¨Las palabras son, en mi no tan humilde opinión, nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infligir daño y de remediarlo¨.
Albus Dumbledore, Las Reliquias de la Muerte Parte 2.
Sin lugar a dudas.
Pero lo mejor de la historia es que no hace falta ser mago reconocido ni certificado, o tener una varita especial, para decir palabras que conviertan en magia los sueños, deseos, milagros. Lo que hace falta es sentirlo en el corazón y con esa fuerza interna, crear, revelar. Me quiero quedar en las buenas palabras, en esas que transforman y que fortalecen.
Vamos primero al nivel básico de construir magia con las palabras. Hay una serie de palabras que son simples, sencillas, cotidianas, que contribuyen a mejorar las relaciones y la vibración en el entorno en que nos encontramos. Las conocemos como palabras de cortesía: buenos días, gracias, por favor, entre otras.
Ese es un nivel esencial, que solamente nos indica tener buenos modales y expresar palabras de cortesía, sin embargo, subimos un nivel más -como en los videojuegos- cuando utilizamos esas expresiones añadiéndoles una sonrisa, con el interés de tener un impacto en las personas hacia quienes dirigimos estas palabras. En ese nivel se crea una corriente energética, una conexión que ayuda a aumentar las vidas en el juego y de paso nos recompensa con algunos regalos que luego nos ayudarán a seguir escalando nuevos niveles.
Seguimos subiendo y en el siguiente nivel, al conectar lo que decimos y las expresiones en nuestro rostro con esa fuerza interna que realmente desea lo mejor para la otra persona, entonces la vibración aumenta y va llenando el entorno, empezamos a ver con los ojos el resultado de la magia del corazón, a notar cómo los espacios se transforman a causa de la energía que se despliega.

En el próximo nivel, con una consciencia más elevada, estamos preparados para iniciar la construcción de conjuros, esquemas que expresan una intención más profunda, el deseo puro del corazón y un acercamiento a la fuente superior de la magia, esa que se conectará con nosotros para manifestarla. Dejando a un lado el lenguaje mágico y la conexión con los videojuegos, estoy hablando simplemente de la oración, la plegaria que elevamos, no importa cual sea su religión. Cuando oramos alineando las palabras que salen de nuestros labios con el sentimiento profundo y lo elevamos a nuestro Dios, estamos creando la magia, conjurando el hechizo que ciertamente producirá el milagro esperado.
Las palabras tienen poder. Piense bien antes de expresar algo de alguien o de si mismo, antes de emitir un juicio, antes de soñar y anhelar y pedir, porque el universo nos devuelve eso que solicitamos, sin correcciones, sin revisión, pero sobre todo, piense y pida bonito, para que construyamos mejores relaciones, mejores espacios.