ENCANTAMIENTOS 001

Me encantan las películas con la temática de lo mágico, fantástico y creativo. Debo declarar que soy una fanática de toda la saga de Harry Potter, considerando también que leí los libros mucho antes de que empezaran a producir las películas y me pareció fabuloso reconocer que cada guión se mantuvo estrechamente apegado a los mismos, por supuesto con la aprobación de la escritora.  También admito que me encantan las películas de vampiros, de hadas, mitos y leyendas, infantiles o juveniles, para terminar en las de ciencia ficción. Por supuesto con una trama razonable.

Pero me quiero quedar en la fascinación que me provocan las películas con magia. Recordé una que vi hace mucho tiempo, de tres hermanas brujas tratándose de adaptar a una vida moderna con la conciencia de unas capacidades ancestrales, difíciles de aceptar por el común de las personas y además con una maldición a cuestas: el hombre del que se enamoraran con todo su corazón moriría muy rápidamente impidiendo una estable relación de pareja. Una de estas hermanas trató desde muy niña de evitarse el sufrimiento de llegar a enamorarse y perder el amor de su vida y decidió crear un conjuro y lanzarlo al universo. Su amado tendría cualidades que fueran difíciles de reunir en una misma persona, de modo que sería imposible que llegara a su vida un hombre con esa descripción: debía tener un ojo de un color y el otro diferente, tener un escudo protector, y otros detalles que ahora no recuerdo. E independientemente de la magia que llevaba en sus venas, lo pidió con tanta fuerza, con tal empeño que sucedió lo que parecía imposible y a su vida llegó esa persona.

Y viendo la película en perspectiva se me ocurrió que también en la vida real y de manera frecuente, a veces conscientes y otras veces no, utilizamos la magia, murmuramos encantamientos, hacemos conjuros que lanzamos al aire, al universo, cada vez que empezamos a decretar.  Sucede así cada vez que al llegar la última noche del año, la que nos llena de expectativas para los próximos 365 días, nos disponemos a preparar nuestros deseos, metas, objetivos.  Cada uno de ellos se va convirtiendo en un conjuro y dependiendo de la fuerza de nuestro corazón, del anhelo con que lo deseemos, podríamos verlos convertidos en realidad.  Si pensamos que puede ser algo que querríamos mucho, que nos llena de luz la mirada pero que está un poco difícil, ese deseo tardará en llegar a nuestras vidas hasta que llegue el momento en que nuestra aspiración sea realmente intensa, sin limitaciones. Y se cumplirá, se hará la magia. Por supuesto hay que dar pasos para acercarnos a los deseos, todo no se queda en escribir un conjuro y convertirlo en un decreto.

Con amigos cercanos quise conocer algunos deseos que podrían convertirse en encantamientos. Por consenso normalmente lo primero que nos llega al corazón es el anhelo de que nuestros queridos tengan salud.  La idea de la enfermedad y sus procesos es aterradora y esperamos lograr tranquilidad asegurando el bienestar del cuerpo para aquellos que amamos.

Tengo un amigo que había estado deseando poder comprar un apartamento y tener una hija.  Dentro de unos meses su mujer dará a luz y antes de lograr ese objetivo ya había hecho las gestiones para tener un apartamento.  Podría considerarse desde un punto de vista lógico que si se hacen las gestiones se logra, pero la magia está en las facilidades que se van dando y la manera en que podamos fluir para que alcancemos esos objetivos.  Ya él lo ha entendido desde esa óptica y ahora ha definido su próximo deseo, comprarse un carro y tener un local para su nuevo negocio.

Una amiga tiene claro que lo que desea es poder tener vida para dejar a sus hijos en capacidad de ser autosuficientes.  Siempre los hijos ocupan una prioridad en nuestros motivos para vivir.

Los motivé a que sacáramos de nuestro corazón esos deseos que a veces creemos que son utópicos y que hiciéramos descripciones específicas.  Uno de ellos fue el deseo de tener una cabaña en la montaña donde poder vivir y no solo pasar los fines de semana. Le agregamos chimenea y todas las facilidades en los servicios, incluido el internet.  Los gastos deben ser mínimos para mayor tranquilidad, debe ser segura, placentera, con accesibilidad vial.

Con una descripción así entonces cambió la perspectiva de mi amigo que quiere cambiar el vehículo, definiendo mejor que quiere un carro del año actual, marca Honda, el color no lo decidía aún, pero tenía claro que no quería tener deudas para obtenerlo, que debía ser nuevo, con todos los requisitos e impuestos cubiertos.  Me parece que se emocionó visualizándolo y también me parece que empezará a planificar de qué manera dará los pasos para obtenerlo. Se hizo la magia en su corazón.

Otro amigo que sabe la creatividad que ocupa mis ideas de inmediato pensó en la magia y dejó que saliera toda el ingenio de su corazón, deseando poder disfrutar, como las aves, desde arriba, los grandes escenarios que nos ofrece la naturaleza. Muy idílico e imaginativo.  Le pregunté si se visualizaba haciendo eso montado en una escoba voladora o quizás en una alfombra mágica.  Se me ocurrió que también podría ser un dron, idea que le gustó y aclaró que debía ser uno con capacidad para dos personas y con la facilidad de descender en los lugares que se desee para tener un contacto más cercano con lo que ves, cuando así lo desees.

Hay que soñar, hay que anhelar, hay que elaborar ese conjuro que nos llega a las fibras internas del corazón, aquello que no es lo habitual, incluso que es específicamente para uno mismo y no por el amor que sentimos hacia los que queremos.  Y luego de elaborado ese encantamiento, hay que entregarlo a Dios, al Universo, pero hacerlo con tantas ganas que por supuesto no quede más remedio que ser concedido.
Busque su varita mágica, conéctela a la energía de su ser, toque las notas en detalle de su oración, de ese deseo de su corazón y con mucha fe, entréguelo.  Y sea feliz.





Y SI MIS OJOS FUERAN TUS OJOS

Sentada en la terraza una noche de éstas, con la música sonando y un trago sobre la mesa, me recosté en mi asiento y cerré los ojos.  Hacía una brisa fresca, constante, algo que podría llamarse ¨un adelanto del algún frente frío¨ de esos que pronostica Jean Suriel en su muro de Instagram.
Al cerrar los ojos y después de permitir que los pensamientos volaran de la canción que estaba sonando hacia aquellos temas que ocupan y preocupan en tan sólo cuestión de nano segundos, me quedé pensando si podría adivinar cómo se verían las estrellas cuando los volviera a abrir, qué distribución tendrían, quizás algunas de las que ya había memorizado de tanto extasiarme en noches oscuras.
Y si le pregunto a otra persona sobre lo que ve mientras tengo los ojos cerrados, ¿Cómo sería su descripción?  Dos estrellas por aquí, una más grande y una más chiquita por allá, el famoso sartén en el lado izquierdo pero bien alto. No es una descripción que me entusiasmaría.
Surgieron  más dudas.
¿Y si el preciado don de la vista no estuviera en tus ojos?
¿Si tuvieras que hacer el ejercicio de tocar el rostro de las personas para tener una idea mental de cómo son? Si esperases que te contaran con detalles todo lo que tienes alrededor ¿Cómo harías la descripción?
Recordé la canción de Alejandro Sanz, Siempre es de Noche, y de inmediato la busqué para escucharla. 
Fenomenal.
La pasión con que describe las emociones que siente cuando ella le cuenta con detalles el atardecer. Y mientras ella da esos detalles, él la percibe y se hace su imagen mental sobre ella.

Si yo contara uno de esos atardeceres que con tanta pasión trato de capturar en las fotos, cómo lo describiría? ¿Y si con mis manos tocara un rostro y tratara de dar detalles de lo que siento y cómo lo interpreto?

Si mi voz fueran tus ojos, como dice la canción, te contaría que mi atardecer es luminoso y colorido, pero sería mediocre dejarlo así.  Te contaría que en el horizonte todavía está el sol y su luz brillante, amarillo intenso, va mostrando los tonos menos calientes y más cálidos en su resplandor. En los extremos ese amarillo trata de convertirse en algún tono entre mamey y rosado.
Entre el horizonte y el alto cielo hay algunas nubes, planas, en hilera y que el reflejo del sol en ellas muestra unas tonalidades anaranjadas pero que también en su lado opuesto resaltan el gris de las sombras. Los reflejos del sol se sienten como caricias tibias en la piel, como beso tierno del amante, beso en la frente.
Te conté que el alto cielo es azul limpio? Si tratas de separarlo de los reflejos del sol es un tono de azul ternura, como los detalles que se colocan en las habitaciones de un bebé recién nacido.  Como cuando cambias toda la ropa de cama y te sumerges en sábanas limpias con olor a frescura que augura que lograrás el descanso anhelado.


Y por segundos va cambiando, va bajando el sol, los tonos amarillos se van convirtiendo en más rosados, más arriba lilas, el azul ofrece sensaciones de una jornada que termina y que te lleva de camino a lo oculto, lo sereno.  Hasta que comienzas a notar las estrellas, puntos separados, tenues.
Todo el espectáculo de transición te va mostrando una toma diferente y cada una de ellas te hace dudar si es más hermosa que la anterior.  El lente de una cámara no logra captar esos tonos que van deleitando nuestra mirada, ahí es cuando nos damos cuenta de la magia de la naturaleza, de lo hermoso del paisaje, dejarnos transformar como se transforma el paisaje, siendo el mismo escenario pero mejorando la versión a cada instante, de lo importante que es detenerse, observar y disfrutar un atardecer, no solo porque la imagen es hermosa, sino también porque la podemos ver.



Siempre es de noche
Alejandro Sanz
Cuéntame como va cayendo el sol
Mientras hablas pensaré
Qué guapa estás, qué suerte ser
La mitad del cuento de un atardecer
Que observo al escucharte
Porque mis ojos son tu voz
Acércate, que cuando estemos piel con piel
Mis manos te dibujarán
Tu aroma me dirá tu edad
Junto a ti, unidos sin saber por qué
Seguramente se me note
El resplandor de una ilusión
Porque a tu lado puedo olvidar
Que para mí siempre es de noche
Pero esta noche es como un atardecer
Si logras que a la vida me asome
Tus ojos sean los que brillen
Y la luna que la borren
Que en mi eterna oscuridad
El cielo tiene nombre, tu nombre
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Hace frío, es tarde y tienes que volver
Que alguien que te espera, seguro
Una vez más el tiempo se nos fue
¿Volverás?, dime si mañana volverás
Como lo has hecho cada tarde
Para contarme cómo muere el día
Y se marchó, ella se alejó de él
Pero como en las cartas dos puntos, posdata
Se me olvidaba, no me presenté
Sólo fui testigo por casualidad
Hasta que de pronto, él me preguntó
Era bella, ¿no es verdad?
Más que la luna dije yo, y él sonrió
Nunca más se hará reproches
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Compositores: Pizarro Alejandro Sanchez

Las cosas de mi parque

Estuve en el parque. En uno muy peculiar.
Uno que tiene la apertura suficiente para que todo el que allí llega se sienta fuera del closet, motivado y liberado.
Me gusta ese parque, me gusta sentir la alegría de la gente, la forma en que fluye la energía. Hay luces, hay sonidos, murmullos, risas, todos brindan y comparten, cada uno con su grupo.
Están los fijos en sus días fijos, esas dos parejas que van entrando en edades donde la vida se visualiza en otras velocidades y cuyas damas llevan sus sillas plegables y cargan a rastro su bocina y su nevera.  La selección musical es de mi total agrado, van desde el jazz, bossa nova, algunos de la vieja trova, de la más reciente, unos merenguitos viejos bien motivadores, todo en un nivel de sonido acompasado y que permite una grata conversación.
Ellas, nuevamente las damas, toman cerveza y hasta las visten con unas capuchas especiales para conservar el frio, sirven una picadera para entretener, nachos, queso de untar, algunas aceitunas.  Ellos, los caballeros, tienen gustos diferentes entre ambos en lo que se refiere a las bebidas, uno siempre toma vino tinto, el otro muestra preferencia por un trago de alcohol.  Siempre en el mismo banco, en el centro de una orilla del parque.
Los de al lado de ellos, esta vez una pareja de chicas que también ha llevado su nevera, llevan el hielo y los vasos pero he visto como se movieron a suplirse con medio galón de vino tinto La Fuerza, de moda últimamente por su bajo costo y alto rendimiento. No sé por qué lo mantienen dentro de la funda y solo cuando se van a servir se puede notar qué es lo que están tomando.
En el otro extremo otra pareja también de chicas, pero ya llevan varias botellas de cerveza, jumbo light, y rien con mucha fuerza, con historias divertidas que llenan sus ojos.
A mi llegada al parque me llamó mucho la atención este chico sentado en posición de loto en un banco de los que están camino al centro. No es que fuera desconocida esta postura, pero tenía las piernas enredadas de tal modo que parecía que sus piernas fueran más largas y retorcidas de la cuenta. Y así pasó toda la noche. Se reía, tomaba, charlaba y en ningún momento cambió su posición, a pesar de que los hierros del banco no están exactamente acolchados que digamos.
Esta noche es notorio un mayor número de parejas heterosexuales, grupos de dos o tres parejas, aunque lo habitual han sido los grupos homosexuales. Un grupo grande de ellos y ellas está sentado al pie de la estatua que reina en este parque, en los escalones de un lateral.
Rien, gesticulan de manera desproporcionada, dramática, divertida, muestran sus atuendos osados, provocadores, bailan y brindan en una complicidad y alegría contagiosa.  Mientras me quedo mirando y disfrutando sus gestos, cruza delante de mi un chico corpulento, rellenito, con un pantalón jeans muy ajustado y de inmediato surge el pensamiento en mi cabeza, el cual ha sonado un poco alto como para escucharse ¨ajútate candito¨.
Regularmente se ven 2 o 3 perros correteando, hoy no se ven, parece que en estos días no hay ninguno en calor.
Ya nos cruzó por el lado ¨la mariposita¨, ese chico espigado que pasa adulando a las damas que van acompañadas de su pareja y les regala un botón de alguna flor recogida al terminar alguna boda de las iglesias circundantes.  Y luego se va, extrañamente, sin agregar algún comentario.  Pero luego de varias vueltas regresa y pide apoyo para comprar algo de comer o pagar algo. Esta vez no se dirige a las damas, sino al caballero que le acompaña.  Con suerte y por rutina, dicho caballero no lo pensará mucho y buscará alguna moneda para aportar. Sin embargo de vez en cuando surge alguno que cuestiona que la flor y el halago fue a la dama y es a ella a quien debe pedir aporte. Motivo de risas y sonrojos.
El diminuto negocio que suple las bebidas y los snacks siempre tiene mucho movimiento. Tiene el único baño asequible en el lugar y es tan estrecho que hay que sumirse y estirarse para pasar a usarlo. Necesario hacerlo, porque no existe grupo o pareja en el parque que no tenga a su lado una bebida para compartir, el punto central de los encuentros.
Abundan las cervezas y por supuesto el señor que va recogiendo las botellas y a veces se le puede ver probando de alguna que ha quedado entera y que todavía tiene buena temperatura.
La música puede variar entre un extremo y otro del parque, pasando por el centro y los laterales, sin embargo, ninguna es más alta que pueda crear ruido o apagar la otra y en algún momento todas tienen la misma línea selectiva.
Todavía quedan muchos grupos por describir, espacios de personas que cuentan una historia sin hablar, coloridos, musicales.
Este parque tenía un letrero pequeño con su nombre adosado a una pared que fue hermosamente pintada y el nombre ha quedado borrado. Aún nos queda la estatua en el centro y un sutil olor a azahares de algún naranjo de la zona, para hacer más placentera la estadía en el parque.
Cuando se acepta y asume la diversidad, se respira alegrías, se llena el espíritu de solidaridad, se contagia el descanso que produce soltar las apariencias y liberar los temores, los besos salen amorosos si es que a su lado le acompaña quien pueda sentir también la algarabía en el corazón.
Busque su parque más cercano, deténgase en los detalles, la gente, disfrútelo, como yo lo hago cada vez que me acerco a mi parque.






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