Un exquisito Manjar. Todo un placer.
Un viernes cualquiera. Le hemos puesto tanto énfasis a la magia de
los viernes que lo primero que se nos ocurre es que podrá ser cualquier viernes, pero con preferencia aquellos que coinciden en el calendario con quincena
de mes.
El cuerpo te lo pide, el paladar lo pide. Como diría mi querida amiga Jeimy, siento que la boca se me pone como un fufú, vibra, pidiendo un pedacito de chicharrón de cerdo con un vaso de cerveza.
La boca se va
derritiendo al probarlo, el sonido del cuerito tostado al masticarlo va
incrementando esa sensación de placer y
la masa de carne que se está comiendo creará una explosión en su paladar, entenderá
por qué el chicharrón de cerdo es un delirio, un gusto que tiene mala fama en
términos de dietas y comida saludable. Es considerado pecado por algunos y sin embargo me parece que merece la pena cometer este pecado dos o tres veces al
año, para mantener el equilibrio en el cuerpo, digo yo, Ying y Yang.
Pero a
final de cuentas todo un placer.
¿Qué puede costar? En relación al
goce que sentirá en el momento en que empiece a saborear un pedazo de ese
manjar, usted sabrá que lo que sea que haya pagado lo vale. Y además el lugar
que le voy a recomendar le va a salir económico.
Y a esta exquisitez le
acompaña una aventura.
Claro, siempre es posible encontrarlo en lugares donde
hay parqueos y personas que te pueden atender en la mesa, sin embargo, nada más
excitante que pensar en que para disfrutar todo eso, dependiendo de su ubicación, debe atravesar la ciudad
completa, hasta el fondo, llegar a la Luperón y tomar la José Contreras.
En la
medida en que vaya viendo el cúmulo de vehículos sabrá que está casi llegando. Encontrará la ventanilla llena de gente, que por suerte la
cosa es con números, para evitar una desgracia, porque en el momento en que se
vea frente al local estilo ventorrillo sin ánimos de menospreciar, que esté
ubicado frente a los hierros, oliendo la carne recién sacada, escuchando el
cuchillo romper el cuerito, con la boca hecha agua a más no poder y que alguien
se le quiera poner delante o pedir primero, seguro que habrá una tragedia.
Asegúrese de tomar el número y rastrear espacio, sillas y alguna mesita,
para sentarse a deleitarse.
Todo al aire libre y en un
ambiente de integración con la naturaleza, en los arrecifes del parque Mirador
Sur, que es lo último que a usted se le va a ocurrir observar, porque no habrá
ojos para otra cosa, en su momento inicial, que no sea la carne y la cerveza,
pero ya sabe que cuenta con ese ambiente.
Tengo otra amiga especial
que cuenta con uno de los mayores privilegios en ese lugar. Por alguna razón
una de las personas que venden el manjar la mira con ojos de familiaridad y ya
hemos comprobado que solo basta con que ella le pida yuca para acompañar, la
señora le recoge todas las boronitas de la carne y las usa para aderezar ese
complemento. Al final sale mejor comer yuca con su aderezo de boronas de
chicharrón que el mismo chicharrón en sí.
No. No es cierto. Es sabroso pero
no es mejor.
Y para asegurar las alegrías, esa
degustación debe ir acompañada de una cerveza, que no hay cosa que le vaya
mejor. Y así ira saciando en cada mordida todos los anhelos que pueda tener en
la vida, todas las necesidades serán olvidadas y no existirá tristeza o dolor
en el mundo, solo el placer de saborear este rico bocado.
Para completar y sin pedirlo
tendrá su musicón, porque el local que le va a quedar de frente cuando empiece
a masticar le va a asegurar un ritmo sabroso, el que sea, aunque usted prefiera
otro y hasta sin pedir o pagar por la canción. Vaya con la disposición de
disfrutar la variedad.
Vaya con el ánimo de pasar un
viernes de placer, a bajo costo, con comida, bebida, música, buen ambiente,
pero sobre todo, elija los mejores amigos para acompañarle.
Aveces nos cohibimos tanto de hacer lo que realmente nos place. Nada mejor que darse un gusto, finalmente tenemos derecho a un gustito de vez en cuando y mucho más ese rico manjar :) :).
ResponderBorrarEl solo hecho de abandonarse, de dejarse caer, de dar "esa vuelta" te permite entrar en un ambiente de confraternidad. La tertulia que se hace frente a la protección de metal, barrandilla, te hace cómplice de esos perfectos desconocidos que luego serán, en el caso fortuito, compadres de piscolabis (ni tan pequeño).
ResponderBorrarQué aventura!!!
Qué deliciosa jornada!!!