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Querido diario. Dos puntos.

Día 16-9
Aquí estamos, en un nuevo día.
Sé que para ti siempre es diferente, es especial, porque recibes toda la sinceridad de mi corazón, especialmente aquello que podría resultarme difícil de expresar con palabras aún a la persona de más confianza.
Me levanté y no porque quisiera hacerlo; estos dos días batallando contra la gripe me tienen el cuerpo maltratado.  Si no fuera porque paradójicamente es lunes y  nunca hay deseos de levantarse de la cama un lunes, me quedaría acostada, pero me resulta difícil justificar una excusa para faltar a mis compromisos iniciando la semana, aún cuando tenga la justificación.
Cuando me senté en la cama, sin ganas de dar el siguiente paso, de inmediato pensé que una taza de café mejoraría esa modorra.  Y ciertamente lo hace.
Creo que hoy me vestiré de negro, completa, sin combinaciones. Es más fácil. No hay mucho que pensar.
Espero que suceda algo emocionante en el trabajo, algo diferente. Me gusta lo divertido. Y espero que hoy sean los demás que inventen algo que haga el día más divertido. Con este malestar creo que si lo intento me saldría algo sarcástico que no mucha gente entendería o toleraría.
Debo recordar, ojalá tuvieras un sonido de alerta que me avisara, que ya he pospuesto demasiado el tema de las semillas nuevas que quiero sembrar en la terraza.  Tengo esa inspiración de más verde, más variedad y vegetales!!  He visto cosas lindas que son posibles desde el techo de un edificio y quiero intentarlo.
Pero... pensándolo bien, mejor repito el mensaje de alerta mañana, porque no creo que llegue de trabajar con fuerzas para hacerlo.  Hoy corresponde taza de té caliente y descanso.
Ya debo salir. No hay tiempo para seguir escribiendo.

Día 05-03
Los días son solo números que se me ocurren. Pero tú, mi querido diario, sabes muy bien la cronología y la importancia de cada día.
Todavía sigo afectada de la gripe.  Paso las noches dando vueltas entre el frío y el calor y con dificultades para respirar.
Este primer trago que me he dado al poner los pies en el suelo no ha sido especialmente divertido, agua y una pastilla. Debo inventarme algo diferente, quizás no para esta noche, pero en un día no muy distante, para motivar el sentido de vivir la vida.  La mente vuela, pienso que podría ser una botella de vino con una música de jazz de fondo, además de la mejor compañía, mi ¨partner in crime¨. Ya me anima la idea.

Ayer hubo mucho trabajo. No es algo que pueda llamar divertido, pero desde que estoy inmersa en estos temas diferentes me siento más motivada. De todos modos voy a programar unos días de vacaciones, no en vano la gripe me va indicando que mi cuerpo necesita descanso y hay que escuchar los mensajes del cuerpo.
Ahora tengo mi taza de café en la mano. El afrodisíaco para iniciar cada día.  No puedo reflexionar mucho mientras lo tomo porque hoy el margen de tiempo es limitado pero siempre es reconfortante pensar en el café como un ritual.
Creo que es momento de algunas tazas nuevas y coloridas como me gustan.
Hoy pretendo agregar a mi día un elemento que no tuve ayer: no esperaré el fin de semana para continuar leyendo ese libro que me prestaron y prometo tomarme unos minutos en el receso del almuerzo para engancharme en algunas páginas.

No se me ha olvidado aquel mensaje de Jaime Sabines sobre las cartas y la almohada.

Aquí vamos, a conquistar el mundo como cada día.

De hábitos y otros esquemas

Habito dentro de mi. 
Lleno mis espacios.
El lugar al que escapo.
La rutina de mirar hacia dentro y buscar la paz que me salva de los incendios externos.
Incluyo ese momento a mis hábitos. Sin hora, sin día.
Voy a ese lugar en donde me refugio cuando no quiero ir a ninguna parte.
Y es que hay momentos integrados en nuestra cotidianidad de una manera tan profunda que ni cuenta nos damos cómo sucedieron.

Por ejemplo, en algún instante, ya sea por mutuo acuerdo con la pareja o viviendo solos, decidimos levantarnos siempre del mismo lado de la cama y eso queda tan arraigado que si por alguna razón nos toca hacerlo del lado contrario nos sentimos desubicados.

Quizás un vaso con agua reposa en la mesa de noche y el primer instinto al sentarse en la cama para levantarse es tomar el primer trago del día.

Recuerdo que leí en un test de una página en las redes acerca del significado de la primera parte de tu cuerpo que mojas al entrar a la ducha. Me pareció absurdo buscarle -y además encontrarle- un significado a ese momento de cada día que probablemente se haga en automático. Serán los pies o la cara? Un hábito que se realiza de manera instintiva.

Y así vamos pasando el día repitiendo cosas con el mismo ritmo y sin darnos cuenta, excepto cuando por alguna causa sucede de manera diferente. Nos vamos esquematizando con los hábitos.

Nuevamente tuve un recuerdo de otra lectura reciente, un texto motivacional sobre rituales de felicidad que después del análisis sobre lo que significa ser feliz,  presentaba algunas opciones para tener momentos de placer,  a sabiendas de que de eso se trata la felicidad.  Quedé muy turbada al leer las propuestas porque muchas de ellas eran cosas que me gustaba hacer, pero sentí que en este instante de mi vida no estaba disfrutando ninguna de ellas. Ni otras que no estaban mencionadas y que también disfruto.

Y ahora que lo pienso mejor, había dejado el café a un lado, lo había descartado como ritual de felicidad y descubro que lo he convertido en hábito.  ¿Acaso vemos el propósito en cada hábito, la forma en que influye en nuestras vidas por el modo en que suceden?
De seguro que si somos un poco más conscientes de los hábitos que ejecutamos a diario, en algunos casos haríamos que fluya el cambio.

Esto me lleva a los rituales.


La magia que poseen está en cada uno de nosotros.


Hacer una oración podría ser la primera idea sobre un ritual que le llegue a la mente. Pero, y qué tal si sólo encender una luz y mirarla con atención sea todo lo que requiera esa ritual? A mi me hipnotiza el movimiento de la llama de la vela. Es especial y sospecho que ese relajamiento que me produce es el que establece la conexión conmigo misma y con la situación que me haya llevado a encenderla.
Con frecuencia buscamos los rituales para encontrar ese punto de reflexión  que necesitamos para seguir en la batalla diaria.  Un bañera con agua caliente y sales aromáticas, es algo que no hacemos a diario, que buscamos cuando sentimos que la presión ya ha sido suficiente y que hay que soltar.
Hay quienes planifican ciertos rituales durante el año, quizás en Semana Santa o alguna fecha especial.
Mi Liquita y yo solíamos irnos cada miércoles santo al atardecer a tomarnos una copa de vino en un restaurante de playa, reflexionamos y damos las gracias, nos reencontrarnos con nuestra esencia. Como si fuese el último día del año.
Su ritual bien podría ser unas semanas de desintoxicación en la alimentación cada tantos meses en el año, o quizás unas escapadas a la playa con ciertas condiciones especiales de modo tal que pueda bajar la velocidad de las prisas en el día a día.
Tener rituales nos conecta.
Y aunque su definición está vinculada a la religión o la espiritualidad, no necesariamente deben ser así.  Cada quien establece aquello que le complementa su interior y le provee herramientas para mejorar su camino.
Yo he podido reconocer y dejar establecidos algunos y pienso que incorporaré nuevos, sola o acompañada, para llenar mi vida de momentos especiales.  






Sin Matices al Amanecer

Mientras ella toma su café cuenta las primeras historias del día.

Quizás las segundas.

Las primeras tienen que ver con sueños que se viven y se recuerdan, con sábanas que no se quieren abandonar, con motivaciones sobre ese próximo día sin que suene el despertador.

Hoy no vio tonos coloridos en el amanecer. Hoy se levantó a oscuras a regar las plantas de su jardín, a pesar de la lluvia de la noche anterior.  Sus raíces necesitan un poco más de cuidado –pensó- aquella reserva de humedad para que las hojas se puedan mantener en los días cálidos.

Tal y cual nos pasa a todos. No basta con sentir atención y cariño solo en la piel. Se hacen necesarios los afectos profundos para mantener estable las relaciones cuando llegan los días difíciles.

Y mientras regaba las plantas y sentía el agua fluyendo por sus manos y sentía las vibraciones que ellas le devolvían, aprovechó para sanar su alma, para limpiar su espíritu.

El cielo estaba despejado. Sonaban truenos pero no se veía en dónde. La luna todavía estaba alta pero perdida su luz en caras ocultas.

La claridad del día llegó y los tonos fueron limpios, despejados.

Recordó otros días en donde al levantarse se deleitaba en los matices, esta vez no vió colores en el amanecer. El día empezó a transcurrir sin asombros, extraño. 

MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...