Petición a una estrella fugaz

Me parece que tengo mucho tiempo sin ver una estrella fugaz.  Eso suena como algo triste y desolador, sin esperanza ni magia.  Porque eso representa una estrella fugaz, la esperanza y la magia.

Las estrellas fugaces tienen múltiples características que la hacen especiales.  En realidad todas las circunstancias que envuelven una estrella fugaz la hacen sin igual. 
Primero es algo que ocurre en el espacio, muy lejos, muy alto, muy profundo. 
Segundo no es un evento de fácil visibilidad que ocurra con frecuencia. Hay algunas lluvias de estrellas o meteoritos que tienen su período asignado, hora y lugar especial para ser visibles, algo así como su fecha de patronales, por ejemplo Las LIRIDAS, que acaba de ocurrir recientemente en abril, o decir que para  julio estaremos celebrando LAS PERSEIDAS, que son bastantes visibles sin aparatos especiales, al igual que las GEMINIDAS, al final del año.  

La más importante de todas, aquella que guió a los Reyes Magos hacia el portal de Belén.

Para esos momentos especiales y reconocidos recomiendo prepararse y disfrutarlos.  Son todo un espectáculo.  Desde una zona lejana a la ciudad, con poca luz artificial o en un techo o una terraza alta, tratando de ubicar el ángulo en donde le afecte menos la luz, de preferencia una silla reclinable, una colchoneta, hasta una colcha en el piso y dependiendo de la época del año, su respectiva frazada para el clima.

Por supuesto una música suave de fondo, porque la mejor hora siempre será aquella en que ya no es más la noche del día anterior, pero aún no es la madrugada y esos son los mejores momentos para un saxofón, unas guitarras románticas y la compañía de alguna bebida espirituosa de su agrado. A esta altura de la lectura se habrá dado cuenta que usted está teniendo una cita especial con la noche, con el universo.  Prepárese y descanse con anterioridad al evento, porque es posible que tenga sueño y si quiere disfrutar el espectáculo no debe dormirse.  Eso si, si acaso le da sueño en ese ambiente idílico,  déjese llevar, fluya con Morfeo, porque eso quiere decir que la energía de goce y placer ya le ha inundado y ese es el primer objetivo de vida.  
Y no olvide tener identificados los deseos que pedirá  cada vez que vea el brillo de una  estrella al caer.  Ese es el objetivo principal al prepararse para ver una lluvia de estrellas, tiene toda la posibilidad de pedir sus deseos sin pérdida de tiempo y de magia.

Sin embargo, cuando por coincidencia su mirada se encontró con una estrella fugaz que no esté vinculada a una lluvia de estrellas, como las que mencioné anteriormente, su paso es tan rápido que el primer pensamiento no es pedir un deseo como se cree, es sorprenderse por haber visto una estrella fugaz.  Luego queda una sensación de que se perdió algo importante: no hubo tiempo para pedir un deseo.

Por lo mismo que sucede tan rápido es que se hace difícil articular un deseo y el suceso nos agarra con lo inmediato en nuestra mente.  En mi experiencia ha sucedido que, al ver una estrella fugaz, tengo ese primer pensamiento de sorpresa por haberme tocado una y rápidamente paso a crear el deseo antes de que desaparezca. Normalmente solo acierto a decir en mi interior: DINERO, DINERO , DINERO.  Rápido y sin más detalles, sin más preámbulos, para no perder la magia. Lo siguiente es reírme de mi misma porque esa es la única palabra que me sale tan rápidamente al ver una estrella fugaz. 

Escribiendo estas ideas me he detenido a reflexionarlo y al final he concluido que realmente las  peticiones más trascendentes ocupan espacio a diario en otro tipo de ruego, en la oración o en la meditación.  Salud, amor, unión, sabiduría, siempre tienen prioridad.

Y me pregunto, cuantos tienen la posibilidad de articular otra palabra diferente a esa, o quizás toda una frase. ¿Cuál será? 






La Fecha de Hoy

Estudié en un colegio salesiano de niñas.  

Recuerdo siendo pequeña, entre 4to y 6to de primaria, que al inicio de cada clase y en el momento de abrir los cuadernos lo primero que hacíamos era escribir la fecha.  Primera línea en la parte superior de la derecha.
Con frecuencia me imaginaba un número de año muy lejano y me preguntaba ¿Qué podría estar haciendo yo en ese futuro?  

Confieso que nunca llegué a imaginar una fecha tan lejana como el 2021.  Tampoco recuerdo que a mi mente llegaran imágenes de ese futuro ni sueños de lo que desearía hacer o tener.  Creo que lo importante en ese momento era poder terminar el año escolar de manera excelente.

Y desde aquí, con la experiencia de haber cruzado el portal del año 2020 sin brindis de medianoche ni fiesta de fin de año, con tantas lecciones y retos, puedo entender porqué en ese momento no tuve la imaginación de soñar un futuro, de vestirme de anhelos o con sueños de grandeza: estaba siendo entrenada para vivir el día a día, para asumir lo que había y salir adelante con eso.

Lo único seguro era el compromiso de vida, llegar al colegio, tomar clases, aprender, salir del colegio y seguir estudiando desde la casa.  Otras actividades podrían agregarse, otras situaciones podrían surgir, pero eso era invariable.

No era algo bueno. Tampoco era algo malo.  Simplemente aprendí al revés, a no soñar siendo niña y de adulta me tocó aprender a desarrollar y disfrutar la creatividad y la imaginación.

Tenía claro que seguiría estudiando, que completaría la universidad y tendría una profesión, sin carrera definida en ese momento, pero profesional.  Más adelante y después de algunas pruebas de actitud y evaluaciones surgió la posibilidad de la arquitectura, me salía bien la combinación entre cálculos y dibujo, excepto que una carrera como esa tenía un presupuesto que superaba las posibilidades de ese momento.

Seguían pasando los años y seguía escribiendo la fecha en la parte superior de cada cuaderno que utilizaba.  No fue arquitectura, terminó siendo una ingeniería. Y otras especialidades.

También seguía preguntándome qué estaría pasando cinco, diez o quince años más tarde.  Ya a esa altura de mi vida en alguna ocasión llegué a proyectar algún suceso importante.  

Los acontecimientos más recientes nos enseñaron a prepararnos para el día siguiente, quizás la próxima semana y de paso a hacer alguna provisión que pueda cubrir algunos meses. No más lejos de eso.  Pero sobre todo a vivir cada día, a amar cada día, a descubrir lo mejor de lo que ya tenemos y sorprendernos con cada cosa.

¿Podrías imaginar lo que puede suceder en San Valentín 2022? Solo espero celebrarlo, no sé de qué manera, pero con mucho amor.  
Escribiré una nota colocando en la parte derecha superior: 

14 de Febrero del 2022.






 

Lo tenía en La Punta de la Lengua

Tenía una idea. 
La tenía en La Punta de la Lengua y se me escapó. La recordé por varios días sin anotarla.   Luego se me ocurrió algo más y eso sí lo anoté.  Cuando me dispuse a escribir, retomé la segunda idea y me dejé fluir, y pude producir algunas líneas llenas de recuerdos, de momentos, de gente.

Y creo que quedó bonito. Ya lo verán.  Me parece que también puede traer recuerdos a quienes lo lean y evocar sus propias historias.

Pero me quedé con la sensación de tener algo pendiente, con un vacío latente.
Mientras más esfuerzo hago por recordar cual era el tema, más en blanco se pone mi mente.

Probablemente no era la gran cosa.

Quizás ni siquiera hubiese podido desarrollar una idea divertida o reflexiva que pudiera llevarme a alcanzar algunas líneas completas.

Quiero pensar que será algo así para darme consuelo.  Es lo que solemos hacer para justificarnos y está bien, tampoco es como para andar dándose latigazos.

En el transcurrir de los tiempos, con preocupaciones, con diversidad de temas, hasta con ciertos pánicos y desmotivaciones, olvidar algunas cosas no trascendentes es muy poco en relación a la carga emocional que estamos sosteniendo.

Tantas veces invito a ser feliz por encima de todo.  Es propicia la ocasión para volver a mencionarlo, a partir de una reflexión con una carga de vacío.

Cuando vuelva a mi memoria el tema que se ha escondido detrás de alguna neurona más brillante, que lo mantiene oculto, quien sabe, quizás a resguardo para una mejor ocasión,  entonces dejaré saber que se correspondía con este comentario.

Y como he dicho en muchas ocasiones, mencionado a uno de mis favoritos, hay que ser feliz, aunque solo sea por joder.




Lunes Pal´ Que Puede...

No es nuevo aquello de LUNES PARA EL QUE PUEDE, pero hoy lo escuché y como si fuera coincidencia, que nunca lo es, en ese instante abrí las redes y lo primero que vi fue lo mismo, aunque en otra versión, MARTES PARA EL QUE PUEDE, y de inmediato me tocaron los recuerdos, porque es una expresión que he disfrutado mucho.

Recuerdo cuando era niña que los lunes era el día libre de aquellos que tenían el oficio de arreglar zapatos; y entonces salían a celebrar y tomarse sus tragos y todo el que quería disfrutar del lunes usaba la excusa del zapatero.  Ahora no se busca tener una excusa, se celebran los lunes tan solo porque sí, para romper con el estigma, con el inicio de semana, la carga de alguna resaca y la organización del trabajo, en fin, toda la proyección de la semana.

Lunes pal´ que puede... y bajo esa premisa inventamos algunos viajes y paseos, algunos festejos sin cumpleañeros.  

Buscando la manera de reiniciar el sistema emocional, de renovar la vida y sentir un impulso, creamos nuestro propio mapa mágico, como el de Harry Potter, que solo se revela con las palabras especiales, ¨ comienza la travesura ¨.  Y comenzamos la aventura.

Porque definitivamente era una travesura, en horario de trabajo algunas, otras con compromisos postergados, y simplemente todas escapadas, añadiendo más emoción al paseo.  Este viaje lo comenzamos tomando la carretera hacia el Cibao, muy temprano en la mañana, con la intención de detenernos a desayunar en el comedor de La Morena ubicado donde termina Villa Altagracia y comienza Bonao.  Nos sirvieron mangú de plátanos, con queso, con huevos, con arenque.  También algún cocido para la que prefirió un caldo, y por supuesto no podía faltar el café, llevarnos algunas botellas de agua y seguir la ruta.  Ese desayuno fue la ¨ zapata estomacal ¨  que nos permitió hacer un brindis, para bendecir el camino, la amistad y la vida. 

Y realmente estuvo excepcional, despejado y soleado, campos verdes, clima agradable.  No podía cruzar por Bonao sin compartir un sendero que me había conquistado, la ruta hacia la Loma de Blanco.  En el trayecto, cruzando por Juma, también se cruzaron con nosotras algunos animales exóticos para esta isla del Caribe, que por allí se han instalado, búfalos y avestruces.

Y al llegar al final del camino en esa comunidad nos esperaba el fluir del rio de Los Quemados, para girar a la izquierda, cruzar La Confluencia y seguir subiendo la loma, espectacular, y encontrar en el camino algunas cascadas y ver a lo lejos otras, y entre montaña y montaña disfrutar el paisaje.

Saliendo de Bonao la ruta nos conducía hacia Moca, contemplamos la hermosa catedral que por el frente cruzamos para seguir hacia Jamao.  En el camino antes de llegar a aquel alto, ella seguía instiendo en que quería detenerse para cortar y llevarse algunas ¨ hojonas ¨, así le llamaba.  Ni idea de a qué se refería, hasta que señaló hacia las abundantes plantas de orejas de elefantes que habían en toda la ruta. Un nuevo aporte al diccionario de la RAE, las hojonas. Seguimos subiendo y llegamos a un restaurante en lo alto donde se rememoraron algunas historias también traviesas de amores y tragos. 

No recuerdo dónde nos paramos a comer, quizás más tarde llegue a mi memoria la escena, pero nos detuvimos donde quiera que nos dio la gana de pararnos en el camino.  

Con mucha emoción y respeto, entramos a conocer a la Virgen de La Piedra, en la comunidad de La Entrada, en Cabrera. Y saliendo de ahí, doblando a la izquiera por un camino imperceptible, nos encontramos con un paraíso oculto de esos que abundan en nuestra preciosa isla, playa Caletón. Aquí fue donde comimos, ahora lo recuerdo, un pescado frito con tostones en la playa. Una maravilla secreta.

Todo el camino contamos historias, brindamos por los afectos, hicimos chistes y reímos sin parar, como siempre que estamos juntas.  También hubo fotos, de paisajes, del grupo, pero esas son los recuerdos que atesoramos.

Continuamos la ruta, atravesamos Nagua y quisimos llegar hasta Samaná, pero el día no es tan largo y había que regresar. Hicimos el desvío para tomar la carretera hacia la ciudad por el extremo opuesto por donde iniciamos el trayecto. 

Habría muchos detalles del camino que no he mencionado. Cada detalle seguro que irá acompañado de un gesto, una historia, una risa. Faltan muchas líneas para poder expresarlo y además falta un encuentro con ellas para ir recordándolos, pero eso también es motivo para reunirnos, y quien sabe, quizás para otro viaje un lunes, para el que puede.  

Fin de la travesura.





El Camino Especial

He aprendido que cuando recibes algo bueno hay que ser agradecido.  Hoy quiero ser agradecida. Quiero dar testimonio de una agradable sensación que puedo evocar en cualquier momento con solo cerrar los ojos y dejar volar la imaginación.

Quiero hablar del camino que recorremos de manera regular, hacia el trabajo, o quizás la ruta hacia los colegios, en tiempos de otros hábitos que la pandemia nos ha hecho cambiar.

En mi trayectoria laboral he tenido la suerte de haber sido trasladada a la zona colonial.  En principio me ofuscaba la idea sobre la dificultad del parqueo en la zona y la forma en que eso afectaría la rutina que debía seguir. Sin embargo, con el paso de los días y habiendo hecho el reconocimiento de las posibilidades de parqueo, se fue atenuando esa bruma y me permitió detener mis pensamientos y mi mirada en el camino.

Realmente transitar por la zona colonial en términos diferentes al paseo turístico ofrece una visión diferente. Y muchos secretos a toda luz. 


Comencé el recorrido iniciando en la calle Padre Billini, en la parte de Ciudad Nueva, que no es tan nueva y más bien ha ido adquiriendo los matices coloniales del entorno que protege y envuelve. Me propuse entender y disfrutar mi ruta. Empecé haciendo una canción que relacionara la calle con el sentido de tránsito y poniéndole una tonadita infantil y simple, empecé a recitar, a veces en mi mente, a veces en voz alta, Las Carreras, doble vía, Estrelleta sube y luego la Pina baja. Palo Hincado viene subiendo del malecón y al cruzar la esquina ya estoy en la zona colonial.  La siguiente, la  Espaillat se va a encontrar con el mar. Santomé va a subir, pero la Sánchez bajará, y así otras calles más. Y todo lo que veía empezaba a cambiar de matiz, piedras antiguas, pequeños portales, balcones, galerías.

Siguiendo el camino por la Billini y mirando hacia la derecha, en la calle 19 de Marzo, está la Casa de Los Vitrales, una casa que había conocido haciendo paseo turístico, pero que en mi recorrido rutinario le descubrí más belleza de perfil.  Está ubicada en una calle estrecha, con unas columnas inmensas para estar al borde de la calle, me dio la sensación de que teníamos nuestro propio castillo al estilo Petra, en Jordania. Una fachada imponente, grandes columnas, un castillo.


Y luego viene mi parque favorito, con un ambiente especial; de día con el camión de libros para compartir y de noche con gente diversa, música, una vibra especial y bancos que tienen muchas historias que contar. Pero esta mirada a este recorrido no es turística, a pesar de que a partir de pocos pasos empieza el camino de piedra, de espacios pequeños y aceras corridas.

E inmediatamente ahí, en ese pequeñito espacio de calle entre la Hostos y la Meriño, es evidente a la derecha el parque que cubre el parqueo,  sin embargo descubrí que si miraba a la izquierda y arriba, en el balcón a la mitad de la calle, se encontraba saludando una calavera en un hermoso traje largo y sombrero mexicano, celebrando el día de los muertos todos los días.

Sigues el camino y hay edificios, ventanas, otro parque, y no se puede pasar por alto la figura que desde temprano en la mañana se ubica en la esquina de la Isabel La Católica con Billini.   Ha echado canas y arrugas pero nunca cambia su estilo, combinado desde los pies a la cabeza de cualquier color llamativo que se pueda imaginar, verde, naranja, rosado o morado. Literalmente, desde los pies con los zapatos, hasta la cabeza con el sombrero. Siempre usa sombrero y además gesticula con los dedos para ofrecer facilidades para cambiar dólares. Si va despacio y baja el vidrio podrá escuchar cómo lo repite: dólare, dólare, dólare.

Doblando a la izquierda en esa esquina hay un edificio que siempre me llena de curiosidad.  A veces he pensado que el algún momento debería entrar y buscar información, como cualquier persona curiosa, pero me queda claro que esas instituciones no permiten muchos vínculos con el género femenino.  Los masones son muy celosos con sus reglamentos y el local de la orden Escocesa de los masones del Supremo Consejo Grado 33 representa niveles superiores. Algo sobre ellos he leído y he visto por ahí.

Todavía me queda mucho camino por recorrer de ida y también de vuelta, y mucho detalle especial para mostrar. Pienso que podría escribir varias entregas más compartiendo las cosas que fui descubriendo en un recorrido cotidiano que se convirtió en un paseo diario especial.  Y sospecho que eso es lo que pasará, seguiré compartiendo historias del camino, el paseo que no está en el folleto turístico sobre la zona colonial.




MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...