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REMEDIOS PARA CUIDAR EL ALMA

Cierre los ojos e imagine cada detalle de lo que voy contar. Le voy a hablar sobre esta ciudad. No es nueva, por el contrario, es una ciudad de muchos años, sin embargo no es antigua ni gastada, tiene el brillo de la luz, el blanco de la espuma del mar, los colores de las flores en las puertas.

Es una ciudad sencilla, de formas sencillas, de gente sencilla, de corazón abierto y transparente. 

Muchas casas fueron construyéndose una justo al lado de la otra, aprovechando la pared del vecino, ese que instantáneamente se convierte en familia, compartiendo ventanas, portales, aromas y platos recién cocidos, música y alegrías. Las penas, cuando aparecen,  se sienten pero no se comparten, se susurran muy bajito para que solo las escuche la almohada, con la certeza de que al día siguiente, con el amanecer, ya habrán desaparecido. 

Le puedo asegurar que la gente está llena de paz, se despierta con la expectativa de los rayos del sol que cada día tocan a la puerta, llenando de luz todos los rincones del hogar. Debe ser que los pajaritos se ponen de acuerdo y comienzan a entonar la misma canción a la misma hora en cada ventana anunciando el nuevo día.

Y pareciera que todos los días se realizan las mismas rutinas, las mismas acciones, sin embargo no hay rutina que tenga una carga de amor tan alta y a la vez pueda convertirse en tedio.  

Levantar la cortina que cubre la ventana y sentir la brisa del nuevo día.  A continuación encender la estufa y preparar el café mientras al mismo tiempo se calienta también el agua para el té; disponer de los ingredientes para preparar el pan ligero y acompañarlo con huevos revueltos, yogur, frutas frescas y miel.  ¿Cuál sería la música ideal para ese momento en que inicia el día? Esa también me acompaña.

¿El trabajo? Vivir cada día con la mejor sonrisa, porque es lo único que tenemos seguro, este día, este instante, el regalo del brillo del mar visto desde la puerta y el aroma del salitre. Todo lo demás que se pueda hacer solo viene a complementar lo que hace falta para continuar el siguiente día, ya sea sembrar, pescar, construir, negociar, reparar, vender o escribir. 

Yo definitivamente tengo el mejor trabajo del mundo. A un costado de la entrada de la casa he dispuesto un pequeño espacio, una terraza techada de flores rosadas y amarillas, rodeada solo de barandillas, dando la sensación de estar colgado de una ladera, un espacio completamente abierto y dispuesto a recibir la brisa que viene del mar. Con algunas sillas y cojines, está colocada una mesa para servir el café, porque eso ofrezco, la posibilidad de degustar un rico café. También dispongo de la magia del té, de las combinaciones que se me ocurre crear con las hierbas y ramas que he cultivado del otro lado de la casa.

Pero lo verdaderamente sabroso es el café, acompañado de una mirada amorosa, de un hombro para dar apoyo, de unas palabras de aliento y unas manos que ofrecen ayuda. Le ofrezco los remedios que conozco para cuidar el alma. También cuento con combinaciones para el café, variedades que recibo de otros lugares, especias que resaltan algunos sabores.  El espacio está dispuesto, puede escoger la taza de su preferencia, todas son distintas, muchas tienen historias para contar las cuales con mucho gusto puedo compartir, porque aquí encontrará compañía, alguien con la disposición a escuchar y si así lo desea, también podrá oír algunas historias, consejos o respuestas a sus inquietudes. La greca se pone cuando llega el comensal y elige la bebida y combinación de su preferencia y se repite tantas veces como lo desee.  El aroma hechiza y quizás también le pueda brindar, como cortesía de la casa, alguna galleta dulce o salada, dependiendo de su preferencia.  

Cuando sucede que todos están en sus labores y que no hay nadie esperando para saborear la delicia del café o del té compartido, tengo la oportunidad de conversar con las plantas, las hierbas, las flores y los frutos, encender el fuego en la cocina y como si tuviera una varita mágica en las manos, disponer de los ingredientes para inventar un nuevo menú para este día.  Puedo asegurarle que siempre continuará sonando alguna melodía, una que combine con las emociones del día.

Y entre actividades, sola o acompañada, en la intimidad de la familia o en la intimidad de los visitantes, transeúntes y vecinos que buscan agregar felicidad a sus días con una taza de café, de seguro encontraré algún momento para dar rienda suelta a las ideas y escribir algunas historias, llenar páginas de sueños, de anécdotas o de curiosidades.

Pienso que de esto se trata la felicidad, que disfruto lo que hago y lo comparto. Te invito a mi hogar.



MUCHAS CABEZAS, MUCHOS MUNDOS

 "Cada uno de nosotros creamos un mundo entero en nuestra cabeza y vivimos en ese mundo".  
El Quinto Acuerdo, por Don José Ruiz.

Leyendo el libro citado, cuando me encontré con esa frase me detuve y después de entenderla como lección, empezaron a brillar lucecitas alrededor de mi propia cabeza, no porque había tenido un momento de elevación, claridad intelectual o espiritual, sino porque se me despertó la duda sobre qué estará pasando por la cabeza de algunos personajes muy peculiares y cómo podría ser ese mundo íntimo en el que se desenvuelven.

Cuando meditamos hacemos una visita imaginaria a otros lugares, pero en esta ocasion no me refiero a esos espacios, me quiero referir a los mundos que son creados a partir de estados de ánimo o de circunstancias en la vida, o quizás las cualidades individuales de cada persona, sin que exista un proceso de inducción a ese momento de meditación.  Por supuesto, primero me dediqué a definir el mio propio, los escenarios que se pueden construir en mi cabeza y ciertamente debo admitir que hay varias habitaciones disponibles de acuerdo a las circunstancias y el momento, hay varios mundos flotando en mi interior.  

Me llegó a la imaginación que para una persona que tenía edad adulta entre los años 60´s y principio de los 70´s,  en su cabeza (su mundo) habría suavidad, relajación, música, pintando todo a su alrededor de color de rosa, amor y paz. Puedo sospechar que la influencia de los alucinógenos, que es un elemento con el que se vincula al movimiento hippie de ese momento histórico, es un referente para suponer esa visión de las cosas.

Por otra parte, hay personas que viven discutiendo y quejándose por todo, pues me imagino que llevan su mundo interno entre truenos y relámpagos, en bruma, lloviendo, pero con calor, mirando solo el lado negativo de las cosas y complicando todo a su alrededor.

Estarán aquellos que podrían ser más creativos y colorear sus espacios con Animé, crear su avatar, que a lo mejor es un personaje completamente diferente a la realidad, no una caricatura, sino una figura diferente, estatura, contextura, color, incluso género opuesto al que tienen en esta realidad.

Haciendo el ejercicio de adentrarme en uno de mis mundos y detenerme en los detalles, recordé que en mayo del pasado año escribí  Remedios para Cuidar el Alma y describí una ciudad especial, que podría ser el lugar donde se ubica esta habitación maravillosa que voy a presentar a continuación.  

Está ubicada en la ladera de alguna montaña en una isla griega. Una terraza circular techada con paredes y cortinas blancas, con ventanas casi en su totalidad para tener la vista del mar azul desde prácticamente todos los ángulos, muebles de colores claros y muy acolchados que cubren todo el espacio, adornados con muchos cojines con lindos y coloridos diseños bordados en estilo hindú, con borlas e hilos dorados. Algunas mesas de poco espacio porque en algún lugar hay que colocar la taza del café o la copa y las picaderas, además de algunos jarrones con flores. En alguna esquina y de manera discreta, una bocina que reproduce una suave música de jazz, o quizás algún ritmo folclórico de la zona. Los libros están en los muebles, son los invitados y acompañantes de este lugar maravilloso, lleno de paz, de relajación, de iluminación.   Aún sigue estando en uno de mis mundos, en una fracción de mi cabeza que contiene elementos de esos que me representan, un refugio de sueños y felicidad.

Este ejercicio de imaginación me recuerda la canción Pájaros en la Cabeza, del cantante español Ismael Serrano, quizás no en el contexto que estoy compartiendo ahora, pero tiene esa referencia a los mundos que creamos en nuestra cabeza, ligado a los sueños, los deseos, quizás las frustraciones. 

Me gustaría proponer que seamos conscientes de la posibilidad de esos mundos alternos y hagamos el ejercicio de crearlos de manera intencional, colocando todos los elementos que nos hacen feliz, que nos llenan de risas, de sueños, provocar al Universo para que quizás exista la posibilidad de que puedan ser sacados de la cabeza y convertidos a otra realidad.


MUCHAS CABEZAS, MUCHOS MUNDOS

 "Cada uno de nosotros creamos un mundo entero en nuestra cabeza y vivimos en ese mundo".    El Quinto Acuerdo, por Don José Ruiz....