SEMAFORO PARA LA VIDA


Desde mi terraza tengo la vista de un semáforo cercano.  En las noches en que busco la brisa fresca y la paz que me da este espacio le veo cambiar en sus tonalidades verde, amarillo, rojo.
Absorta en el cambio de luces pensaba en las veces que debemos seguir esas señales para tomar acciones en los diferentes ámbitos de nuestra vida.


De inmediato mi memoria relacionó esta imagen con un Rodizio, restaurante churrasqueria  brasileña.   La forma de servicio en un rodizio es única, pagado tipo buffet, utilizan la modalidad en que los diferentes camareros pasan por las mesas con unos pinchos largos llevando pedazos de la misma carne asada en cada uno de ellos y la ofrecen para cortarla en el plato.  Esto se repite con los distintos cortes de carne hasta que los comensales paralizan la operación.  La forma en que los camareros se detienen es a través de unas fichas de dos colores puestas en cada mesa, verde y rojo, con lo cual se indica si se quiere seguir comiendo más o si por el contrario ya está satisfecho.

La posibilidad de tomar las decisiones cotidianas simplemente utilizando unas tarjetas, solo dos colores, simplificaría mucho la carga emocional que absorbemos al momento de decidir, pero se podría crear un desequilibrio en cuanto al análisis de los componentes envueltos en cada decisión.
El Acertijo (The Riddler) era ese personaje de la serie de Batman que utilizaba un dado con las opciones de SI/NO para tomar decisiones sin importar si se creaba un conflicto o crisis. En sus pensamientos no existian análisis ni se medían consecuencias, simplemente dos opciones, una decisión que tomar.
En cada segundo de nuestras vidas llevamos el peso de las decisiones que debemos tomar, algunas no tienen relevancia, sin embargo asumimos muchas otras que conllevan medir las consecuencias de esas acciones.
¿Qué puede influir a la hora de tomar decisiones? Entiendo que en tanto sean importantes para nosotros las personas a las que pueden afectar, si puede causar malestar, si por el contrario produce satisfacciones, alegrias, eso será importante para actuar.
Por ahí debería ir el peso de nuestras acciones, procurar que el efecto sea el mejor para todos, comenzando por uno mismo y esa es la parte más difícil, pero sobre todo dejarse guiar por el corazón, por ese susurro interno. Siento que internamente tenemos ese semáforo que nos va indicando la respuesta, que nuestro ojo interior a veces no quiere ver los colores o escuchar, pero están ahí, resuenan.

Quiero compartir una idea y hacer una propuesta, voy a hacer el ejercicio de agregarle un poco más de humor a la vida, algo del verde y la risa del Acertijo de Batman, quizás hacer unas fichas tipo rodizio y de vez en cuando y en acciones que no tengan una repercusión trascendental, tomar las decisiones utilizando estas fichas, que la energía que mueve el universo fluya a través de ellas y nos lleve a las mejores decisiones, con diversión y picardía. Solo para agregar felicidad a nuestras vidas.
Ser felices, aunque sea solo para joder.








Y si inventamos una Ucronía

Hace unos meses leí en el blog de un amigo sobre el género literario UCRONIA.  Me pareció de lo más llamativo y motivador y lo dejé en reposo para pensarlo más adelante.

La ucronía es un género literario que consiste en plantear un universo alternativo a partir de un punto histórico de la realidad que conocemos. Dicho de otro modo, un universo ucrónico plantea cómo sería el mundo si el resultado de un determinado evento histórico hubiese sido diferente. Según la RAE: es la Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder.(Inteligencia Narrativa)
https://www.inteligencianarrativa.com/ucronia/ )

Me motivé con la posibilidad de inventar alguna pero también me quedé con la duda sobre ese hito que tomaría de referencia para hacer el relato. Crear una ficción sobre un posible universo paralelo requiere mucha imaginación y no estoy segura si podría alcanzar esas expectativas.


Y sin embargo también me estaba planteando otro tema que me resulta muy atractivo y podía servir de enlace con lo anterior: lo mítico, personajes sobrenaturales, fantasiosos.  Una vez, dentro de los muchos libros adquiridos, le compré a mi hijo más pequeño Las Crónicas del Reino de la Fantasía de Gerónimo Stilton como lectura infantil pero confieso que en realidad era yo quien estaba interesada en leerlas. Recuerdo que nos íbamos a la librería los domingos en la mañana, a hojear libros, leer algunas historias breves y comprar otras y pasaba más tiempo en el área infantil y no solamente por ellos, yo también dejaba volar mi espíritu infantil y lleno de magia y fantasía.

Volviendo a la Ucronía, ya hay muchas historias y películas inventadas a partir de un posible suceso histórico y enlazándolo a las Crónicas del Reino de la Fantasía, estas inician, además de identificar a  los personajes, que eran elfos en su mayoría con el nombre de una estrella a la que representaban y guardaban en su frente esa luz, contando sobre los viajes largos que había que realizar a veces montados sobre dragones.  
¿Y si aparte de los dragones agregamos la convivencia con los Dinosaurios?  No me imagino la forma en que podrían ser domesticados o por lo menos convencidos para sostener una vinculación y servir a ciertos propósitos, excepto cuando de niña veía en la televisión a Los Picapiedras.
Me pregunto ¿Sería la idea de los muñequitos de Los Picapiedras considerados como una ucronía?
En definitiva en el guión no se extinguieron los dinosaurios, se integraron a la vida cotidiana y  se fueron modernizando en el sentido práctico a partir de los recursos compartidos.
Más o menos digo yo.
Otra modalidad de la ucronía nos invita a eliminar un personaje histórico trascendente y crear la historia desde esa perspectiva.  De inmediato se piensa en Hitler y la utópica idea de creer que podemos rescatar el mundo y evitar la guerra y la masacre de los judíos borrando su imagen de la historia.
¿Y si nos vamos a la Biblia y eliminamos, por ejemplo, a Judas y su beso traidor? ¿En verdad hubiésemos evitado que Jesús fuera juzgado, maltratado, acusado y sacrificado? ¿No estaríamos perdiendo a través de la proyección creativa de esta posibilidad, el concepto planteado por Jesús de morir para que nuestros pecados sean redimidos y darnos una lección de fe, de entrega y amor?

La idea de alterar la realidad a partir de cambiar elementos históricos, aun sea utilizando la ficción a través del concepto de una ucronía, también ha sido un tema utilizado en películas y series.  Existen más de una docena, pensando de manera muy vaga, las películas que presentan las consecuencias de ir al pasado y cambiar una realidad que luego tiene sus repercusiones en el futuro, sin embargo de esto no se trata la ucronía, se trata de crear una nueva realidad cambiando elementos del pasado.

Enfrentar este dilema terminó siendo sobrecogedor para mi.  A la mente le resulta difícil acomodar sus ideas a posibilidades que no ha tenido contempladas, a realidades que son diferentes a aquellas que hemos aprendido a través de libros o relatos y que chocan con conceptos pre-establecidos en el cerebro. Solo aprobamos lo que podemos ver o tocar o que nos han enseñado como una realidad insustituible.
Al final de cuentas me convenzo de que crear una ucronía requiere que establezca varias sesiones de terapia psicológica para bloquear patrones mentales que podrían limitar mi creatividad para entonces dar riendas sueltas a la imaginación y poder mostrar ideas nuevas.
Quizás entre mis amistades aparezca alguien que pueda desarrollar este concepto y comparta conmigo ese despliegue de creatividad y juntos podamos cerrar los ojos y soñar.


SABOREANDO RECUERDOS

Uno va dejando muchas cosas guardadas en el celular, sobre todo imágenes que quizás no utilizaremos pero que nos gustan, y se va llenando la memoria del mismo y como corresponde hay que empezar a borrar fotos y videos para recuperar espacio. 
Así fue como encontré una captura que hice hace un tiempo sobre una publicación.  Tenía un propósito, conservar los nombres de los vinos mencionados, pero al verla mis pensamientos se detuvieron en recordar otras escenas de una de mis películas favoritas, Ratatouille.

He hecho ratatouille en casa y ciertamente ha gustado mucho, pero lo mejor sobre evocar el plato es recordar el momento en que Antón Ego, el crítico culinario, se remonta a su niñez en el instante que saborea la combinación de vegetales de ese plato.
Los recuerdos placenteros de la niñez normalmente están vinculados a una travesura o a una comida. Hasta nos permiten sentir olores y ambientes en donde vivimos esos momentos.

Tenía la intención de escribir muy descriptivamente sobre esos alimentos que hemos dejado de tener en nuestro menú cotidiano pero que inmediatamente los vemos o escuchamos mencionarlos nos transportan a nuestra infancia, sin embargo se me ocurrió primero hacer una consulta en algunos grupos de chat de amigos cercanos y me ha fascinado la forma en que han respondido.  Creo que con esa consulta alcancé el objetivo de lograr que quienes leen lo que se me ocurre escribir puedan sentir y disfrutar también lo que estoy describiendo, porque cada respuesta estuvo cargada de ímpetu, de placer, de añoranza.  

Y me parece que muchos coincidimos.  Hubo varias personas que recordaron cuanto les gustaba la gelatina, a mi particularmente la de color rojo, no importaba si era fresa o frambuesa.  El locrio de pollo o cerdo fue todo un éxito de sincronía, así como el gofio del que no me acordaba. Ya no se menciona, pero la malta morena, principalmente con leche condensada, era la favorita de una generación y como opción para los que podían acceder a ella, la chocorica.

En su mayoría la referencia fue a dulces o alimentos de desayuno o cena: Cocoa, Café con leche recién hervida acompañado de pan de agua, avena, harina de negrito, yaniqueques y algunos hechos por personas en específico porque no todo el mundo los hace así de buenos, el pan con mantequilla de nata de leche o simplemente pan sobao con mantequilla; arroz con leche para cenar, no como postre y la mazolemba (una especie de harina.  No estoy segura si se escribe de esa forma) que se preparaba principalmente en Palenque 
También el morisoñando y el jugo de ¨china¨ recién exprimido, así como el mabí de limón de doña Ramona. Y de los dulces me encontré con el triangulito de leche condensada, muy popular por lo práctico y asequible de precio, el conconete con refresco rojo, porque la combinación era lo que hacía especial ese postre, los ¨bolones¨, el jalao y la cocaleca que todavía mantienen su consumo y popularidad. Uno muy peculiar fue el que combinaba el pan de agua con el dulce de coco tierno. 

La habichuelas con dulce estaban entre las menciones, pero puedo deducir que quien la recuerda de su niñez mantiene a flor de piel el niño interno, porque es un postre que se consume con frecuencia, especialmente en época de Cuaresma.

Tengo un amigo que añoraba la compota de frutas y me parece que se fue muy al principio de sus recuerdos de infancia. 

Las amigas de colegio recordaron con mucho placer el bizcocho ¨borracho¨ que solo se podía comprar a escondidas y a la salida porque los padres no aceptaban que uno comiera esos dulces y mucho menos a esa hora. Ahora lo han refinado y le llaman Red Velvet.
Otro recuerdo colectivo fue el de las pizzitas y los pastelitos que también se compraban a la salida del colegio, en la Panadería y Repostería Villalona. Había olvidado que realmente eran sabrosos.

Porque debo aclarar que algunos recuerdos de alimentos vienen con etiqueta de especificidad sobre las personas que los preparaban o el lugar donde se conseguían: 

  • Los helados de Elena, de coco, leche y fresa.
  • Las toronjas rojas de Vizcaíno (padre) y los dulces de cajuil de Alicia la de Don Marco Pérez.
  • Las arepas que vendía Cadete el de Pedrito Pérez y el pan de batatas. 
  • Los mangos de Isidro el abuelo de Fernando el Loco. 
  • Helados de potecitos que vendían en el colmado de Carmito y Elena.
  • El dulce de coco de Bonilla. 
Otros vienen con marcas y formas muy particulares o en combinaciones que de no ser así no evocan la niñez: La leche Bambi, el pan con formas peculiares al igual que las galleticas que fueron endilgadas a las monjas, los caramelos que traían premios, no sé si por el caramelo o por la emoción de descubrir qué nos podíamos ganar.
Otros amigos son muy peculiares en su memoria culinaria. Me encontré con un pan ¨de cuatro tetas¨ preparado con aguacate y tomate y otro amigo que prefería arroz con huevo a las 11 de la noche. 
De las pocas cosas que me atraía comer, porque siendo niña mi gusto por la comida era muy limitado, estaba el repollo rayado, sin sazonar. Me lo encontraba un poco dulce y eso me agradaba. Nunca se me hubiera ocurrido que las berenjenas o los guandules secos podrían ser un recuerdo de alimentos de la niñez, tampoco los chulitos, ni el cocido o los bollos de harina con coco, los cuales se preparaban en mi casa pero definitivamente no me atraían.  Quizás la sopa boba que tanto le encanta a mi prima, pero sin mucho afán.

La experiencia de ver mencionar todos esos alimentos fue muy agradable, pero mejor aún, el entusiasmo con el que se hacía alusión a cada uno de ellos y la alegría de momentos de infancia vividos y vinculados a esos recuerdos.  Muchas cosas son difíciles de rescatar, ya no se preparan, ya no se venden, ya no están, pero entiendo que otras las estaremos ubicando, elaborando, rememorando, para traer la felicidad que nos brindaron esos recuerdos a nuestras vidas.



MUCHAS CABEZAS, MUCHOS MUNDOS

 "Cada uno de nosotros creamos un mundo entero en nuestra cabeza y vivimos en ese mundo".    El Quinto Acuerdo, por Don José Ruiz....