Los ingredientes de tu piel

Por mucho tiempo y ya en edad adulta, me gustaba mucho ver los muñequitos de las Chicas Superpoderosas: Bombón, Bellota y Burbuja. Me llamaba mucho la atención ver que eran fuertes, pero sensibles, soñadoras, complementarias y niñas. Me gustaba la receta con la que fueron creadas, azúcar, flores y muchos colores, pero también por la sustancia X, el ingrediente oculto que les otorgaba los superpoderes.  Mucho tiempo después descubrí que ese ingrediente especial que otorga superpoderes no es más que amor.

Me hice fan de las chicas superpoderosas y hasta celebré, no hace mucho tiempo atrás, un cumpleaños con esa temática.  Invité a mis amistades a que liberaran su niño interior y estuviesen representandos, de la manera que pudieran, por su superhéroe favorito.  En algún lugar de este blog también hay un escrito que hace referencia a los superpoderes. 

En fin que la magia, la creatividad y la niña en mi, que no está muy en el interior, siempre han sido temas vigentes.

Recientemente, pasando canales en la televisión coincidí con la promoción de los muñequitos y se me quedó en la cabeza la promo de la introducción.  Me quedé pensando, tomando como referencia la fórmula secreta del Profesor Utonio, en la diversidad de ingredientes con que se va formando la piel que nos envuelve.  

Se me ocurrió que hay personas a las que les predomina el hielo en la piel, pero además su interior no es brillante, ni son transparentes, más bien oscuros y densos.  Hay otras que también el interior es complicado, pero su piel está hecha de fuego y me parece que también las hay de fuego que tienen mucha dulzura mezclada, como el caramelo o la melaza.

Creo que habrá algunas por ahí que tienen una alta cantidad de risa en la piel, mezclada con viento fresco y aroma de lavanda. Otras desde lejos tienen la piel con aroma de lavanderia, con sensación de lavandería, hasta con filo y sin la más mínima arruga; como esa ropa que uno ni se la quiere poner para no quitarles la perfección. Por la misma razón que son perfectas, también son distantes.

Siento la pasión y el enigma de aquellas que al mirarlas sabes de inmediato que la mezcla de su piel debe tener un sabroso vino tinto y aroma de cera de velas, que el calor les debe emanar de la piel. Otros huelen a fiesta, a escarcha y lentejuelas, hierbabuena que huele y sabe a alegrías.

Algunos los imagino con aroma de café, con la piel teñida de los colores de amanecer, llenos de empatía, de vitalidad, por supuesto después de tomar café. 

Algunas pieles son especiales, ya tienen tanto tiempo acumulado que de lejos se sienten esponjosas, suaves, como sábanas recién lavadas pero de manera sorprendente con aroma a bebé recién empolvado.  De esas, hay quienes desde siempre han sido de esa manera, aún con la piel lisa, y en otras ha sido el tiempo que les ha dado esa sensación.

El cuero, seco, rígido, aunque puede ser suave, es algo que imaginamos en un abuelo.  O eso me parece.

Pero no es solo la piel, como sentido del tacto, sino la influencia que ejercen las experiencias de vida, la gente que nos rodea, los lugares en que hemos habitado.  Eso me lleva a pensar en la gente que ha vivido cerca del mar, la mirada se vuelve profunda, como  la inmensidad del océano y la piel refrescante, con sabor a sal y a vacaciones. Con paso sereno y de pocas palabras.

Hacer este ejercicio escribiendo me ha llevado a fijarme en cada una de las personas que me rodean y tratar de identificar, por sus acciones, por su mirada, por su sonrisa o por la falta de ella, cuales ingredientes guardan en su despensa para fomar la piel que llevan.

Aún estoy en el ejercicio de identificar la mía propia.  Pienso que será de café y no solo porque me gusta sino pensando en su sabor, que para algunos puede ser dulce y para otros un poco más difícil de saborear; también tendría atardeceres y no solo por los colores, sino por la calidez, sin olvidar que también hay hermosos atardeceres grises.  Además agregaría a mi piel rosas de un color rojo profundo, necesario acercarse para absorver su aroma y por supuesto no se puede amar las rosas sin asumir las espinas, pero teniendo en cuenta que no son para hacer daño sino como protección, un recordatorio de que para acercarse hay que ir con cuidado, porque después que estás muy cerca podrás sentir mucha delicadeza y sensibilidad.




Comentarios

  1. Tremendo 👏🏼👏🏼 me he puesto a pensar en todos esos olores de la piel y sus características, wow mis pensamientos volaron porque siempre le digo a la gente que me rodean “tú hueles a tal o cual aroma” y ellos se impresionan”. Y es que en verdad cada quien tiene su aroma específico y especial.
    😍😍

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    1. Así es, pero aún más, no importa si no sientes ningún olor, la forma de actuar o de mirar de una persona te trae a la mente algún aroma, alguna sensación, relacionada con alguno de esos ingredientes y que lo vincula de inmediato.

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  2. El color, la forma, el aroma, el ambiente mismo, son ingredientes que nos llevan en ocasiones a esos espacios bonitos de nuestra infancia (lleno de nostalgia, de olores) en donde a la par con el placer y la alegría al recordarlo nos transportan a esos aromas de piel, de dulces, de senderos recorridos y sueños con aroma de mujer. A mi en lo particular me encanta el olor de los olores. Felicidades, por saber elegir con tanta magia esos temas tan fascinantes.👏👏👏

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    1. Ciertamente que mis descripciones están permeadas por mi femineidad, pero no son solo los aromas y los sabores, es lo que la otra persona motiva en uno al acercarse, al hablar, o en su manera de moverse o caminar. Por eso lo del vino tinto, lo del cuero, rígido pero suave al acariciar. Conozco un joven de ojitos pequeños y cara ancha y siempre sonriente. Me recuerda un delfin. No es bueno ni malo, es lo que evoca.

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  3. Y se me heriza la piel al leerte. Y me obliga a preguntarme: ¿y mi piel, qué evoca? Tengo que hacer el ejercicio de descubrirlo. Y, desde luego, tengo que leerlo varias veces para identificar las variables. 👍

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