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ENTRE AVENTURAS Y TRAVESURAS

Porque de travesuras está hecha la alegría y viene acompañado de aventuras y terminar el año entre aventuras y travesuras es una excelente forma de hacer un cierre, arrancar la página y seguir adelante.

Todo un año recordando las risas compartidas en este último día del año pasado, los brindis, la gente que coincide solamente en ese lugar, o que sencillamente se conocen ahí y solo comparten ese único día y el grupo que se prepara para celebrar cada año esa tradición, este año ¨llevando la vainita¨.  

Y de repente empieza a llover en las horas previas. No llueve en el lugar del evento, llueve por tu casa, pero es igual, hay una alerta, un recordatorio de precaución, porque en unos meses anteriores ya hubo un llamado a la salud y cuidarse es también darse amor para vivir la vida. 

Hora de cancelar la participación en el encuentro. Hasta había preparado con anticipación los ingredientes para la cena de nochevieja, que se celebraría al retorno del encuentro.

Pero las demostraciones de amor empiezan a manifestarse. Una sobrina amada que se preocupa porque su tía no piense que se va a mojar si es que acaso llueve y hace las gestiones y se mantiene avisándole hasta que está todo listo: ¨aquí hay un lugar donde puede resguardarse si se presenta una emergencia, puede venir tranquila¨.

Y mejor aún, este año no tendría preocupación sobre estacionar el vehículo, más demostraciones de amor que surgen para hacer más divertida la aventura, ya tengo quien me va a llevar al evento. 
Y a disfrutar, a compartir, a sentir el calor humano, la temperatura alta, el calor de la diversión,  mucho calor (susantísimo), el brindis, la música, el baile, las fotos, con los tuyos, con los míos, con los extraños, todos dispuestos a celebrar.  

Quedó la expectativa de algunas personas que estuvieron en otros años y esta vez no nos pudieron acompañar, aquellas que fueron parte de la primera vez, y de la segunda, o aquellas con las que nos encontramos coincidencialmente entre apretujones y caminadera buscando una esquinita desde donde disfrutar, o aquellas con las que pensamos que estaríamos este año porque se han contagiado de la magia del evento y queremos compartirlo, pero al final no se pudo concretizar.  Está la promesa para el próximo año, el próximo encuentro.

Y después de un rato de pura diversión sin preocupación, aparece un mensaje: ¨del otro lado el ambiente está mejor, recojan sus pertenencias, las que agradan a su paladar, vamo´allá¨.

A terminar el rato que falta, a comentar las travesuras, a planificar el próximo encuentro, que no necesariamente tiene que ser en un año porque realmente la hemos pasado bien, y también el del próximo año, que nos conecta con más personas.

Y todo termina a tiempo para ir a completar los preparativos de esa cena familiar, la última del año, la que nos congrega quizás como siempre, quizás con las mismas palabras de agradecimiento, pero con un sentido diferente, con un propósito diferente, la promesa de que seguiremos unidos, compartiendo, amándonos, creciendo, siendo mejores personas cada día más, no porque eso traerá el nuevo año, sino porque es un deseo del corazón.


Y luego de los manjares, aún con el estómago brilloso de haberse extendido, llegó el último minuto del año y llegó de manera intempestiva.  No entendía por qué algunos vecinos hacían tanta bulla y empezaban a encender fuegos artificiales si faltaba todavía más de una hora, ¡qué vecinos tan alegres me tocaron¡ pensaba yo. Pues volví a mirar los relojes, el de la computadora tenía una hora menos, el de la cocina tiene las pilas gastadas y tenía 15 minutos menos también, pero si, ya eran las doce, ENTRAMOS EN EL 2018.  ¡¡¡Felicidades!!

Abrazos, besos, luces, incienso, brindis, hermoso despliegue de fuegos artificiales. A continuar la vida. A hacer que el 2018 sea diferente, no porque haya cambiado el número, sino porque yo voy a cambiar para que así sea.

PASANDO PAGINAS EN EL CALENDARIO




Ya quedan pocos días para que el calendario termine la última página, complete su ciclo de doce y se reinicie el contador.  Y vienen los cierres, las reflexiones de final de año.

Comenzaré por exorcizar las emociones negativas, porque estoy plenamente convencida de que hasta esa parte oscura y difícil se convierte en una experiencia provechosa y significativa, una lección para construir una mejor persona.

Queda la sensación unánime de un año difícil, limitado y complicado. Un sabor agrio en la boca lleno de historias que vamos acumulando, saboreando por obligación y tragando; de presión, de limitación y con frecuencia impotencias.

He fallado en promesas, he sentido la fuerza que esa culpa ejerce en mi y me muestra nueva vez que debo poner más empeño en la milla extra, pero no la que resulta en un beneficio externo, colectivo o material, sino aquel que se cosecha y se cultiva interiormente.

La reflexión ha sido intensa, los auto-cuestionamientos más tenaces aún, quizás he sido un poco dura conmigo misma. Solo viéndolo como lo estoy haciendo ahora puedo construir sobre mejores pasos.

Lo más difícil, practicar lo que se va aprendiendo, escucharse uno mismo levantar banderas para inmediatamente caer en el olvido.  Esta es una práctica de por vida, porque, qué otra cosa es la vida sino un continuo aprender.

Vamos encontrando eventos y circunstancias en las que no está en nuestras manos evitar o solucionar, pero si entenderlas, abrazarlas con dolor, aceptarlas para luego soltarlas.  Personas que han impactado en nuestras vidas y que ya no están, dejan un vacío de sus presencias, llenan de dolor los espacios recónditos del corazón, hasta que podemos liberarlo y entonces sentir la energía que les acompañaba.

Perdemos amigos, amores, oportunidades.  Pero el Universo es perfecto y nada queda vacío, se hace espacio para lo que está por llegar. Con frecuencia tardamos en entenderlo y se pospone lo mejor, pero más tarde o a tiempo nos damos cuenta y liberamos el espacio a mejorar.

Y vienen las alegrías como paño tibio a compensar lo sinsabores. Hay que agradecer por cada momento, por las sensaciones, por las oportunidades, por la gente que nos rodea.

Agradezco la posibilidad de amar,
de sentir, de palpitar y vibrar, pero más aún, agradezco el hecho de oportunidad de dar amor, demostrar el amor.  Hay muchas frases circulando, muchas lecturas dirigidas al tema pero también advirtiendo de no equivocar la lanza para no sentir decepción.  Es un hecho vivido, pero no menos cierto es el hecho de que eso sucede porque damos para esperar. Hay que dar amor, entregar con la convicción de que hasta ahí es nuestra la decisión, es la parte que nos corresponde disfrutar desde adentro.  Llegó de vuelta? El disfrute es mayor, doble o triple. No conviene? De la misma forma en que llegó se irá o quizás volverá, pero de alguna manera debe fluir.

Me cuesta conformarme con hacer comparaciones con quienes tienen menos, no quiero agradecer por tener más posibilidades que otros, pero si porque me propongo seguir más adelante, porque espero ser mejor, estar mejor. Quizás ésta es una reflexión que amerite más explicación, que pueda ser interpretada de un modo distinto al que quiero expresar pero lo importante es que mi corazón agradecido seguirá haciendo el esfuerzo para ser mejor y tener aún más razones por las cuales agradecer.

He reido, he llorado, he compartido, he disfrutado, mi café ha sido servido y saboreado, los colores del amanecer son los mismos, pero las combinaciones tienen un aire diferente cada día, tengo historias que me marcan, historias que contar, aventuras programadas, utopías, sueños que se van cumpliendo, a veces tal y como los he programado, en otras ocasiones con un giro insospechado. Cada día va trazando su ruta, al abrir los ojos, apagar la alarma y poner los pies en el suelo y tener la oportunidad de decir: 
un nuevo día, es todo lo que necesito.

Ahora viene el 2018, hace un tiempo no me imaginaba esta fecha o qué estaría haciendo, pero es un nuevo año, es también todo lo que necesito.

Y PORQUÉ HAY TANTAS MUJERES SOLTERAS?


Aumenta la soltería, en especial el número de mujeres solteras, jóvenes, unas con mejor desarrollo profesional que otras. Caballeros de diferentes generaciones que, estando solteros o comprometidos, encuentran una oferta muy atractiva y la aprovechan.
El tema prolifera, se mueve de boca en boca, unos interesados, otros curiosos, otros muy afectados. A ratos parece que hay una respuesta, pero al ver las opiniones voy notando que hay cosas que no se dicen, hay un vacío frio, una búsqueda secreta.

En días pasados estuve viendo un video usando la tecnología de ¨Facebook Mentions¨ (@facebookmentions) que permite interactuar a través del chat con aquella persona que está haciendo el video en vivo.  La entrevista estaba dirigida a tres mujeres de edades entre 25 y 30 años, donde se hacía la pregunta de por qué hay tantas mujeres solteras. 

Más que la respuesta de la chicas, que en realidad no hicieron un aporte significativo, los comentarios de quienes estaban dando seguimiento al video fue lo que llamó mi atención.  El público era muy variado en cuanto a niveles educativos y de género, al margen de comentarios inocuos y de la línea de aquellos a los que todo le molesta (haters), las respuestas fueron muy edificantes, no concluyentes de manera directa, tampoco sacando porcentajes, pero me lleva a reconfirmar algunos análisis que he hecho a partir de ciertas conversaciones entre amigos y de leer otros textos.

Las mujeres en su mayoría indican que después de ser profesionales, jóvenes, haber estado casadas, con o sin hijos, no van a estar con alguien que las subestime, tienen la capacidad suficiente para vivir en mejores o iguales condiciones y no van a estar sujetas a demandas de hombres. Pasiones pueden encontrar en cualquier momento y lugar sin tener que atarse a una persona.
Aprovechando ese mismo planteamiento, los hombres indican que si en los tiempos actuales las mujeres no buscan tener una relación estable de pareja, entonces, aprovechan la circunstancia para tener relaciones fortuitas, sin compromiso, pero también limitadas en términos de reales afectos.
Por otra parte, los hombres que sí están dispuestos a una relación de pareja no encuentran en las mujeres sentimientos y demostraciones de afecto que les provean de confianza para establecerse y consolidar un espacio compartido. Entienden el valor de la mujer en los tiempos modernos, profesional, emprendedora, pero no encuentran en ellas esos otros valores que permiten establecer vínculos afectivos reales.

Queda implícito un vacío, uno encubierto, el de las mujeres que no quieren dejarse pisotear, porque entienden que una relación de pareja implica subyugarse a los requerimientos de un hombre, que puesto a que se habla de no dejarse someter, se entiende que es un machista exigente e imponente.
Parece ser que esa es la única opción de hombres disponibles en el mercado.
Luego un vacío en las relaciones afectivas, no carnales porque en realidad como consecuencia de lo anterior estas abundan y en toda su variedad, sino de sentimientos, de expresiones.
Qué buscamos, ambos, hombres y mujeres? La cuestión no es sólo la pregunta sino la razón de por qué no lo encontramos.

Hay temor a la violencia, que viene atada de la mano de niveles educativos bajos, tanto del hogar como de las escuelas. Las edades en la que las mujeres han empezado a tener vida de pareja ha bajado mucho, encontrándose también niñas desde los 15 años en una búsqueda de parejas, que más que establecer relaciones, buscan conseguir una ventaja económica sin el mínimo nivel de compromiso, ni consigo mismas ni con los hombres. 

Entiendo que venimos arrastrando una educación de generaciones anteriores, donde la disposición era que el hombre trabajaba y mantenía a la mujer, la cual debía permanecer dócil, sumisa y dispuesta. Fuimos creciendo, fuimos conquistando espacios como mujeres, venimos luchando por la igualdad, pero no pensamos en una educación que nos equilibrara a ambos. Los hombres modernos entienden las reivindicaciones de las mujeres pero no les enseñaron que es una cuestión de derechos universales, no exclusivamente de género y hay una incomprensión del rol que cada uno debe empeñar, no de manera individual, sino como pareja, como familia, en las relaciones sentimentales.

En la medida en que vamos asimilando esto, nos toca ir educando a los hijos (no importa el sexo). 

No es cuestión de imponerse, es cuestión de buscar equilibrios. No es cuestión de buscar una salida provechosa, sino de buscar esa persona especial y mostrarle las bondades de los sentimientos sanos y comprometerse juntos a compartir un camino, con amor, con dificultades, con metas compartidas, con apoyo, con respeto por la relación que se sostiene pero también por la individualidad y los valores de cada persona. 


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