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ENLAZANDO LOS TEMAS Y LOS RECUERDOS

Los temas para escribir dan vueltas en la cabeza pero sin concretizarse, solo con las ganas de poner a mover los dedos y la imaginación.  Y una diosidencia vinculada a algo que había escrito justo hace dos años me llevó a seguir leyendo otros textos escritos.

Sin embargo en este momento no me voy a ir muy lejos, me voy a referir al último documento escrito, aquel sobre el olor de la lluvia y la canción de Johnny Ventura, porque mientras lo leía empecé a recordar comentarios que parecían vinculados a lo escrito o a la canción.  


De inmediato me llegó a la mente un comentario muy particular de mi hermano.  El dice que la ginebra le ¨sabe a besos de mujer bonita¨, y lo dice saboreando su trago con tanto placer que cualquiera a su lado, al oler la ginebra instantáneamente la imaginación dibuja una mujer linda.


Sin embargo mi liquita, Miosoti, encuentra inspiración en el aroma que despide cuando se destapa una botella de Barceló Imperial, el cual ella define como un trago muy noble.

En ocasiones he comprado un aceite ambientador con aroma de galletas y la memoria lleva de inmediato a la navidad. Hasta se pueden escuchar las canciones alegóricas.

Definitivamente hay aromas vinculados a lugares.  Los olores en una tienda de perfumes  en una plaza o mall hacen sentir millonario a cualquiera. Y qué decir que unas palomitas de maíz en la casa son el mejor complemento para comenzar una serie de películas aún sea en Netflix y a través de un celular.

Saborear una jalea de batata me transporta a la casa de mi abuela Tinita en Baní.  Para Semana Santa allí se preparaba jalea o habas dulces. En ningún otro lugar he comido habas y con la jalea había, además de la fusión de sabor, el recuerdo de todo el proceso de preparación, en el cual estábamos incluídos los primos que allí nos juntábamos en esos días de vacaciones.

Identificar sabores especiales, olores particulares o texturas, nos vinculan a recuerdos que buscan mantenerse en la memoria y evocar principalmente buenos momentos.  ¿Cuál es tu recuerdo?




Despertando pasiones y recuerdos

¨La lluvia huele a traguito, debajo de la enramada,
huele a besitos de la mujer que me agrada.
La lluvia huele a asopao y huele a grupo de amigos,
huele a perico ripiao y a noche contigo,
Me huele a caricia de mujer bonita
me huele a malicia, mami,  y a madrugadita.
A tambora y bulla
a grupo de amigos
a la esencia tuya
y a noche contigo.
Huele, Huele.
Huele a galería, me huele a amistad
huele a alegría y a felicidad.
La lluvia a arco iris y huele a tierra mojada,
huele a gotas en el zinc con música de cascada,
huele a guiso, a sancocho de pato,
al aroma del chorizo
a guitarra y al patio.
Huele, huele
A sancocho de pato
a traguito de ron,
a guitarra en patio,
a merengue y son.
La lluvia huele a rico asopao
A tierra mojada,
a chivo guisao bajo la enramada
huele,
huele,
me huele a bandeja de café con pan,
a canciones viejas y me huele a pan.¨

Es una canción que me encanta y que no me canso de escuchar.  Interpretada por Johnny Ventura.
Una evocación de buenos recuerdos, de momentos de gozo y alegría.

¿Quién no disfruta una lluvia debajo de una enramada? Imagine, sentado en una mecedora, solo, bien abrigado pero también contando con que la lluvia que cae es completamente vertical y serena. Una taza de café en la mano. El mejor momento, el mejor sedativo que se puede encontrar. 
Pero también imagínese esa misma enramada, la misma lluvia, su esposo o esposa, el compadre y la comadre, tu hermano, una botella de ron y una agradable música y la certeza de que en el fondo, en la cocina, hay un sancocho burbujeando.  Júbilo, alegrías, celebración, risas.
Se despierta la creatividad sobre todas las posibilidades al escuchar la canción. Hasta se siente el aroma del café con pan cuando se menciona. Es increíble cómo se activan los sentidos.

Y así al continuar escuchando la canción permanece la emoción, la expectativa.

Nada como guitarra en patio, sea que a usted le guste un bolero, una bachata, un merengue o una canción cristiana. Es su elección, pero también es la emoción, el momento.
Disfrútala conmigo al leer esta líneas, más abajo dejo el enlace para que ni siquiera tenga que buscarla.  Esas emociones que quedan, esos momentos que se disfrutan, es nuestro mayor regalo de la vida.

(video EL OLOR DE LA LLUVIA. Copiar el enlace) https://youtu.be/wzVxfHKMJug


Descubre tus lujos

Busqué en el diccionario la definición de lujo y el resultado fue ¨exhibición o manifestación de riqueza¨. También agrega que está referido a una ¨cosa o conjunto de cosas prescindibles que suponen gran gasto de dinero o de tiempo¨.   Si lo analizamos bien, todo este tema es subjetivo: puede que sean objetos, pero la mayoría de las veces son instantes y personas que te acompañan, momentos que se disfrutan.  Así como en el arte, cada uno puede tener una visión diferente sobre lo que considera lujoso.

Con frecuencia escuchamos a las personas indicar que pagan lo que sea por tal o cual producto,  aquellos que proporcionan cierta comodidad o facilidad o algunos que simplemente son superfluos.  No se trata de tener el auto más caro, ni la ropa de diseño, ni de cenar en los restaurantes más exclusivos de la ciudad y mucho menos de que se consigan esas cosas para aparentar frente a los demás. Normalmente lo que nos produce comodidad es lo que termina siendo un lujo, aun cuando  cueste poco o quizás nada.   La idea es reconocer aquello que nos hace sentir fabulosos, llenos de glamour o simplemente cómodos y en plenitud. Luego de tener la lista clara, ir en su búsqueda y darnos esos gustos. 

Quizás tienes cerca de ti una playa pública a la que puedas ir en compañía y simplemente meter los pies en la arena y sentir la brisa del mar.  En medio de la turbulencia de las preocupaciones y el diario correr, eso sería un lujo inestimable.

Tengo un amigo de estilo sencillo y ligero que no prestaba mucha atención a la marca o moda de la ropa, sin embargo era impecable con sus lentes de sol, los más modernos y costosos.  Todo un contraste.  Me explicó que se tomaba muy en serio el tema de los rayos ultravioleta y el cuidado de su vista y eso significaba estar pendiente de la mejor propuesta del mercado en ese sentido y por supuesto su valor, algo que para él ese accesorio lo merecía. Ese era su lujo y a la vez su prioridad.


Puedo contar que tengo un lujo identificado, que para otros es una rutina.  Me encanta tener flores en diferentes rincones de la casa y por distintas razones se ha convertido en un placer que fui relegando. 

Me produce un deleite llegar y ver la hermosura y el colorido de las flores.  Así como las puestas de sol desde mi terraza con una taza de café o una copa de vino a mano, para cerrar el día o iniciar la noche, dependiendo de las emociones.



Es común y agradable escuchar la manera en que la gente describe lo delicioso del confort de las sábanas recien cambiadas.  Para elevar ese gusto hay quienes prefieren tenerlas con descripciones específicas en cuanto a los hilos o la texturas o probablemente de un color único. Todo eso augura descanso, relajación, nuevamente un momento disfrutado. 

Me he propuesto hacer una lista de las cosas o momentos que me provocan la sensación de lujo, sin importar si requieren inversión de dinero.  El simple hecho de tener claro lo que realmente me gusta me permitirá reconocer cuanto esfuerzo debo hacer para conseguirlas.  Probablemente muchas de ellas no requieran sacrificio alguno y me estoy perdiendo el placer de disfrutarlas, de agregar más felicidad a los días. Y la intención es esa, ser más feliz cada día de mi vida.  



SABOREANDO RECUERDOS

Uno va dejando muchas cosas guardadas en el celular, sobre todo imágenes que quizás no utilizaremos pero que nos gustan, y se va llenando la memoria del mismo y como corresponde hay que empezar a borrar fotos y videos para recuperar espacio. 
Así fue como encontré una captura que hice hace un tiempo sobre una publicación.  Tenía un propósito, conservar los nombres de los vinos mencionados, pero al verla mis pensamientos se detuvieron en recordar otras escenas de una de mis películas favoritas, Ratatouille.

He hecho ratatouille en casa y ciertamente ha gustado mucho, pero lo mejor sobre evocar el plato es recordar el momento en que Antón Ego, el crítico culinario, se remonta a su niñez en el instante que saborea la combinación de vegetales de ese plato.
Los recuerdos placenteros de la niñez normalmente están vinculados a una travesura o a una comida. Hasta nos permiten sentir olores y ambientes en donde vivimos esos momentos.

Tenía la intención de escribir muy descriptivamente sobre esos alimentos que hemos dejado de tener en nuestro menú cotidiano pero que inmediatamente los vemos o escuchamos mencionarlos nos transportan a nuestra infancia, sin embargo se me ocurrió primero hacer una consulta en algunos grupos de chat de amigos cercanos y me ha fascinado la forma en que han respondido.  Creo que con esa consulta alcancé el objetivo de lograr que quienes leen lo que se me ocurre escribir puedan sentir y disfrutar también lo que estoy describiendo, porque cada respuesta estuvo cargada de ímpetu, de placer, de añoranza.  

Y me parece que muchos coincidimos.  Hubo varias personas que recordaron cuanto les gustaba la gelatina, a mi particularmente la de color rojo, no importaba si era fresa o frambuesa.  El locrio de pollo o cerdo fue todo un éxito de sincronía, así como el gofio del que no me acordaba. Ya no se menciona, pero la malta morena, principalmente con leche condensada, era la favorita de una generación y como opción para los que podían acceder a ella, la chocorica.

En su mayoría la referencia fue a dulces o alimentos de desayuno o cena: Cocoa, Café con leche recién hervida acompañado de pan de agua, avena, harina de negrito, yaniqueques y algunos hechos por personas en específico porque no todo el mundo los hace así de buenos, el pan con mantequilla de nata de leche o simplemente pan sobao con mantequilla; arroz con leche para cenar, no como postre y la mazolemba (una especie de harina.  No estoy segura si se escribe de esa forma) que se preparaba principalmente en Palenque 
También el morisoñando y el jugo de ¨china¨ recién exprimido, así como el mabí de limón de doña Ramona. Y de los dulces me encontré con el triangulito de leche condensada, muy popular por lo práctico y asequible de precio, el conconete con refresco rojo, porque la combinación era lo que hacía especial ese postre, los ¨bolones¨, el jalao y la cocaleca que todavía mantienen su consumo y popularidad. Uno muy peculiar fue el que combinaba el pan de agua con el dulce de coco tierno. 

La habichuelas con dulce estaban entre las menciones, pero puedo deducir que quien la recuerda de su niñez mantiene a flor de piel el niño interno, porque es un postre que se consume con frecuencia, especialmente en época de Cuaresma.

Tengo un amigo que añoraba la compota de frutas y me parece que se fue muy al principio de sus recuerdos de infancia. 

Las amigas de colegio recordaron con mucho placer el bizcocho ¨borracho¨ que solo se podía comprar a escondidas y a la salida porque los padres no aceptaban que uno comiera esos dulces y mucho menos a esa hora. Ahora lo han refinado y le llaman Red Velvet.
Otro recuerdo colectivo fue el de las pizzitas y los pastelitos que también se compraban a la salida del colegio, en la Panadería y Repostería Villalona. Había olvidado que realmente eran sabrosos.

Porque debo aclarar que algunos recuerdos de alimentos vienen con etiqueta de especificidad sobre las personas que los preparaban o el lugar donde se conseguían: 

  • Los helados de Elena, de coco, leche y fresa.
  • Las toronjas rojas de Vizcaíno (padre) y los dulces de cajuil de Alicia la de Don Marco Pérez.
  • Las arepas que vendía Cadete el de Pedrito Pérez y el pan de batatas. 
  • Los mangos de Isidro el abuelo de Fernando el Loco. 
  • Helados de potecitos que vendían en el colmado de Carmito y Elena.
  • El dulce de coco de Bonilla. 
Otros vienen con marcas y formas muy particulares o en combinaciones que de no ser así no evocan la niñez: La leche Bambi, el pan con formas peculiares al igual que las galleticas que fueron endilgadas a las monjas, los caramelos que traían premios, no sé si por el caramelo o por la emoción de descubrir qué nos podíamos ganar.
Otros amigos son muy peculiares en su memoria culinaria. Me encontré con un pan ¨de cuatro tetas¨ preparado con aguacate y tomate y otro amigo que prefería arroz con huevo a las 11 de la noche. 
De las pocas cosas que me atraía comer, porque siendo niña mi gusto por la comida era muy limitado, estaba el repollo rayado, sin sazonar. Me lo encontraba un poco dulce y eso me agradaba. Nunca se me hubiera ocurrido que las berenjenas o los guandules secos podrían ser un recuerdo de alimentos de la niñez, tampoco los chulitos, ni el cocido o los bollos de harina con coco, los cuales se preparaban en mi casa pero definitivamente no me atraían.  Quizás la sopa boba que tanto le encanta a mi prima, pero sin mucho afán.

La experiencia de ver mencionar todos esos alimentos fue muy agradable, pero mejor aún, el entusiasmo con el que se hacía alusión a cada uno de ellos y la alegría de momentos de infancia vividos y vinculados a esos recuerdos.  Muchas cosas son difíciles de rescatar, ya no se preparan, ya no se venden, ya no están, pero entiendo que otras las estaremos ubicando, elaborando, rememorando, para traer la felicidad que nos brindaron esos recuerdos a nuestras vidas.



Y SI MIS OJOS FUERAN TUS OJOS

Sentada en la terraza una noche de éstas, con la música sonando y un trago sobre la mesa, me recosté en mi asiento y cerré los ojos.  Hacía una brisa fresca, constante, algo que podría llamarse ¨un adelanto del algún frente frío¨ de esos que pronostica Jean Suriel en su muro de Instagram.
Al cerrar los ojos y después de permitir que los pensamientos volaran de la canción que estaba sonando hacia aquellos temas que ocupan y preocupan en tan sólo cuestión de nano segundos, me quedé pensando si podría adivinar cómo se verían las estrellas cuando los volviera a abrir, qué distribución tendrían, quizás algunas de las que ya había memorizado de tanto extasiarme en noches oscuras.
Y si le pregunto a otra persona sobre lo que ve mientras tengo los ojos cerrados, ¿Cómo sería su descripción?  Dos estrellas por aquí, una más grande y una más chiquita por allá, el famoso sartén en el lado izquierdo pero bien alto. No es una descripción que me entusiasmaría.
Surgieron  más dudas.
¿Y si el preciado don de la vista no estuviera en tus ojos?
¿Si tuvieras que hacer el ejercicio de tocar el rostro de las personas para tener una idea mental de cómo son? Si esperases que te contaran con detalles todo lo que tienes alrededor ¿Cómo harías la descripción?
Recordé la canción de Alejandro Sanz, Siempre es de Noche, y de inmediato la busqué para escucharla. 
Fenomenal.
La pasión con que describe las emociones que siente cuando ella le cuenta con detalles el atardecer. Y mientras ella da esos detalles, él la percibe y se hace su imagen mental sobre ella.

Si yo contara uno de esos atardeceres que con tanta pasión trato de capturar en las fotos, cómo lo describiría? ¿Y si con mis manos tocara un rostro y tratara de dar detalles de lo que siento y cómo lo interpreto?

Si mi voz fueran tus ojos, como dice la canción, te contaría que mi atardecer es luminoso y colorido, pero sería mediocre dejarlo así.  Te contaría que en el horizonte todavía está el sol y su luz brillante, amarillo intenso, va mostrando los tonos menos calientes y más cálidos en su resplandor. En los extremos ese amarillo trata de convertirse en algún tono entre mamey y rosado.
Entre el horizonte y el alto cielo hay algunas nubes, planas, en hilera y que el reflejo del sol en ellas muestra unas tonalidades anaranjadas pero que también en su lado opuesto resaltan el gris de las sombras. Los reflejos del sol se sienten como caricias tibias en la piel, como beso tierno del amante, beso en la frente.
Te conté que el alto cielo es azul limpio? Si tratas de separarlo de los reflejos del sol es un tono de azul ternura, como los detalles que se colocan en las habitaciones de un bebé recién nacido.  Como cuando cambias toda la ropa de cama y te sumerges en sábanas limpias con olor a frescura que augura que lograrás el descanso anhelado.


Y por segundos va cambiando, va bajando el sol, los tonos amarillos se van convirtiendo en más rosados, más arriba lilas, el azul ofrece sensaciones de una jornada que termina y que te lleva de camino a lo oculto, lo sereno.  Hasta que comienzas a notar las estrellas, puntos separados, tenues.
Todo el espectáculo de transición te va mostrando una toma diferente y cada una de ellas te hace dudar si es más hermosa que la anterior.  El lente de una cámara no logra captar esos tonos que van deleitando nuestra mirada, ahí es cuando nos damos cuenta de la magia de la naturaleza, de lo hermoso del paisaje, dejarnos transformar como se transforma el paisaje, siendo el mismo escenario pero mejorando la versión a cada instante, de lo importante que es detenerse, observar y disfrutar un atardecer, no solo porque la imagen es hermosa, sino también porque la podemos ver.



Siempre es de noche
Alejandro Sanz
Cuéntame como va cayendo el sol
Mientras hablas pensaré
Qué guapa estás, qué suerte ser
La mitad del cuento de un atardecer
Que observo al escucharte
Porque mis ojos son tu voz
Acércate, que cuando estemos piel con piel
Mis manos te dibujarán
Tu aroma me dirá tu edad
Junto a ti, unidos sin saber por qué
Seguramente se me note
El resplandor de una ilusión
Porque a tu lado puedo olvidar
Que para mí siempre es de noche
Pero esta noche es como un atardecer
Si logras que a la vida me asome
Tus ojos sean los que brillen
Y la luna que la borren
Que en mi eterna oscuridad
El cielo tiene nombre, tu nombre
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Hace frío, es tarde y tienes que volver
Que alguien que te espera, seguro
Una vez más el tiempo se nos fue
¿Volverás?, dime si mañana volverás
Como lo has hecho cada tarde
Para contarme cómo muere el día
Y se marchó, ella se alejó de él
Pero como en las cartas dos puntos, posdata
Se me olvidaba, no me presenté
Sólo fui testigo por casualidad
Hasta que de pronto, él me preguntó
Era bella, ¿no es verdad?
Más que la luna dije yo, y él sonrió
Nunca más se hará reproches
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Compositores: Pizarro Alejandro Sanchez

De hábitos y otros esquemas

Habito dentro de mi. 
Lleno mis espacios.
El lugar al que escapo.
La rutina de mirar hacia dentro y buscar la paz que me salva de los incendios externos.
Incluyo ese momento a mis hábitos. Sin hora, sin día.
Voy a ese lugar en donde me refugio cuando no quiero ir a ninguna parte.
Y es que hay momentos integrados en nuestra cotidianidad de una manera tan profunda que ni cuenta nos damos cómo sucedieron.

Por ejemplo, en algún instante, ya sea por mutuo acuerdo con la pareja o viviendo solos, decidimos levantarnos siempre del mismo lado de la cama y eso queda tan arraigado que si por alguna razón nos toca hacerlo del lado contrario nos sentimos desubicados.

Quizás un vaso con agua reposa en la mesa de noche y el primer instinto al sentarse en la cama para levantarse es tomar el primer trago del día.

Recuerdo que leí en un test de una página en las redes acerca del significado de la primera parte de tu cuerpo que mojas al entrar a la ducha. Me pareció absurdo buscarle -y además encontrarle- un significado a ese momento de cada día que probablemente se haga en automático. Serán los pies o la cara? Un hábito que se realiza de manera instintiva.

Y así vamos pasando el día repitiendo cosas con el mismo ritmo y sin darnos cuenta, excepto cuando por alguna causa sucede de manera diferente. Nos vamos esquematizando con los hábitos.

Nuevamente tuve un recuerdo de otra lectura reciente, un texto motivacional sobre rituales de felicidad que después del análisis sobre lo que significa ser feliz,  presentaba algunas opciones para tener momentos de placer,  a sabiendas de que de eso se trata la felicidad.  Quedé muy turbada al leer las propuestas porque muchas de ellas eran cosas que me gustaba hacer, pero sentí que en este instante de mi vida no estaba disfrutando ninguna de ellas. Ni otras que no estaban mencionadas y que también disfruto.

Y ahora que lo pienso mejor, había dejado el café a un lado, lo había descartado como ritual de felicidad y descubro que lo he convertido en hábito.  ¿Acaso vemos el propósito en cada hábito, la forma en que influye en nuestras vidas por el modo en que suceden?
De seguro que si somos un poco más conscientes de los hábitos que ejecutamos a diario, en algunos casos haríamos que fluya el cambio.

Esto me lleva a los rituales.


La magia que poseen está en cada uno de nosotros.


Hacer una oración podría ser la primera idea sobre un ritual que le llegue a la mente. Pero, y qué tal si sólo encender una luz y mirarla con atención sea todo lo que requiera esa ritual? A mi me hipnotiza el movimiento de la llama de la vela. Es especial y sospecho que ese relajamiento que me produce es el que establece la conexión conmigo misma y con la situación que me haya llevado a encenderla.
Con frecuencia buscamos los rituales para encontrar ese punto de reflexión  que necesitamos para seguir en la batalla diaria.  Un bañera con agua caliente y sales aromáticas, es algo que no hacemos a diario, que buscamos cuando sentimos que la presión ya ha sido suficiente y que hay que soltar.
Hay quienes planifican ciertos rituales durante el año, quizás en Semana Santa o alguna fecha especial.
Mi Liquita y yo solíamos irnos cada miércoles santo al atardecer a tomarnos una copa de vino en un restaurante de playa, reflexionamos y damos las gracias, nos reencontrarnos con nuestra esencia. Como si fuese el último día del año.
Su ritual bien podría ser unas semanas de desintoxicación en la alimentación cada tantos meses en el año, o quizás unas escapadas a la playa con ciertas condiciones especiales de modo tal que pueda bajar la velocidad de las prisas en el día a día.
Tener rituales nos conecta.
Y aunque su definición está vinculada a la religión o la espiritualidad, no necesariamente deben ser así.  Cada quien establece aquello que le complementa su interior y le provee herramientas para mejorar su camino.
Yo he podido reconocer y dejar establecidos algunos y pienso que incorporaré nuevos, sola o acompañada, para llenar mi vida de momentos especiales.  






ENTRE AVENTURAS Y TRAVESURAS

Porque de travesuras está hecha la alegría y viene acompañado de aventuras y terminar el año entre aventuras y travesuras es una excelente forma de hacer un cierre, arrancar la página y seguir adelante.

Todo un año recordando las risas compartidas en este último día del año pasado, los brindis, la gente que coincide solamente en ese lugar, o que sencillamente se conocen ahí y solo comparten ese único día y el grupo que se prepara para celebrar cada año esa tradición, este año ¨llevando la vainita¨.  

Y de repente empieza a llover en las horas previas. No llueve en el lugar del evento, llueve por tu casa, pero es igual, hay una alerta, un recordatorio de precaución, porque en unos meses anteriores ya hubo un llamado a la salud y cuidarse es también darse amor para vivir la vida. 

Hora de cancelar la participación en el encuentro. Hasta había preparado con anticipación los ingredientes para la cena de nochevieja, que se celebraría al retorno del encuentro.

Pero las demostraciones de amor empiezan a manifestarse. Una sobrina amada que se preocupa porque su tía no piense que se va a mojar si es que acaso llueve y hace las gestiones y se mantiene avisándole hasta que está todo listo: ¨aquí hay un lugar donde puede resguardarse si se presenta una emergencia, puede venir tranquila¨.

Y mejor aún, este año no tendría preocupación sobre estacionar el vehículo, más demostraciones de amor que surgen para hacer más divertida la aventura, ya tengo quien me va a llevar al evento. 
Y a disfrutar, a compartir, a sentir el calor humano, la temperatura alta, el calor de la diversión,  mucho calor (susantísimo), el brindis, la música, el baile, las fotos, con los tuyos, con los míos, con los extraños, todos dispuestos a celebrar.  

Quedó la expectativa de algunas personas que estuvieron en otros años y esta vez no nos pudieron acompañar, aquellas que fueron parte de la primera vez, y de la segunda, o aquellas con las que nos encontramos coincidencialmente entre apretujones y caminadera buscando una esquinita desde donde disfrutar, o aquellas con las que pensamos que estaríamos este año porque se han contagiado de la magia del evento y queremos compartirlo, pero al final no se pudo concretizar.  Está la promesa para el próximo año, el próximo encuentro.

Y después de un rato de pura diversión sin preocupación, aparece un mensaje: ¨del otro lado el ambiente está mejor, recojan sus pertenencias, las que agradan a su paladar, vamo´allá¨.

A terminar el rato que falta, a comentar las travesuras, a planificar el próximo encuentro, que no necesariamente tiene que ser en un año porque realmente la hemos pasado bien, y también el del próximo año, que nos conecta con más personas.

Y todo termina a tiempo para ir a completar los preparativos de esa cena familiar, la última del año, la que nos congrega quizás como siempre, quizás con las mismas palabras de agradecimiento, pero con un sentido diferente, con un propósito diferente, la promesa de que seguiremos unidos, compartiendo, amándonos, creciendo, siendo mejores personas cada día más, no porque eso traerá el nuevo año, sino porque es un deseo del corazón.


Y luego de los manjares, aún con el estómago brilloso de haberse extendido, llegó el último minuto del año y llegó de manera intempestiva.  No entendía por qué algunos vecinos hacían tanta bulla y empezaban a encender fuegos artificiales si faltaba todavía más de una hora, ¡qué vecinos tan alegres me tocaron¡ pensaba yo. Pues volví a mirar los relojes, el de la computadora tenía una hora menos, el de la cocina tiene las pilas gastadas y tenía 15 minutos menos también, pero si, ya eran las doce, ENTRAMOS EN EL 2018.  ¡¡¡Felicidades!!

Abrazos, besos, luces, incienso, brindis, hermoso despliegue de fuegos artificiales. A continuar la vida. A hacer que el 2018 sea diferente, no porque haya cambiado el número, sino porque yo voy a cambiar para que así sea.

Garabateando poesía


Que distante está el diciembre pasado que nos pone a hacer promesas para un nuevo año. Pero qué cercano está el siguiente diciembre que nos invita a reinventarnos.

Este es el período en donde mi amiga instala su arbolito, con mucho tiempo de anticipación, para poder disfrutarlo después del ajetreo que le produce.

Es el instante donde los minutos del amanecer comienzan a ser un poco más lentos y el sol coquetea con la noche para salir más tarde, más perezoso, más soñador, más colorido.

Si cada instante de mi vida me tomo la concentración de saborear el café, cuando empieza el conteo regresivo de los días finales se hace más pertinente detenerme en ese momento, detener el convulsionado movimiento de la mente para disfrutar la magia del líquido negro.

Y saboreando un aromático café se me ocurrió garabatear algunas líneas que pintan a poesía.

Suspiro el aroma de café
¿Se detiene el reloj?
Tengo en mis manos el instante para soñar
Para pintar con rojo labial
El resplandor del atardecer que espero.
Y me pregunto:
de cuales
con qué lazos
¿Con cuáles cintas se entrelaza mi alegría?
Busco paz. Suena cliché.
Busco vivir. 
Sin más preocupación que la del día,
Hacer planes para esta noche
con la certeza de que siempre habrá forma
de resolver lo de mañana,
cuando amanezca.

Con la compañía perfecta
Aquella que además puede ser imperfecta
y hacerme feliz.
No con la felicidad del otro
sino con los detalles que llenan cada momento de mi vida: 

Saborear la cama por horas,
sin prisa,
sin otro motivo que estar.

Que mis pasos vuelen tras el aroma del café
respirarlo, suspirarlo y luego saborearlo.

Llenar de flores mis jarrones
y contemplar la belleza del colorido.

Atrapar un hermoso atardecer en una foto
y compartir la maravilla del universo.

Un beso de mis hijos y el pan caliente en la mesa.
Qué más puedo esperar para ser feliz!



MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...