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Como si fuera eco

Ya lo mencioné, escucho, observo.  Lo que no mencioné es que a veces también repito, imito, me convierto en eco, sobre todo cuando hay programas de televisión o personajes que tienen expresiones que buscan impactar.... y lo logran.

Con frecuencia utilizo una frase que repetía Luis Gil en su personaje de Bobby el boricua, en la sección de La Escuelota del programa El Show del Mediodía, conducido por Freddy  Beras Goico en la década de los años 80.  Ante preguntas que hacía el profesor, el personaje respondía: "Eso es correcto teacher", con acento boricua. Así mismo la repito.

Hay que destacar que Bobby solo estuvo unas horas en Puerto Rico y de inmediato quedó contagiado del acento de los boricuas.   En ocasiones me pasa lo mismo con la comediante Nani Peña y su personaje de Plácida, de la misma escuelota.  Es que todos los comediantes que participaron en este programa simplemente son geniales y contagiosos.

Otras veces solamente repito expresiones que tienen un impacto, no importa el personaje o el guión, a veces se trata solo de la voz, la forma en que se arrastran las palabras, las cuales van creando un efecto instantáneo.  

Puedo mencionar que he escuchado en alguna transmisión de podcast de El Brifin que lo mismo le sucede a Uriel Suriel cada vez que escucha a Jaime David Fernández, a quien trata de imitar y debo decir que le sale muy parecido, a riesgo de quedarse sin voz y sin garganta. 

¿Quien, de las personas que han podido ver alguno de los programas, no ha repetido alguna frase del Chavo del Ocho, o de Quico?  

Ahora recuerdo un programa infantil de Discovery Kids llamado Save Ums, Pequeños y Poderosos.  Había uno de los muñequitos que cuando tenía una idea se mojaba el dedo índice con los labios y lo levantaba al aire, buscando la dirección del viento y decía: Ah, una idea, expresión que en algunas circunstancias también he repetido, aunque no mucha gente lo entendiera

Y no es solamente repetir esas frases que son icónicas y que son expresadas justamente para que se conviertan en parte del argot popular (expresado en lenguaje moderno, para que sean tendencia) sino también reflexiones que tienen su momento cumbre para resonar, romper la burbuja del pensamiento que se encuentra encerrado en nuestro cerebro.

Esto puede suceder de manera ocasional, excepto cuando se está viendo la serie Blacklist, la cual a veces pienso que es un manual de filosofías de vida: acciones, palabras, gestos; muchos elementos involucrados para sembrar en cada uno de los espectadores esa frase que servirá como lección.

Realmente es muy divertido, se los puedo asegurar, ver una serie o película y estando atentos, conectar con una frase en particular, porque sea agradable, quizás cómica, o a lo mejor una reflexión importante, esa respuesta que estamos esperando en lo profundo para entender un suceso de nuestras vidas o tomar una decisión.




CUÉNTAME TUS HISTORIAS

¨Algunas historias no pueden ser contadas, 
deben ser descubiertas¨.
Raymond Reddington, 
Temporada 10, Episodio 10.

Escuchar ese comentario me resultó impactante, porque me encanta escuchar historias cotidianas, me encantan los relatos sobre circunstancias, momentos que parecían ser comunes pero que por un giro inesperado del universo se convirtieron de repente en especiales, espectaculares y probablemente divertidos.  Pero ciertamente, después de eliminar algunas barreras mentales que me estaban bloqueando en relación a ese comentario, además de avanzar un poco más en ese capítulo de esa serie, entendí la lección y aprendí el objetivo del mismo.  
Entendí que no se trataba especialmente de ese tipo de relatos que me encantan, sino más bien de las historias de nuestras vidas que quedan envueltas en un velo, que tienen otro matiz, que pueden o no cambiar el curso de nuestras vidas o por lo menos proporcionarle otro enfoque.

Con frecuencia descubrir por uno mismo lo que estamos investigando y deseamos saber no tiene el mismo impacto que cuando otra persona nos entrega toda lo que necesitamos conocer en un solo momento.  En la información que estamos recibiendo se pueden agregar matices, conceptos propios de quien expresa la historia, visiones diferentes y hasta formas diferentes de enfrentar las verdades y las decisiones a tomar.

A cierta edad resulta difícil aceptar consejos, escuchar las experiencias de otra persona y seguir sus pasos para no tropezar con la misma piedra, pero con el paso del tiempo uno va entendiendo y aceptando y hasta priorizando y buscando escuchar las experiencias de otros.  Muchos entienden que hay que romperse el dedo chiquito del pie y sufrir el golpe, aunque ya te hubiesen dicho que eso estaba ahí y que podría resultar peligroso o doloroso.

Pero no solo se trata de lo que se puede evitar porque alguien más tuvo la experiencia y la compartió contigo, o del efecto que puede tener descubrir por uno mismo la información requerida y buscada, sino que en el proceso, en el camino a recorrer se pueda valorar si realmente esa verdad que andamos buscando es necesaria porque su resultado puede cambiar su situación o sus decisiones.

Me quedo con los relatos de las experiencias de otros. La niña en mi, que no está para nada escondida o profunda, disfruta enormemente escuchando a las demás personas cuando empiezan a contar sus historias, recuerdos y situaciones vividas.  De hecho, cuando puedo aprovechar un espacio de conversación con alguien, procuro guiar la misma para que la otra persona sienta la confianza de contar sus memorias y yo me dedico a escuchar y a disfrutar el momento.  

Esto normalmente sucede donde hay personas mayores que yo, las cuales tienen millones de bytes de recuerdos en sus memorias, sin embargo, todo el mundo, de cualquier edad, tiene algo que contar y con mucha frecuencia las historias más divertidas también pueden venir de los niños.

Yo misma comparto en cada una de las publicaciones que realizo a través de este espacio, distintas situaciones que he tenido.  Algunas son muy específicas y directas, reflejan un momento especial con la descripción detallada del lugar, el proceso y las personas involucradas, pero otras son muy sutiles, están en el trasfondo y solo se ve en detalle el mensaje que quedó como resultado.  Como este relato de hoy.

Contar historias nos permite disfrutar nuevamente del recuerdo, nos conecta con la felicidad, porque una parte importante de la felicidad son los momentos vividos, nos recuerda la inmensa riqueza que llevamos dentro, que además es mágica, porque no pesa.

!Cuanto me gustaría escuchar tu historia!




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