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Recuerdos en la Cápsula del Tiempo

Los temas de ciencia ficción resultan ser transversales hasta para los que no están seguros sobre a qué se refiere eso.  Uno de ellos está vinculado al tiempo y la posibilidad de poder moverse a través de el.  He visto algunas películas que presentan el tema de las cápsulas del tiempo y realmente no se han referido a alguna tecnología avanzada o futurista.

Se trata de guardar en una caja hermética algunos objetos que entendemos son importantes para nosotros, cartas o información especial y que deberá ser abierta en una fecha distante a futuro.  Esta caja puede ser colocada en un lugar muy escondido para olvidar, preferiblemente enterrada en un patio o entregada a una persona para se encargue de que sea devuelta por otros en una fecha acordada. 

Me decidí a preparar mi ¨ lata-cápsula ¨ del tiempo.  Me parece que será placentera la tarea de recolectar recuerdos.  Tendría una foto, o muchas fotos, con gente querida, fotos llenas de alegría, momentos compartidos, quizás la última cena de nochebuena, llena de emociones y suculentos platos, de la esencia de la navidad y del fin de año. También fotos de cumpleaños, de atardeceres y del mar.  Me aseguraré de que colocar algunos documentos, postales, estampillas, cartas que desde ya estoy empezando a escribir y a disfrutar porque me encantan las cartas escritas a mano en papel. 

No soy muy apegada a los objetos materiales pero conservo por ahí una figura pequeñita de un búho tallado en madera, que además tiene en su interior un buhito, representación de la madre. La oportunidad de ser madre y amar incondicionalmente ha sido una experiencia de vida importante para mi y que quede una especie de evidencia sobre ese tema es de trascendencia para mi. 

Voy a recuperar mi versión de bolsillo del libro El Principito, de Antoine de Saint Exupéry para colocarlo entre los recuerdos. Los pétalos de flores tienden a podrirse por su naturaleza propia, pero quizás un poco de las fragancias de mis flores predilectas guardadas en algunas botellitas podrían dejar algún rastro especial.  Le incluiré la descripción de cada una y quizás algunas semillas que puedan ser recuperadas.  Una bolsita con granos de café podría ser también un buen recuerdo. 

Empezaré a crear un pequeño recetario, fotos incluidas, de los platos que acostumbro a preparar y que compartimos. El típico arroz con carne y habichuelas dominicano, el sancocho, un bonito moro de habichuela negras.  Voy a hacer la consulta dentro de mi hogar de cuales serían sus preferencias para incluir la memoria de los mismos. 

¿Cómo podría hacer referencia a la música? No imagino cuales serían los medios de reproducción de la música en tiempos futuros pero los CDs tienen muchos años en uso y aún siguen vigentes y yo tengo en uso un IPOD de segunda generación, que tiene como 10 años y todavía puede reproducir una lista interesante de canciones seleccionadas.  Puedo asumir que se buscará la manera de convertir cualquier método de recolección de música del pasado al momento de vigencia, así que también podremos colocar música en la cápsula del tiempo.

La portada de algún periódico impreso es un buen referente.  

Algunas monedas también colocaré, quizás pueden valer mucho a futuro, al menos por antigüedad, al igual que una pequeña botella de vino, y quien sabe, tal vez se convierta en una fortuna para alguien.

¿Qué más podría colocar en una pequeña lata con tapa? También necesito aliados para coordinar la apertura de mi tesoro futuro.  ¿Quien se anota?




Te invito un trago

La idea era invitarte un café, porque, ya sabes, me gusta mucho el café, pero también me gusta la idea de expandir las posibilidades.  Quizás prefieras un té, o a lo mejor una copa de vino. Entonces la invitación es a brindar.

El hecho es que quiero invitarte a compartir conmigo, a desearnos salud desde el primer sorbo de lo que sea que fuese tu elección y a construir historias.

Pero no me quiero referir a una coloquial invitación que podría ser una breve y simple formalidad. Esta viene con detalles, agenda y condiciones. Sacaré los muebles a la terraza y me encargaré de disponer tres mesas en nuestro espacio y todo lo que podamos necesitar. Necesito que pienses en comodidad y relajación en esta tarde tropical y despejada.

Te invito a que compartamos la diversidad del brindis, que empecemos al atardecer y que no tengamos límites de horario, sin toque de queda. Al final dormiremos en los muebles y mañana será otro maravilloso día. 

Te invito a iniciar con el café y el té, las dos cosas estarán en la bandeja, todo el café que quieras, todo el té que te anime. En la bandeja también pondré galletitas para complementar y habrá alguna flor, no sólo porque se ven bonitas dispuestas al lado del azúcar, sino porque dentro de la agenda también deshojaremos con sus pétalos esas dudas de amor, relaciones perdidas, besos que el viento se llevó. 

Imagino que a estas alturas ya hemos saboreado todo el café que nuestros recuerdos nos hayan traído a la punta de la lengua, aquellas delicias aromáticas que vienen de otras latitudes, el que colaban en los campos a los que íbamos de vacaciones, en aquellas épocas en que no se nos permitía beber café, el que florece en la memoria de viajes por otros países, el que vemos desarrollar en el nuestro y esperamos en algún momento probar. Vamos deshojando flores y liberando recuerdos, de amores y de cafés.

Junto a la mesa del café he colocado otra y tiene alguna picadera y una hielera con cava y dos copas altas. No necesariamente porque crea que la cava sea lo que más te guste, y si es así mucho mejor aún, pero en realidad estoy pensando en que es la mejor manera de limpiar el paladar. Más divertido y apetitoso.

Al igual que yo debes estar sintiendo la música bailando entre los dedos, despertando los poros. ¿Qué te gustaría escuchar?  Ya la tarde es casi noche y los colores del cielo: azul cobalto que quiere ser oscuro, rastros de rojo sol, que hace pocos minutos era un rosado con nubes, esa amalgama a mi me resuena a flamenco, alguna guitarra con mucha pasión.  ¿A tí te parece más a jazz? Excelente, te propongo que escuchemos una y una. 

Hablando de propuestas,  es hora de hablar de los proyectos, los sueños, los que persisten porque nunca queremos iniciarlos, los que vamos cambiando en el camino, los que nos cambian a nosotros a medida que los vamos ejecutando.  De gente, de lugares, de inversiones, de emociones. Esos parecen temas profundos, pero son los motores de cada día. Cambiemos de copa, cambiemos de trago, elige lo que gustes, la tercera mesa contiene lo que entiendo puedes preferir y te puedo brindar. 

Pero levanta tu vaso y brinda conmigo, que las copas hablen, que los sentidos se sientan liberados, reconocidos. Y que al chocar las copas se rompa la tristeza, la nostalgia, las frustraciones, para que el licor pueda llenarnos de emociones.

Tomo la palabra, me quiero ir por delante.  Voy a hablarte de encuentros, de miradas. Debería comenzar por otra línea, como el trabajo, el futuro, pero hay que admitirlo, las pasiones nos curten la piel y nos mueven a expresarnos.  En ese instante llega a mi memoria una parte del cuento de Benedetti llamado Cleopatra, una provocación oculta en un relato que parece sencillo  y te comparto: ¨Me besó sin pedir permiso y a mí me pareció la gloria. Le devolví el beso con hambre atrasada. Me enlazó por la cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos de Cleopatra. https://narrativabreve.com/2013/12/cuento-breve-mario-benedetti-cleopatra.html


Por breves instantes se me olvidó que iba a contarte de los proyectos, del trabajo y los chismes de la gente, por ahí siempre hay mucha tela que contar para divertirse, entre dos y que no se multiplique, que quede ahí, que no haga daño a nadie más.

Y cierro mis labios y permito que tu también me cuentes tu historia, la preocupación que durante este instante liberas de la prisión de tu alma, que deja de ser preocupación y que juntos convertiremos en una nueva estrategia. El abecedario tiene muchas letras que justo ahora vamos a convertir en un nuevo plan, para salir adelante, para poner diversión en los minutos, días, meses que siguen, para incluir en ese plan el próximo encuentro, la próxima comida, el próximo trago.  Y volver a brindar, por ti y tus ideas, por mi y mis ocurrencias, por ambos y la aventura compartida.

A una tarde así, convertida en noche sin preocupación por las horas, ¿Con quién la compartirías?  Yo, defintivamente, lo haría contigo.

Descubre tus lujos

Busqué en el diccionario la definición de lujo y el resultado fue ¨exhibición o manifestación de riqueza¨. También agrega que está referido a una ¨cosa o conjunto de cosas prescindibles que suponen gran gasto de dinero o de tiempo¨.   Si lo analizamos bien, todo este tema es subjetivo: puede que sean objetos, pero la mayoría de las veces son instantes y personas que te acompañan, momentos que se disfrutan.  Así como en el arte, cada uno puede tener una visión diferente sobre lo que considera lujoso.

Con frecuencia escuchamos a las personas indicar que pagan lo que sea por tal o cual producto,  aquellos que proporcionan cierta comodidad o facilidad o algunos que simplemente son superfluos.  No se trata de tener el auto más caro, ni la ropa de diseño, ni de cenar en los restaurantes más exclusivos de la ciudad y mucho menos de que se consigan esas cosas para aparentar frente a los demás. Normalmente lo que nos produce comodidad es lo que termina siendo un lujo, aun cuando  cueste poco o quizás nada.   La idea es reconocer aquello que nos hace sentir fabulosos, llenos de glamour o simplemente cómodos y en plenitud. Luego de tener la lista clara, ir en su búsqueda y darnos esos gustos. 

Quizás tienes cerca de ti una playa pública a la que puedas ir en compañía y simplemente meter los pies en la arena y sentir la brisa del mar.  En medio de la turbulencia de las preocupaciones y el diario correr, eso sería un lujo inestimable.

Tengo un amigo de estilo sencillo y ligero que no prestaba mucha atención a la marca o moda de la ropa, sin embargo era impecable con sus lentes de sol, los más modernos y costosos.  Todo un contraste.  Me explicó que se tomaba muy en serio el tema de los rayos ultravioleta y el cuidado de su vista y eso significaba estar pendiente de la mejor propuesta del mercado en ese sentido y por supuesto su valor, algo que para él ese accesorio lo merecía. Ese era su lujo y a la vez su prioridad.


Puedo contar que tengo un lujo identificado, que para otros es una rutina.  Me encanta tener flores en diferentes rincones de la casa y por distintas razones se ha convertido en un placer que fui relegando. 

Me produce un deleite llegar y ver la hermosura y el colorido de las flores.  Así como las puestas de sol desde mi terraza con una taza de café o una copa de vino a mano, para cerrar el día o iniciar la noche, dependiendo de las emociones.



Es común y agradable escuchar la manera en que la gente describe lo delicioso del confort de las sábanas recien cambiadas.  Para elevar ese gusto hay quienes prefieren tenerlas con descripciones específicas en cuanto a los hilos o la texturas o probablemente de un color único. Todo eso augura descanso, relajación, nuevamente un momento disfrutado. 

Me he propuesto hacer una lista de las cosas o momentos que me provocan la sensación de lujo, sin importar si requieren inversión de dinero.  El simple hecho de tener claro lo que realmente me gusta me permitirá reconocer cuanto esfuerzo debo hacer para conseguirlas.  Probablemente muchas de ellas no requieran sacrificio alguno y me estoy perdiendo el placer de disfrutarlas, de agregar más felicidad a los días. Y la intención es esa, ser más feliz cada día de mi vida.  



Reflexionando con una taza de café

¡Cómo se nos complica la vida!

Reflexionar sobre algún tema que nos asalte, que en un momento específico nos esté abrumando, sobrecogiendo, se hace mejor frente a una taza de café, o mejor dicho, saboreando una taza de café.
En principio la acción de detenerme frente a una taza de café y concentrar todos mis sentidos inició como un ritual mágico-espiritual. 
Desde el momento en que se está preparando el café, la espera, el sonido de la ebullición no importa la forma en que se esté preparando, se comienza a sentir la emoción del disfrute posterior. Comenzó a hacerse especial para mi la taza en que lo sirvo, tazas individuales, llenas de arte, de formas especiales que iluminan mi mirada. Para sumar al placer visual les cuento que siempre me ha fascinado ver el movimiento del humo, a veces como parte del fuego, un baile sensual que despierta sensaciones, que abstrae y embelesa.

Luego el aroma... ese aroma que atrapa hasta a aquel que prefiere otro tipo de bebida. Y como guindilla que corona el postre, ya sea que le guste bien caliente o que como yo prefiera esperar a que baje un poco su hervor y no le queme los labios y el paladar, el sabor sin igual de una taza de café, amargo o dulce, denso, suave o robusto, algo como umami, un sabor que lo tiene todo, que no puedes especificar pero que tiene su propia identidad.  Eso es un ritual con una taza de café.
Después de describir un momento de felicidad vuelvo a la reflexión inicial.
Así deberían ser siempre las reflexiones, acompañadas de elementos que acondicionen el momento para que las ideas puedan fluir, a favor o en contra, quizás sin solución, pero fluir al fin.

Y como diría uno de mis compañeros de escritorio, y la reflexión...para cuando?

Me va aturdiendo pensar en los recovecos del corazón, la forma en que complicamos el amor y el amar, lo difícil que es conciliar las ideas, las palabras, los sentimientos, las lecciones, sobre todo si eso involucra a  otras personas. Y siempre involucra a más personas.
Se convierte en un golpe frío cada vez que me encuentro de frente con las imágenes que muestran lo fácil que me puede resultar ocuparme y preocuparme de crear las condiciones para que los que me rodean se sientan a gusto, felices, amados, y sin embargo se me olvida hacer lo propio conmigo misma.  
De pronto entiendo el verdadero mensaje de un ejercicio que junto a algunas amigas hemos decidido desarrollar para este año 2019.  En un encuentro que sostuvimos para cerrar el año que terminaba y preparar las iniciativas para el nuevo año, se nos pidió a cada una llevar una planta. La idea era hacer un intercambio al azar, escoger de una urna el nombre de la persona a la que le regalaríamos esa planta para que fuera su proyecto del año, un ser vivo del que nos ocuparíamos y al que cuidaríamos de manera singular. Sucedió lo insólito, al final a cada una nos salió nuestro propio nombre.  El universo nos decía que cada una debía cuidar de si misma, ocuparnos de nuestro amor propio representado en esa planta.
Cambia la perspectiva sobre el hecho de no solamente evitar que la planta muera, ocupándome de ella a diario, sino también recordar cada vez que vea la planta que debo amarme a mi misma, evaluar qué he hecho el día de hoy para lograr ese objetivo.
Fíjese usted, si a veces le resulta a uno complicado dedicarse atención de manera específica, que no será entender las relaciones con las demás personas, aceptar el amor que nos dan, cada cual a su manera e incorporarlo y adaptarlo a nuestras maneras. Asumir lo que está y lo que dejó de ser o lo que simplemente es diferente, cerrar los ojos ante situaciones que perturban nuestros esquemas, aún a sabiendas de que no van acorde con los mismos y de todos modos intentar dar el siguiente paso, vivir el momento, el día en curso. 
Llegado ese momento en donde se entiende de manera teórica lo simple que puede ser encontrar la felicidad y la importancia del tiempo vivido con relación al tiempo de vida restante, tampoco resulta fácil dejar pasar aquellas cosas que están arraigadas en la piel, en las lecciones de vida, en los elementos inculcados por la familia, por el entorno, por el destino, por lo vivido.
A esta altura del texto y con tanta reflexión, especialmente sobre temas con mucha tela para cortar, ya voy pasando de la taza de café, repetidas veces, a la copa de vino.
Al final, como muchas veces, hay que dejarle las respuestas a la almohada y esperar los rayos del nuevo día, hacer un resumen de los sueños, si es que los quiere recordar o prefiere dejarlos que sigan dormidos, tratar de escuchar en la primera oración los comentarios que nos envían los ángeles que a cada uno acompañan y continuar el día haciendo un listado de los cambios que pudieron haber sucedido desde el inicio de la reflexión, con la primera taza de café del día anterior. 

ENTRANDO EN EL PERSONAJE


No soy fanática de muchas cosas: me gusta un café, una lectura, compartir esa lectura y echar ¨un conversao¨ sobre ella.  Me gustan las películas o las series pero no cultivo ningún fanatismo, puedo dejar de ver cualquiera en el momento en que sea necesario, aunque me sienta muy atraída o conectada.

Ya sea que la elección del momento sea tomar un libro, ver una película, comenzar una serie, hay que considerar varios factores: la recomendación y aquello que nos hace cosquillas en el corazón, por supuesto entre aquello a lo que tenemos acceso.

Tengo una forma peculiar de ver las películas: reconozco la trama, la actuación, el ritmo, todo aquello que usualmente tomamos en cuenta. Pero más allá de eso, o de las partes negativas que podamos encontrar, me gusta sacarle provecho a ciertos elementos que en ocasiones no son tomados en cuenta: la forma en que algunas situaciones son manejadas, los escenarios con mucha creatividad y cómo de alguna manera, en algún momento, esa escenografía puede estar basada en aspectos científicos, históricos, bibliográficos.

Puedo decir que igual me pasa con los libros que voy leyendo. No importa si la trama es juvenil, de mucha ficción, dramática o histórica, a veces hay partes en las que nos cansamos o que nos restan interés y  sin embargo mi visión sobre ese libro no se limita a ese momento en que dejamos de prestar atención, siempre puedo encontrar algunas otras cosas que, aunque vistas por separado, siempre me resultan atractivas o dejan una huella en mi.

Y siempre hay una huella, hay un personaje que nos resulta cómodo, una escena que nos parece familiar o nos hace sentir acogidos.  

Conversaba con unos amigos sobre la forma en que estos detalles influyen en nosotros y nos hacen acercarnos a ese personaje que nos gustó.  Empezaron a surgir las incidencias y las coincidencias.  

Escuché la explicación sobre la forma en que en su momento influyó en mucha gente las series sobre los capos y los carteles de la droga y aunque ni remotamente serían capaces de hacer algo así, en alguna ocasión sintieron que hubo algunos aspectos que les gustaron de los personajes, reacciones, escenas, diversas tramas.



Una de mis amigas se sintió muy atraída por el estilo ¨empoderado¨ que tenía la protagonista de la serie Scandal y todos nos entusiasmamos, sin importar el género, con las ocurrencias y peculiaridades de Raymond Reddington de Blacklist. En algún momento muchos quisimos ser alguno de los vampiros de la saga de Crepúsculo o tener una varita mágica y hacer conjuros al estilo de Hogwarts y Harry Potter.


Sobre Reddington nos encanta su estilo elegante pero cercano, podría decirse que hasta humilde. Se nos presenta un personaje con un estilo definido, lleno de conocimientos y  cultura,  que no hace ninguna transición entre resaltar un pastel de frutas cosechadas en una huerta trasera, elaborada de manera sencilla en la cocina de un comedor ubicado en un suburbio para luego mencionar o saborear el exquisito ingrediente de las semillas de una planta exótica utilizada para adobar un pescado peculiar que solo se encuentra en una región de Islandia y que lo preparara únicamente el chef ejecutivo del hotel de 5 estrellas que está cerca de los Campos Elíseos en París. Normal.

Y nos enamoran esos detalles. Y hasta lecciones aprendemos, como por ejemplo cuando pasó de poseer fortuna a no tener absolutamente nada.  Y seguir con el mismo estilo y glamour. Y salir a hacer el trabajo que fuese necesario para conseguir el dinero para pagar la renta, sin mayor drama, sin tragedia. La vida continúa y es cuestión de cambiar la estrategia. No debemos olvidar que esta serie nos presenta al delincuente más buscado por el FBI.


Con Scandal nos pasó que nos contagió con la copa de vino. No había capítulo que no  motivara a buscar una copa de vino para sentarse a disfrutar la serie.  De hecho, eso, las palomitas de maíz y el café eran los únicos alimentos que se veían como comida frecuente.


Una vez quise ser guerrera. Como las guerreras de las historias de los Vikingos, o de la China antigua. Como los guerreros Assasin. Pero no de los guerreros empaquetados que solo tienen la opción de seguir las órdenes, sino de aquellos solitarios que han unido pasión, espiritualidad, conexión y libertad. Creo que finalmente sigo siendo guerrera en tiempos modernos, sin capa y sin espadas, pero con el cuchillo en la boca al estilo Rambo. Otro personaje.

Y aquel que leyó el libro de Laura Esquivel, Como Agua para Chocolate, y mientras lo leía sintió en el paladar los sabores de los platos que preparaba cargados de sensualidad, de aromas. Isabel Allende también nos transporta a la magia de los alimentos con Afrodita, de manera irreverente pero folclórica, conectada al efecto que producirán esos ingredientes, a lo que esperamos obtener del objeto de su preparación. Una influencia palpable al momento de leer. Una pasión por cocinar que se va transmitiendo porque hay un objetivo y tienen un efecto.



Puedo contar que me encantó la escenografía de la película Júpiter Ascending.  Maravillosos lugares enmarcados en planetas distantes o desconocidos que nos despiertan la imaginación de un posible, soñado o no, prácticamente al alcance de nuestras manos. Pero además, unos personajes que en su trasfondo parecen más bien duquesas y príncipes de un reino antiguo muy europeo.

Hay tantas cosas por descubrir en las escenas,  especiales o no, en los relatos, en la descripción de los detalles. Hay tanto que nos conecta, influye y nos motiva o definitivamente nos cambia, y que viene de eso que vemos o probamos, de lo último que vimos en pantalla o leímos y que queremos compartir, porque lo tenemos en la punta de la lengua.


CAFE CONVERSADO

Ahora tomo mi café,  el primero del día, y lo comparto contigo en esta conversación.

Hoy converso solo contigo. Hoy me he detenido. Las mañanas siempre son  aceleradas aunque tengamos tiempo suficiente y haya oportunidad de sentarse y picotear un pan mientras el aroma del café realiza su danza alrededor de mi nariz, convenciéndome  de que será muy buen día. Siempre hay una prisa y una angustia sobre el tiempo.

Trato de controlar las siguientes tazas de café del día, en cantidades y capacidades, pero ésta la preparo con mucho cuidado y la saboreo de manera especial.


Mi taza, repleta de amor, desde el envase hasta el contenido, me dice que está bien así, que sentarme y disfrutar mi café es un acto de amor a mí misma, a la primera persona que debo cuidar.


Creo que todo este enamoramiento con el café comienza como una forma de complacerme, de ver de forma especial aquello que muchas veces hacemos de forma automática, sin cuidar los detalles, solo por el hecho de que sirve para despertarse y además tiene buen sabor.

Y hace un tiempo empecé a probar otros sabores diferentes al tradicional, a reconocer las diferencias cuando las manos que se detienen a procesar los granos quieren mostrarnos lo especial que puede ser, a buscar combinaciones que le agreguen sabor, aroma. Aún sigo buscando, probando, aprendiendo. Así es mi café de la mañana, en su punto, cuidado, aromatizado de manera especial.

Pero hoy el café tiene un sabor especial, me sabe a recuerdos, a espacios vacíos en mi piel. Me sabe a otros momentos de placer, serenos, de vibraciones que solo se sienten a través de la mirada.  Eso basta para hacer más especial mi café de hoy.


MUCHAS CABEZAS, MUCHOS MUNDOS

 "Cada uno de nosotros creamos un mundo entero en nuestra cabeza y vivimos en ese mundo".    El Quinto Acuerdo, por Don José Ruiz....