En días de lluvia


Hago planes con esa idea, empiezo a agendar un chocolate
caliente con unos cubitos de marshmallows por encima y acompañado de un pan de
agua fresco, de preferencia medio tostado, que suene crujiente al momento de
partirlo.
No se deje abrumar. Si lo suyo no es la pasión por el
chocolate pues una copa de vino cae muy bien, sobre todo porque éste sería el
momento en que realmente va alcanzando la temperatura ambiente necesaria para
degustarlo de la manera apropiada. No se
le ocurra combinar esa copa de vino con un ritmo de bachata lleno de amargue,
no pega, no con lluvia. Le va mejor unos boleritos de esos que cantan los
merengueros o salseros cuando se inspiran en ediciones románticas.
O si
prefiere un jazz o algunos soundtracks de películas también románticas le iría muy bien. Todo esto entendiendo que el libro
que usted tiene en las manos (digital o impreso, como mejor le parezca) promete
un viaje maravilloso, lleno de aventura, de pasión o de misterio, pero una
travesía que llene sus sentidos.
Y ya que lo menciono, puede dejar la música a un lado, que también
es buen momento para ver una serie de esas que tienen varias temporadas y que
dejan a uno enterrado en el asiento, sin intención de pararse ni para ir al
baño aunque usted sepa que nada malo puede suceder por darle pausa a la transmisión.

Mientras tanto mande a buscar con uno de los muchachos algo
para amortiguar esos tragos, un maní, unas aceitunas o cualquier otra picadera
que sea de fácil acceso y no amerite dedicación para prepararla. Recuerde que
la idea es acomodarse, arroparse, aprovechar la lluvia, darse placer y
descansar. Es un tiempo de pausa y descanso con lluvia y placer.
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