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Reflexionando con una taza de café

¡Cómo se nos complica la vida!

Reflexionar sobre algún tema que nos asalte, que en un momento específico nos esté abrumando, sobrecogiendo, se hace mejor frente a una taza de café, o mejor dicho, saboreando una taza de café.
En principio la acción de detenerme frente a una taza de café y concentrar todos mis sentidos inició como un ritual mágico-espiritual. 
Desde el momento en que se está preparando el café, la espera, el sonido de la ebullición no importa la forma en que se esté preparando, se comienza a sentir la emoción del disfrute posterior. Comenzó a hacerse especial para mi la taza en que lo sirvo, tazas individuales, llenas de arte, de formas especiales que iluminan mi mirada. Para sumar al placer visual les cuento que siempre me ha fascinado ver el movimiento del humo, a veces como parte del fuego, un baile sensual que despierta sensaciones, que abstrae y embelesa.

Luego el aroma... ese aroma que atrapa hasta a aquel que prefiere otro tipo de bebida. Y como guindilla que corona el postre, ya sea que le guste bien caliente o que como yo prefiera esperar a que baje un poco su hervor y no le queme los labios y el paladar, el sabor sin igual de una taza de café, amargo o dulce, denso, suave o robusto, algo como umami, un sabor que lo tiene todo, que no puedes especificar pero que tiene su propia identidad.  Eso es un ritual con una taza de café.
Después de describir un momento de felicidad vuelvo a la reflexión inicial.
Así deberían ser siempre las reflexiones, acompañadas de elementos que acondicionen el momento para que las ideas puedan fluir, a favor o en contra, quizás sin solución, pero fluir al fin.

Y como diría uno de mis compañeros de escritorio, y la reflexión...para cuando?

Me va aturdiendo pensar en los recovecos del corazón, la forma en que complicamos el amor y el amar, lo difícil que es conciliar las ideas, las palabras, los sentimientos, las lecciones, sobre todo si eso involucra a  otras personas. Y siempre involucra a más personas.
Se convierte en un golpe frío cada vez que me encuentro de frente con las imágenes que muestran lo fácil que me puede resultar ocuparme y preocuparme de crear las condiciones para que los que me rodean se sientan a gusto, felices, amados, y sin embargo se me olvida hacer lo propio conmigo misma.  
De pronto entiendo el verdadero mensaje de un ejercicio que junto a algunas amigas hemos decidido desarrollar para este año 2019.  En un encuentro que sostuvimos para cerrar el año que terminaba y preparar las iniciativas para el nuevo año, se nos pidió a cada una llevar una planta. La idea era hacer un intercambio al azar, escoger de una urna el nombre de la persona a la que le regalaríamos esa planta para que fuera su proyecto del año, un ser vivo del que nos ocuparíamos y al que cuidaríamos de manera singular. Sucedió lo insólito, al final a cada una nos salió nuestro propio nombre.  El universo nos decía que cada una debía cuidar de si misma, ocuparnos de nuestro amor propio representado en esa planta.
Cambia la perspectiva sobre el hecho de no solamente evitar que la planta muera, ocupándome de ella a diario, sino también recordar cada vez que vea la planta que debo amarme a mi misma, evaluar qué he hecho el día de hoy para lograr ese objetivo.
Fíjese usted, si a veces le resulta a uno complicado dedicarse atención de manera específica, que no será entender las relaciones con las demás personas, aceptar el amor que nos dan, cada cual a su manera e incorporarlo y adaptarlo a nuestras maneras. Asumir lo que está y lo que dejó de ser o lo que simplemente es diferente, cerrar los ojos ante situaciones que perturban nuestros esquemas, aún a sabiendas de que no van acorde con los mismos y de todos modos intentar dar el siguiente paso, vivir el momento, el día en curso. 
Llegado ese momento en donde se entiende de manera teórica lo simple que puede ser encontrar la felicidad y la importancia del tiempo vivido con relación al tiempo de vida restante, tampoco resulta fácil dejar pasar aquellas cosas que están arraigadas en la piel, en las lecciones de vida, en los elementos inculcados por la familia, por el entorno, por el destino, por lo vivido.
A esta altura del texto y con tanta reflexión, especialmente sobre temas con mucha tela para cortar, ya voy pasando de la taza de café, repetidas veces, a la copa de vino.
Al final, como muchas veces, hay que dejarle las respuestas a la almohada y esperar los rayos del nuevo día, hacer un resumen de los sueños, si es que los quiere recordar o prefiere dejarlos que sigan dormidos, tratar de escuchar en la primera oración los comentarios que nos envían los ángeles que a cada uno acompañan y continuar el día haciendo un listado de los cambios que pudieron haber sucedido desde el inicio de la reflexión, con la primera taza de café del día anterior. 

PASANDO PAGINAS EN EL CALENDARIO




Ya quedan pocos días para que el calendario termine la última página, complete su ciclo de doce y se reinicie el contador.  Y vienen los cierres, las reflexiones de final de año.

Comenzaré por exorcizar las emociones negativas, porque estoy plenamente convencida de que hasta esa parte oscura y difícil se convierte en una experiencia provechosa y significativa, una lección para construir una mejor persona.

Queda la sensación unánime de un año difícil, limitado y complicado. Un sabor agrio en la boca lleno de historias que vamos acumulando, saboreando por obligación y tragando; de presión, de limitación y con frecuencia impotencias.

He fallado en promesas, he sentido la fuerza que esa culpa ejerce en mi y me muestra nueva vez que debo poner más empeño en la milla extra, pero no la que resulta en un beneficio externo, colectivo o material, sino aquel que se cosecha y se cultiva interiormente.

La reflexión ha sido intensa, los auto-cuestionamientos más tenaces aún, quizás he sido un poco dura conmigo misma. Solo viéndolo como lo estoy haciendo ahora puedo construir sobre mejores pasos.

Lo más difícil, practicar lo que se va aprendiendo, escucharse uno mismo levantar banderas para inmediatamente caer en el olvido.  Esta es una práctica de por vida, porque, qué otra cosa es la vida sino un continuo aprender.

Vamos encontrando eventos y circunstancias en las que no está en nuestras manos evitar o solucionar, pero si entenderlas, abrazarlas con dolor, aceptarlas para luego soltarlas.  Personas que han impactado en nuestras vidas y que ya no están, dejan un vacío de sus presencias, llenan de dolor los espacios recónditos del corazón, hasta que podemos liberarlo y entonces sentir la energía que les acompañaba.

Perdemos amigos, amores, oportunidades.  Pero el Universo es perfecto y nada queda vacío, se hace espacio para lo que está por llegar. Con frecuencia tardamos en entenderlo y se pospone lo mejor, pero más tarde o a tiempo nos damos cuenta y liberamos el espacio a mejorar.

Y vienen las alegrías como paño tibio a compensar lo sinsabores. Hay que agradecer por cada momento, por las sensaciones, por las oportunidades, por la gente que nos rodea.

Agradezco la posibilidad de amar,
de sentir, de palpitar y vibrar, pero más aún, agradezco el hecho de oportunidad de dar amor, demostrar el amor.  Hay muchas frases circulando, muchas lecturas dirigidas al tema pero también advirtiendo de no equivocar la lanza para no sentir decepción.  Es un hecho vivido, pero no menos cierto es el hecho de que eso sucede porque damos para esperar. Hay que dar amor, entregar con la convicción de que hasta ahí es nuestra la decisión, es la parte que nos corresponde disfrutar desde adentro.  Llegó de vuelta? El disfrute es mayor, doble o triple. No conviene? De la misma forma en que llegó se irá o quizás volverá, pero de alguna manera debe fluir.

Me cuesta conformarme con hacer comparaciones con quienes tienen menos, no quiero agradecer por tener más posibilidades que otros, pero si porque me propongo seguir más adelante, porque espero ser mejor, estar mejor. Quizás ésta es una reflexión que amerite más explicación, que pueda ser interpretada de un modo distinto al que quiero expresar pero lo importante es que mi corazón agradecido seguirá haciendo el esfuerzo para ser mejor y tener aún más razones por las cuales agradecer.

He reido, he llorado, he compartido, he disfrutado, mi café ha sido servido y saboreado, los colores del amanecer son los mismos, pero las combinaciones tienen un aire diferente cada día, tengo historias que me marcan, historias que contar, aventuras programadas, utopías, sueños que se van cumpliendo, a veces tal y como los he programado, en otras ocasiones con un giro insospechado. Cada día va trazando su ruta, al abrir los ojos, apagar la alarma y poner los pies en el suelo y tener la oportunidad de decir: 
un nuevo día, es todo lo que necesito.

Ahora viene el 2018, hace un tiempo no me imaginaba esta fecha o qué estaría haciendo, pero es un nuevo año, es también todo lo que necesito.

COMO LO DICEN LOS RICOS O LAS SENSACIONES DETRAS DE LAS EXPRESIONES CORRECTAS

El tema es manido, lo dice el título del texto citado más abajo, tiene 20 años, lo hemos escuchado, lo hemos leído, se ha conversado y en ocasiones nos ha parecido muy teórico y etéreo. De ahí hemos pasado más adelante a entender que algo de verdad debe tener y que si ha funcionando para otros podría funcionar conmigo también.

Pero no hemos llegado muy lejos.


He pensado que ya he leído bastante de esto y que sé exactamente a que se refiere pero aún no logro la riqueza que quiero tener. beep. Primer bloqueo mental, entender que aún no logro alcanzar riquezas cuando sí hemos logrado conquistar muchas cosas, a pesar de que sentimos que cada día tenemos más presión económica y más dificultad para cubrir los mismos gastos que antes teníamos.

Cada momento tiene su aprendizaje, aún del mismo texto. Es decir, podemos tener la misma lección por mucho tiempo pero ir entendiendo en su momento y poco a poco el verdadero contenido de la misma o ir descubriendo nuevas lecciones dentro de la misma lección que pensábamos que ya sabíamos.  Está dicho, el maestro aparece cuando el alumno está preparado. De igual manera se explotan algunas burbujas del conocimiento cuando realmente tenemos la apertura para entenderlo o para que cada célula de nuestro cuerpo pueda asimilarlo, no sólo entenderlo.

Me pasó hoy. Con el siguiente texto. Nada que no hubiera leído, escuchado y "entendido" antes. También porque es algo que vengo trabajando de manera consciente y efectiva desde hace un tiempo, el uso del lenguaje de manera correcta, acorde con mis pensamientos y acciones y mis intenciones, un uso positivo del lenguaje, recordando siempre que el universo escucha y conspira.

Y justo en el primer enunciado sentí casi de manera literal como cuando te pegan con la palma de la mano en la frente porque acabas de descubrir que entendiste algo que era evidente (y la primera oración en ese instante es una expresión que diría Pachy: "tan bruta yo"). 

Una simple explicación. Dice: "No Puedo Pagarlo". Padre Rico decía: "¿Cómo puedo pagarlo?" 
Es algo simple de entender mentalmente, la cuestión es el giro que se siente emocionalmente, espiritualmente, energéticamente, cuando cambias las expresión. Es una sensación de esperanza, de que todo puede mejorar. Y en mi caso personal me conecta inmediatamente con algo que me gusta mucho y es la iniciativa de crear una estrategia para alcanzar eso que queremos lograr. En cualquier ámbito de tu vida, no solamente en el financiero que es la diana hacia donde se dirige la flecha de este artículo.

Esto es lo que quería compartir, esa sensación detrás de las expresiones manejadas en favor de lo que se quiere construir, de reconocer una enseñanza y una motivación detrás de la misma frase de siempre.


MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...