CUÉNTAME TUS HISTORIAS

¨Algunas historias no pueden ser contadas, 
deben ser descubiertas¨.
Raymond Reddington, 
Temporada 10, Episodio 10.

Escuchar ese comentario me resultó impactante, porque me encanta escuchar historias cotidianas, me encantan los relatos sobre circunstancias, momentos que parecían ser comunes pero que por un giro inesperado del universo se convirtieron de repente en especiales, espectaculares y probablemente divertidos.  Pero ciertamente, después de eliminar algunas barreras mentales que me estaban bloqueando en relación a ese comentario, además de avanzar un poco más en ese capítulo de esa serie, entendí la lección y aprendí el objetivo del mismo.  
Entendí que no se trataba especialmente de ese tipo de relatos que me encantan, sino más bien de las historias de nuestras vidas que quedan envueltas en un velo, que tienen otro matiz, que pueden o no cambiar el curso de nuestras vidas o por lo menos proporcionarle otro enfoque.

Con frecuencia descubrir por uno mismo lo que estamos investigando y deseamos saber no tiene el mismo impacto que cuando otra persona nos entrega toda lo que necesitamos conocer en un solo momento.  En la información que estamos recibiendo se pueden agregar matices, conceptos propios de quien expresa la historia, visiones diferentes y hasta formas diferentes de enfrentar las verdades y las decisiones a tomar.

A cierta edad resulta difícil aceptar consejos, escuchar las experiencias de otra persona y seguir sus pasos para no tropezar con la misma piedra, pero con el paso del tiempo uno va entendiendo y aceptando y hasta priorizando y buscando escuchar las experiencias de otros.  Muchos entienden que hay que romperse el dedo chiquito del pie y sufrir el golpe, aunque ya te hubiesen dicho que eso estaba ahí y que podría resultar peligroso o doloroso.

Pero no solo se trata de lo que se puede evitar porque alguien más tuvo la experiencia y la compartió contigo, o del efecto que puede tener descubrir por uno mismo la información requerida y buscada, sino que en el proceso, en el camino a recorrer se pueda valorar si realmente esa verdad que andamos buscando es necesaria porque su resultado puede cambiar su situación o sus decisiones.

Me quedo con los relatos de las experiencias de otros. La niña en mi, que no está para nada escondida o profunda, disfruta enormemente escuchando a las demás personas cuando empiezan a contar sus historias, recuerdos y situaciones vividas.  De hecho, cuando puedo aprovechar un espacio de conversación con alguien, procuro guiar la misma para que la otra persona sienta la confianza de contar sus memorias y yo me dedico a escuchar y a disfrutar el momento.  

Esto normalmente sucede donde hay personas mayores que yo, las cuales tienen millones de bytes de recuerdos en sus memorias, sin embargo, todo el mundo, de cualquier edad, tiene algo que contar y con mucha frecuencia las historias más divertidas también pueden venir de los niños.

Yo misma comparto en cada una de las publicaciones que realizo a través de este espacio, distintas situaciones que he tenido.  Algunas son muy específicas y directas, reflejan un momento especial con la descripción detallada del lugar, el proceso y las personas involucradas, pero otras son muy sutiles, están en el trasfondo y solo se ve en detalle el mensaje que quedó como resultado.  Como este relato de hoy.

Contar historias nos permite disfrutar nuevamente del recuerdo, nos conecta con la felicidad, porque una parte importante de la felicidad son los momentos vividos, nos recuerda la inmensa riqueza que llevamos dentro, que además es mágica, porque no pesa.

!Cuanto me gustaría escuchar tu historia!




Comentarios

  1. Acabo en este momento de ver esta temporada de Black List...me encantó, ese comentario como muchos otros comentarios del sabio y muy agusado gentil, muy educado, culto y elegante delincuente Raymond Reddintong

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  2. Me encanta leer tu columna , porque en casa una de ellas me veo reflejada y es como si también contarás mi historia.
    Leí en algún lugar : No recuerdes los momentos vividos sino los momentos que te llenaron de vida.

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