libros leídos en 2011 se incrementa hasta los 10,3 libros frente a los 9,8 de 2010.
 

Perfil del lector
El perfil del lector en España sigue siendo el de una mujer, con estudios universitarios, joven y urbana que prefiere la novela, lee en castellano y lo hace por entretenimiento.

“El tiempo entre costuras”, de María Dueñas es el libro más leído en 2011, mientras que la saga Canción de Hielo y Fuego de George R.R. Martin ha sido la más comprada. En literatura infantil y juvenil, El niño con el pijama de rayas, de John Boyne, y las sagas Harry Potter, de J.K.Rowling y Crepúsculo, de Stephenie Meyer aparecen entre los más leídos.

Imágenes en la Loma de Blanco, Bonao





Testimonio de Amor


Aunque la celebración de hoy enfatiza los enamorados yo puedo contar que estoy enamorada en otra versión, soy feliz porque he descubierto otra dimensión de la vida que es maravillosa, porque a pesar de los contratiempos a los que no somos inmunes y que con frecuencia le damos carácter de tragedia, tengo la oportunidad de transformarlos en diversión, de reírme de las dificultades, de las pocas opciones, de las inusuales rutas de escape. La vida se transforma en una aventura.
Y me rio a carcajada de esta aventura.
A veces lloro, pero vuelvo a reír.
A veces se me pone la cara roja como el ícono del BB cuando tiene rabia. Y eso que soy morena.
Y vuelvo a sonreír.
Brindo porque en mis manos está la posibilidad de transformar el mundo.
Momento. Sin hacerse muchas ilusiones. No tengo la potestad de transformar tantas desgracias e injusticias que encontramos en muchos rincones, pero puedo transformar mi mundo, puedo, por ejemplo, ser feliz, inmensamente feliz, mirando las estrellas cada noche en mi terraza.
Como una niña cuando le regalan un caramelo.
Puedo explicar mejor cómo puedo transforma mi mundo cuando por ejemplo, a sabiendas de que soy nocturna y no puedo conciliar el sueño temprano o a ninguna hora, el reloj suena invariablemente a las 5 de la mañana para iniciar el día y completar una labor, que aunque parezca sacrificio termina siendo una misión trascendental y valiosa, cocinar para mis hijos. La mejor parte la pone Dios para mí, no lo notaba, pero cada día en el lienzo oscuro de la noche dibuja una ruta marcada por estrellas que hace que me llene de emoción, es el cuadro más hermoso que he podido ver una y otra vez y ser diferente cada vez. Esto solo pude descubrirlo por el sacrificio de levantarme a las 5 de la mañana. Así comencé a transformar mis tragedias.
Y me voy llenando de amigos y amigas y soy íntegramente yo ante todos o cada uno de ellos y soy feliz. Gente diferente, con hermosas cualidades o como dice Pedro Guerra ¨Gente que en su corazón multiplica los panes¨.
Celebro que a uno de mis hijos le encanta abrazarme y saludarme y darme besos cada vez que me cruza por el lado. Celebro que al otro le preocupa mi cansancio y procura pasar su mano por mi hombro e intenta darme un masaje para aliviar mi carga. Tengo muchas cosas que celebrar y muchas gentes que mencionar.
Celebro que amo, celebro que recibo amor en todas sus manifestaciones.
Hoy yo celebro San Valentín.
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe. [...] Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás.» (1 Cor, 13).

Memorias Ajenas

Leyendo ayer la columna de José del Castillo en el periódico Diario Libre disfruté de un maravilloso artículo acerca de sus recuerdos sobre la playa de Guibia, ¨Pastiche de Guibia¨, a propósito de la reinauguración de la misma luego del esfuerzo por rescatarla del despojo en que se había convertido.

En diversas ocasiones había escuchado el comentario sobre el grandioso escenario que fue este balneario, que si era la playa de la ciudad, que si punto de encuentro, que las arenas, pero en ningún momento había visualizado este espacio tal y como me ocurrió con el relato que estoy citando, porque me transportó como en un viaje a través del tiempo a los personajes, algunos con los que sí compartí, otros solo conocidos, a la música, las conversaciones.

Me imaginé inmediatamente el tono fuerte de voz de Peña Gómez en sus conversaciones, los poemas recitados haciendo un despliegue de detalles de Efraim Castillo y la música, la bachata el bolero, inseparables compañeros de los recuerdos que quedan arraigados en el corazón de cualquier apasionado.

Para conocer lo que fue este ambiente en Guibia, para disfrutar un momento pasado entre historia, cultura, placer, este texto es una joya.

Pues como siempre digo, lo bueno no puedo dejar de compartirlo, por lo que copio a continuación.

LECTURAS CONVERSANDO CON EL TIEMPO POR JOSÉ DEL CASTILLO PICHARDO

Pastiche de Güibia

Hace un tiempo escribí, en trance evocativo: "Una Güibia que disfruté como el que más, desde que mi madre me llevaba niño en las tardes a respirar aire yodado para desapretarme el pecho. Que luego compartí con tíos y compañeros, pese a los ocasionales 'pejes ciegos' flotantes. Y que en los 70 acunó bajo los almendros mi amistad con Enriquillo Sánchez y Lil Despradel, en placentera peña de tres". Debí decir que fue destino idealizado, soñado, confabulado, junto a los muchachos del barrio, camaradas de gimnasio y de aulas, durante los años 50 y 60. Lar de escapatorias escolares maceradas de lucha libre, fisicoculturismo, pancadas y brazadas cortando el oleaje hasta alcanzar las metas empotradas en el mar. Para hacer clavadismo temerario, aun en días de mar picada. Por ahí anduvo Felipe El Gladiolo con su lente fotográfico escrutador y Plinio Pina Peña con la cámara de filmación a cuestas, cuando el proyecto Driscoll Films y el Cine Club Dominicano inventariaban prospectos cinematográficos.

Debí consignar que en noviembre del 64 en compañía de Carlos Gómez Doorly y otros jóvenes nos congregamos al amparo de la noche y los almendros para formar un frente que frenara la continuidad sin salida democrática del Triunvirato. En penumbra, una voz con sonoridad de micrófono se hizo sentir conciliatoria de las posiciones allí expresadas. Era Peña Gómez que instrumentaba la estrategia fraguada por Bosch en el Pacto de Río Piedras. Su timbre chocante dado el tono "conspirativo" del encuentro, que mandaba a "hablar bajito". En ese mismo nalgatorio público frecuentado por los capitaleños surgió durante el conflicto bélico del 65, como un oasis de paz dominical, el carrito de churros y hamburguesas que daría paso al Caserío. Luego el propio Peña Gómez en función de síndico construiría los quioscos llamados "paragüitas", con intención renovadora. Corporán le añadió un grifo.

En mis años mozos y desde varias generaciones atrás, Güibia fue la playa de la ciudad, con su balneario público provisto de vestidores, duchas y alquiler de trajes de baño. Dos plantas con terraza, un bar con vellonera, bailadores trenzados, mulatas de cuerpos soberbios, tercias de ron ajustadas al cinto de los chulos. Arriba, a nivel de calle los frondosos almendros techaban las butacas haraganas para aquellos contemplativos del mar que buscaban descanso, junto al parquecito de juegos infantiles. Abajo, en la playa, el movimiento de bañistas en la arena, la competencia por alcanzar Peñita coronada por Brugal, precedida por los trampolines Saint Thomas y Curazao, restos de una plataforma que la fuerza de la naturaleza cambió.

Para llegar, la vía más emocionante era tomar una guagua de dos pisos, cuidando no quedar descabezado en el trayecto por las ramas de los árboles o algún alambre cruzado del tendido eléctrico. Bajarse en la Independencia y atravesar el campo de fútbol perteneciente al Club Iberia. A la vista, imponente, se erguía Güibia, con su estructura como andamio de concreto y ese azul espumante picado llenando la perspectiva de sus vacíos ventilados. Una suerte de santuario de la libertad en medio de la dictadura, donde se podía practicar deportes, jugar, nadar, bailar. Mis tíos Mané, Bienvenido y Pilín Pichardo Sardá me llevaban con frecuencia. El primo Pacho Sardá me introdujo temprano en el nivel más sórdido del ambiente, con cueros y chulos. Censurado por mi madre y la tía Carmen.

Este balneario está arraigado en la historia de Santo Domingo. No en balde la hoy avenida Independencia fue llamada el Camino de Güibia. Entre 1885 y 1903 un tranvía daba servicio desde el puerto a Santa Bárbara, conectando con el Fuerte de la Concepción sito al norte del parque Independencia donde estaba la estación central, para rodar hasta Güibia y luego alcanzar a San Gerónimo. Una concesión rentable frustrada por los intereses políticos de la época y la miopía municipal.

A mediados de los 40, dos refugiados republicanos residentes en Ciudad Trujillo se inspiraron en Güibia en sus crónicas dominicanas. Jesús de Galíndez se quejaba de la afición de los capitaleños por el parque Colón, cuando los enamorados disponían del Malecón y del balneario, donde a las notas de un bolero en las noches "las parejas se deslizan con cadencia tropical y las olas rompen sobre la arena, en cascada de espuma". Para Forné Farreres, "desde la mañana hasta el atardecer, un hormigueo de bañistas marean el cielo con sus trusas de colores y 'slips' ceñidos a sus carnes. A lo largo de la arena requemada por el sol desfila una geometría de cuerpos, con elegancia alada, sensual". El médico austríaco Kurt Schnitzer (Conrado) captó magistral con su ojo fotográfico esta dinámica.

Al lado de este recinto abierto regenteado por Virgilio Gómez Pina, operaba el aristocrático Casino de Güibia, con su trampolín y facilidades exclusivas, juegos de mesa, espacio de fiestas, banquetes, agasajos de la mayor selectividad bajo la Era, con asistencia de Trujillo y su círculo. Hoy Club de Profesores de la UASD, ubicado entre el balneario público ha poco sellado de zinc por el ayuntamiento y Adrian Tropical, un acertado desarrollo de la antigua estación de policía y del parqueo contiguo que salva el pudor perdido del Malecón. En ese lugar Pocho Medina regenteó en los 80 el Castillo del Mar, punto obligado para la estocada bohemia. Allí moró un moreno portentoso de voz ronca, grave, profunda. De gorjeo estupendo y maestro. Pulsando su guitarra solitaria. El, todo Espiga de Ébano y dignidad.

En los años 40, cuando los refugiados españoles nos redescubrían y exaltaban las bondades recreativas del balneario, Pedro René Contín Aybar (El Águila Herida), enamorado enfebrecido de Biel, su atlético marino (que años después fue mi barbero), cantó admirado a la belleza masculina, al juego retozón de los jóvenes en la arena. Al macho cabrío confundido como pez entre las olas. Un hermoso poemario circulado en edición limitada de 30 ejemplares plasmó una atrevida declaratoria de atracción homosexual, uno de los mejores textos de la literatura dominicana y sin dudas una descripción emocionada del ambiente del balneario. Quien vivió Güibia y lee este material del crítico y señor de las artes que fue Contín, queda pronto atrapado entre las redes de sus metáforas.

El Commander Efraím Castillo, cinéfilo, conectó en conversación que sostuviéramos con Muerte en Venecia de Thomas Mann, llevada al celuloide por Luchino Visconti y actuada "de película" por Dirk Bogarde. A quien se le derretía sudoroso el tinte rejuvenecedor aplicado al pelo y los bigotes, obsedido tras los pasos del mozalbete Tadzio. Contagiado inexorable el maduro escritor por la peste que asolaba a Venecia, muerto en una tumbona en el Grand Hotel des Bains. Nuestro Contín, más práctico y aunque también contemplativo, no sucumbió en el ensueño.

"Conversábamos en la playa, bajo/ los almendros. Su penetrante mirada móvil descubría las/ rojas y doradas frutas en su nido de hojas, saltaba al/ árbol y, seguido, sangraba entre sus dientes la almendra,/ mientras, sonriente, reanudaba su plática conmigo.../ Aquella criatura, semisalvaje, me/ atraía por su candor y por su fortaleza. Carne donde/ morder y campo para sembrar./ Nadando era un pez. Saltando al agua, un albatros./ Surgiendo de las ondas caminaba a la playa como un/ soberano en el sillón de su corte y al salir, desnudo, se/ desprendía de sus hombros el mar, manto de su realeza y/ poderío./ Una ola venía a lamerle el pie. En su enmarañada/ cabellera, pajón de algas, rutilaba la espuma. Apoyaba/ la barbilla en su mano entrecerrada y todo su cuerpo,/ bruñido de sol, respiraba alegría y sanidad y belleza.

"-¡él!-, aquella figura alada, más brillante que las otras,/ de pie en el trampolín, sonriente, moviendo un brazo en un/ saludo olímpico, antes de lanzarse a las ondas./ Biel, nadando, cortaba la sombra de las nubes, y los/ retazos de mar más azules unía con los claros. Los /olvidados mitos de Anfitrite estremecían el ambiente.

"La hoja grande, amarilla y rosa-viejo, se abarquilla/ en el mar. Inventaré una palabra nueva, la pondré, con/ un beso, sobre mis dedos, soplaré. Y ella se irá, embarcada/ en esa frágil nave volandera, a ocultar mi secreto en lo/ más profundo de las ondas."

En la novela Guerrilla nuestra de cada día, Efraím Castillo -mi entrañable Commander de sueños libertarios compartidos en las agitadas mesas de debate del Panamericano de los 60, un intelectual crítico dotado de un talento publicitario y literario excepcional- nos retrata la Güibia que fue, la que se nos escapó como pez escamoso a los de nuestra generación, transidos de nostalgia. Contrasta las dos Güibias de la Era: la del exclusivo Casino para familias acomodadas; y el balneario "para las chopas, obreros, guardias, policías y marineros". Situando el relato en tiempos de Balaguer, resiente el cambio que se produjo para peor. "Hoy, sin embargo, la parte de las chopas ha sido asaltada, tomada por las huestes de vagos que, cada día, aumentan en Santo Domingo, por lo que la Güibia que formó parte de mi niñez, no es esta que se diluye entre el bombardeo de las aguas negras de miles de alcantarillas que desembocan en sus aguas y arenas y las alharacas endemoniadas que se forman allí cuando se cierra la noche."

"Tal vez esta sea la razón de que Güibia golpee mi frente cada cierto tiempo y tenga que acudir a ella para pisar su arena y oler la hediondez que vierten sobre ella el Ozama y las apestosas cloacas. Aún con los patronatos y fundaciones que se estrenan a diario tratando de salvar lo insalvable, Güibia no ha encontrado aún quien la salve. Por eso, al acudir de vez en cuando a contemplarla, pretendo convertirme en su salvador, estableciendo desde mis pensamientos las fórmulas mágicas para arribar a una ecología de lo baldío."

Ojalá Güibia, ahora des enclaustrada, renazca "como el principado del amor", como quiere Efraím. Solaz de una ciudad vivaz que se resiste a morir. Bocanada de brizna yodada bajo los almendros.


De JOSÉ DEL CASTILLO PICHARDO


Los Colores de la Luz

Concentrando mi atención en la luz interior, en la llama que me conecta con el Padre, descubro un matiz de colores que desde siempre ha estado, he visto, he disfrutado, pero no había interiorizado con la emoción con que hasta ahora siento.

Y me descubro en una insospechada capacidad de asombro renovada cada día. Y me lleno de un placer infinito. Finalmente recordé.

Las fotos a continuación solamente capturan un pequeño efecto de lo que en realidad es el contexto y dejan entrever algunos rasgos de la grandeza del pintor. Me queda el orgullo de decir que todas las fotos las he tomado yo. Las cuatro primeras son atardeceres en el mes de agosto y la última es el amanecer del día de hoy.


Secretos


¨No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que depende tu vida, tu futuro, tu felicidad, esos quiero saberlos, tengo derecho y tú no me lo puedes negar¨.

El Hombre Duplicado, José Saramago

El vino, el lugar

El italiano no sabe que tengo un blog, no me pidió que lo contara a mis seguidores, los cuales son muy pocos, pero muy valiosos.
Pero como bien lo dice la descripción de este espacio, no me lo puedo callar, porque lo disfruté.

Se llama Enológica y evidentemente tiene que ver con vinos, pues si, es un pequeño local que principalmente vende vinos y otras bebidas de origen italiano, pero que además se puede degustar una copa del delicioso elixir, tanto por lo entusiasta que es el italiano, como porque ya lo hayas probado y te guste tanto que decidas sentarte y compartirlo nuevamente.
Son solo 3 ó 4 pequeñas mesas, un exquisito aroma a madera, muy buen servicio y complacer el paladar con una exquisita bebida.
Es cierto, falta algo, la razón principal de que me gustara el lugar. Primero, mi amiga me conoce muy bien, mejor de lo que yo puedo sospechar. Ella sabia que ese era un lugar que yo disfrutaría y así fue. Claro está, no hubiese podido sentirme completa sin el complemento de este grupo, nuestro pie de apoyo y gurú. Solíamos ser 4, ahora somos solo físicamente 3 mosqueteros, pues bien, todos para uno y uno para todos, a disfrutar de este lugar.


Ummmm!!!!

Risotto Rice Pudding with brown sugar and vanilla. Lo último que he saboreado, sin haberlo cocinado ni probado. Pero quien se resiste, miren la foto.

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Joy the baker, ese es mi nuevo rincón de placer..... y de pecado, porque una cosa así de rica tiene que ser pecaminosa. Y si voy a tener que hacer penitencias, que sean compartidas!!

Para aquellos que sepan leer en inglés y gusten conocer la receta completa, además de los comentarios muchas veces sin ninguna relación con la misma, aquí les va el enlace.

Risotto Rice Pudding with brown sugar and vanilla

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