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ENLAZANDO LOS TEMAS Y LOS RECUERDOS

Los temas para escribir dan vueltas en la cabeza pero sin concretizarse, solo con las ganas de poner a mover los dedos y la imaginación.  Y una diosidencia vinculada a algo que había escrito justo hace dos años me llevó a seguir leyendo otros textos escritos.

Sin embargo en este momento no me voy a ir muy lejos, me voy a referir al último documento escrito, aquel sobre el olor de la lluvia y la canción de Johnny Ventura, porque mientras lo leía empecé a recordar comentarios que parecían vinculados a lo escrito o a la canción.  


De inmediato me llegó a la mente un comentario muy particular de mi hermano.  El dice que la ginebra le ¨sabe a besos de mujer bonita¨, y lo dice saboreando su trago con tanto placer que cualquiera a su lado, al oler la ginebra instantáneamente la imaginación dibuja una mujer linda.


Sin embargo mi liquita, Miosoti, encuentra inspiración en el aroma que despide cuando se destapa una botella de Barceló Imperial, el cual ella define como un trago muy noble.

En ocasiones he comprado un aceite ambientador con aroma de galletas y la memoria lleva de inmediato a la navidad. Hasta se pueden escuchar las canciones alegóricas.

Definitivamente hay aromas vinculados a lugares.  Los olores en una tienda de perfumes  en una plaza o mall hacen sentir millonario a cualquiera. Y qué decir que unas palomitas de maíz en la casa son el mejor complemento para comenzar una serie de películas aún sea en Netflix y a través de un celular.

Saborear una jalea de batata me transporta a la casa de mi abuela Tinita en Baní.  Para Semana Santa allí se preparaba jalea o habas dulces. En ningún otro lugar he comido habas y con la jalea había, además de la fusión de sabor, el recuerdo de todo el proceso de preparación, en el cual estábamos incluídos los primos que allí nos juntábamos en esos días de vacaciones.

Identificar sabores especiales, olores particulares o texturas, nos vinculan a recuerdos que buscan mantenerse en la memoria y evocar principalmente buenos momentos.  ¿Cuál es tu recuerdo?




Despertando pasiones y recuerdos

¨La lluvia huele a traguito, debajo de la enramada,
huele a besitos de la mujer que me agrada.
La lluvia huele a asopao y huele a grupo de amigos,
huele a perico ripiao y a noche contigo,
Me huele a caricia de mujer bonita
me huele a malicia, mami,  y a madrugadita.
A tambora y bulla
a grupo de amigos
a la esencia tuya
y a noche contigo.
Huele, Huele.
Huele a galería, me huele a amistad
huele a alegría y a felicidad.
La lluvia a arco iris y huele a tierra mojada,
huele a gotas en el zinc con música de cascada,
huele a guiso, a sancocho de pato,
al aroma del chorizo
a guitarra y al patio.
Huele, huele
A sancocho de pato
a traguito de ron,
a guitarra en patio,
a merengue y son.
La lluvia huele a rico asopao
A tierra mojada,
a chivo guisao bajo la enramada
huele,
huele,
me huele a bandeja de café con pan,
a canciones viejas y me huele a pan.¨

Es una canción que me encanta y que no me canso de escuchar.  Interpretada por Johnny Ventura.
Una evocación de buenos recuerdos, de momentos de gozo y alegría.

¿Quién no disfruta una lluvia debajo de una enramada? Imagine, sentado en una mecedora, solo, bien abrigado pero también contando con que la lluvia que cae es completamente vertical y serena. Una taza de café en la mano. El mejor momento, el mejor sedativo que se puede encontrar. 
Pero también imagínese esa misma enramada, la misma lluvia, su esposo o esposa, el compadre y la comadre, tu hermano, una botella de ron y una agradable música y la certeza de que en el fondo, en la cocina, hay un sancocho burbujeando.  Júbilo, alegrías, celebración, risas.
Se despierta la creatividad sobre todas las posibilidades al escuchar la canción. Hasta se siente el aroma del café con pan cuando se menciona. Es increíble cómo se activan los sentidos.

Y así al continuar escuchando la canción permanece la emoción, la expectativa.

Nada como guitarra en patio, sea que a usted le guste un bolero, una bachata, un merengue o una canción cristiana. Es su elección, pero también es la emoción, el momento.
Disfrútala conmigo al leer esta líneas, más abajo dejo el enlace para que ni siquiera tenga que buscarla.  Esas emociones que quedan, esos momentos que se disfrutan, es nuestro mayor regalo de la vida.

(video EL OLOR DE LA LLUVIA. Copiar el enlace) https://youtu.be/wzVxfHKMJug


No me toques... Hagamos el amor

Cuenta un relato que ¨para hacer el amor no es necesario el encuentro físico¨.

No pienso igual.

Se hace el amor con todos los sentidos aún sin llegar a una intimidad profunda.  Hay encuentro físico entre dos miradas que coinciden y se resisten a dejarse de tocar. Los ojos son el espejo del alma y estos pueden decir tantas cosas sin abrir los labios, pueden contar historias, invitar y recordar.


Haces el amor con un breve toque de la piel. Sientes que en ese instante se desarrolla un alfabeto en braille que llena cada poro con palabras incoherentes.  Es inexplicable el imán que se activa con el roce de unas manos que se sienten atraídas por otra piel, por el movimiento de los dedos en suave recorrido, por la respuesta cuando se eriza y se transforma mágicamente pasando del frio al calor y viceversa.

Hay canciones que también conquistan, incitan, te transportan al lado de la persona deseada, entre sus brazos, boca a boca, lo demás es imaginación y ganas. ¿Cómo no sentirse provocado ante un bolero cantado por una voz romántica como la de Ana Belén en donde pide que la ate a la pata de la cama solo para saber ¨cuanto amor nos cabe de una sola vez¨?

Y qué decir de esos aromas que identifican personas, lugares, momentos. De la química del aroma de la piel que solamente puede ser percibida y disfrutada por ese complemento de tu alma. Quizás de la preferencia por ciertas fragancias que emana el cuerpo, sobre todo cuando está excitado, sólo eso es suficiente para sentir la respuesta de nuestros cuerpos casi de manera orgásmica.

¿Se puede hacer el amor y llegar al éxtasis con solo besarse? Hay besos que en perfecta sinfonía de labios y lengua te conducen a movilizar todos los sentidos del cuerpo.  Unos labios que besan con toda la pasión del alma y que son correspondidos en igual dimensión, elevan al éxtasis sin siquiera tener otro tipo de contacto. 

Te invito a releer estas letras poniendo toda tu atención en cada palabra, dejándote transportar a cada escenario, llenándote de amor con los cinco sentidos.


Reflexionando con una taza de café

¡Cómo se nos complica la vida!

Reflexionar sobre algún tema que nos asalte, que en un momento específico nos esté abrumando, sobrecogiendo, se hace mejor frente a una taza de café, o mejor dicho, saboreando una taza de café.
En principio la acción de detenerme frente a una taza de café y concentrar todos mis sentidos inició como un ritual mágico-espiritual. 
Desde el momento en que se está preparando el café, la espera, el sonido de la ebullición no importa la forma en que se esté preparando, se comienza a sentir la emoción del disfrute posterior. Comenzó a hacerse especial para mi la taza en que lo sirvo, tazas individuales, llenas de arte, de formas especiales que iluminan mi mirada. Para sumar al placer visual les cuento que siempre me ha fascinado ver el movimiento del humo, a veces como parte del fuego, un baile sensual que despierta sensaciones, que abstrae y embelesa.

Luego el aroma... ese aroma que atrapa hasta a aquel que prefiere otro tipo de bebida. Y como guindilla que corona el postre, ya sea que le guste bien caliente o que como yo prefiera esperar a que baje un poco su hervor y no le queme los labios y el paladar, el sabor sin igual de una taza de café, amargo o dulce, denso, suave o robusto, algo como umami, un sabor que lo tiene todo, que no puedes especificar pero que tiene su propia identidad.  Eso es un ritual con una taza de café.
Después de describir un momento de felicidad vuelvo a la reflexión inicial.
Así deberían ser siempre las reflexiones, acompañadas de elementos que acondicionen el momento para que las ideas puedan fluir, a favor o en contra, quizás sin solución, pero fluir al fin.

Y como diría uno de mis compañeros de escritorio, y la reflexión...para cuando?

Me va aturdiendo pensar en los recovecos del corazón, la forma en que complicamos el amor y el amar, lo difícil que es conciliar las ideas, las palabras, los sentimientos, las lecciones, sobre todo si eso involucra a  otras personas. Y siempre involucra a más personas.
Se convierte en un golpe frío cada vez que me encuentro de frente con las imágenes que muestran lo fácil que me puede resultar ocuparme y preocuparme de crear las condiciones para que los que me rodean se sientan a gusto, felices, amados, y sin embargo se me olvida hacer lo propio conmigo misma.  
De pronto entiendo el verdadero mensaje de un ejercicio que junto a algunas amigas hemos decidido desarrollar para este año 2019.  En un encuentro que sostuvimos para cerrar el año que terminaba y preparar las iniciativas para el nuevo año, se nos pidió a cada una llevar una planta. La idea era hacer un intercambio al azar, escoger de una urna el nombre de la persona a la que le regalaríamos esa planta para que fuera su proyecto del año, un ser vivo del que nos ocuparíamos y al que cuidaríamos de manera singular. Sucedió lo insólito, al final a cada una nos salió nuestro propio nombre.  El universo nos decía que cada una debía cuidar de si misma, ocuparnos de nuestro amor propio representado en esa planta.
Cambia la perspectiva sobre el hecho de no solamente evitar que la planta muera, ocupándome de ella a diario, sino también recordar cada vez que vea la planta que debo amarme a mi misma, evaluar qué he hecho el día de hoy para lograr ese objetivo.
Fíjese usted, si a veces le resulta a uno complicado dedicarse atención de manera específica, que no será entender las relaciones con las demás personas, aceptar el amor que nos dan, cada cual a su manera e incorporarlo y adaptarlo a nuestras maneras. Asumir lo que está y lo que dejó de ser o lo que simplemente es diferente, cerrar los ojos ante situaciones que perturban nuestros esquemas, aún a sabiendas de que no van acorde con los mismos y de todos modos intentar dar el siguiente paso, vivir el momento, el día en curso. 
Llegado ese momento en donde se entiende de manera teórica lo simple que puede ser encontrar la felicidad y la importancia del tiempo vivido con relación al tiempo de vida restante, tampoco resulta fácil dejar pasar aquellas cosas que están arraigadas en la piel, en las lecciones de vida, en los elementos inculcados por la familia, por el entorno, por el destino, por lo vivido.
A esta altura del texto y con tanta reflexión, especialmente sobre temas con mucha tela para cortar, ya voy pasando de la taza de café, repetidas veces, a la copa de vino.
Al final, como muchas veces, hay que dejarle las respuestas a la almohada y esperar los rayos del nuevo día, hacer un resumen de los sueños, si es que los quiere recordar o prefiere dejarlos que sigan dormidos, tratar de escuchar en la primera oración los comentarios que nos envían los ángeles que a cada uno acompañan y continuar el día haciendo un listado de los cambios que pudieron haber sucedido desde el inicio de la reflexión, con la primera taza de café del día anterior. 

ENTRANDO EN EL PERSONAJE


No soy fanática de muchas cosas: me gusta un café, una lectura, compartir esa lectura y echar ¨un conversao¨ sobre ella.  Me gustan las películas o las series pero no cultivo ningún fanatismo, puedo dejar de ver cualquiera en el momento en que sea necesario, aunque me sienta muy atraída o conectada.

Ya sea que la elección del momento sea tomar un libro, ver una película, comenzar una serie, hay que considerar varios factores: la recomendación y aquello que nos hace cosquillas en el corazón, por supuesto entre aquello a lo que tenemos acceso.

Tengo una forma peculiar de ver las películas: reconozco la trama, la actuación, el ritmo, todo aquello que usualmente tomamos en cuenta. Pero más allá de eso, o de las partes negativas que podamos encontrar, me gusta sacarle provecho a ciertos elementos que en ocasiones no son tomados en cuenta: la forma en que algunas situaciones son manejadas, los escenarios con mucha creatividad y cómo de alguna manera, en algún momento, esa escenografía puede estar basada en aspectos científicos, históricos, bibliográficos.

Puedo decir que igual me pasa con los libros que voy leyendo. No importa si la trama es juvenil, de mucha ficción, dramática o histórica, a veces hay partes en las que nos cansamos o que nos restan interés y  sin embargo mi visión sobre ese libro no se limita a ese momento en que dejamos de prestar atención, siempre puedo encontrar algunas otras cosas que, aunque vistas por separado, siempre me resultan atractivas o dejan una huella en mi.

Y siempre hay una huella, hay un personaje que nos resulta cómodo, una escena que nos parece familiar o nos hace sentir acogidos.  

Conversaba con unos amigos sobre la forma en que estos detalles influyen en nosotros y nos hacen acercarnos a ese personaje que nos gustó.  Empezaron a surgir las incidencias y las coincidencias.  

Escuché la explicación sobre la forma en que en su momento influyó en mucha gente las series sobre los capos y los carteles de la droga y aunque ni remotamente serían capaces de hacer algo así, en alguna ocasión sintieron que hubo algunos aspectos que les gustaron de los personajes, reacciones, escenas, diversas tramas.



Una de mis amigas se sintió muy atraída por el estilo ¨empoderado¨ que tenía la protagonista de la serie Scandal y todos nos entusiasmamos, sin importar el género, con las ocurrencias y peculiaridades de Raymond Reddington de Blacklist. En algún momento muchos quisimos ser alguno de los vampiros de la saga de Crepúsculo o tener una varita mágica y hacer conjuros al estilo de Hogwarts y Harry Potter.


Sobre Reddington nos encanta su estilo elegante pero cercano, podría decirse que hasta humilde. Se nos presenta un personaje con un estilo definido, lleno de conocimientos y  cultura,  que no hace ninguna transición entre resaltar un pastel de frutas cosechadas en una huerta trasera, elaborada de manera sencilla en la cocina de un comedor ubicado en un suburbio para luego mencionar o saborear el exquisito ingrediente de las semillas de una planta exótica utilizada para adobar un pescado peculiar que solo se encuentra en una región de Islandia y que lo preparara únicamente el chef ejecutivo del hotel de 5 estrellas que está cerca de los Campos Elíseos en París. Normal.

Y nos enamoran esos detalles. Y hasta lecciones aprendemos, como por ejemplo cuando pasó de poseer fortuna a no tener absolutamente nada.  Y seguir con el mismo estilo y glamour. Y salir a hacer el trabajo que fuese necesario para conseguir el dinero para pagar la renta, sin mayor drama, sin tragedia. La vida continúa y es cuestión de cambiar la estrategia. No debemos olvidar que esta serie nos presenta al delincuente más buscado por el FBI.


Con Scandal nos pasó que nos contagió con la copa de vino. No había capítulo que no  motivara a buscar una copa de vino para sentarse a disfrutar la serie.  De hecho, eso, las palomitas de maíz y el café eran los únicos alimentos que se veían como comida frecuente.


Una vez quise ser guerrera. Como las guerreras de las historias de los Vikingos, o de la China antigua. Como los guerreros Assasin. Pero no de los guerreros empaquetados que solo tienen la opción de seguir las órdenes, sino de aquellos solitarios que han unido pasión, espiritualidad, conexión y libertad. Creo que finalmente sigo siendo guerrera en tiempos modernos, sin capa y sin espadas, pero con el cuchillo en la boca al estilo Rambo. Otro personaje.

Y aquel que leyó el libro de Laura Esquivel, Como Agua para Chocolate, y mientras lo leía sintió en el paladar los sabores de los platos que preparaba cargados de sensualidad, de aromas. Isabel Allende también nos transporta a la magia de los alimentos con Afrodita, de manera irreverente pero folclórica, conectada al efecto que producirán esos ingredientes, a lo que esperamos obtener del objeto de su preparación. Una influencia palpable al momento de leer. Una pasión por cocinar que se va transmitiendo porque hay un objetivo y tienen un efecto.



Puedo contar que me encantó la escenografía de la película Júpiter Ascending.  Maravillosos lugares enmarcados en planetas distantes o desconocidos que nos despiertan la imaginación de un posible, soñado o no, prácticamente al alcance de nuestras manos. Pero además, unos personajes que en su trasfondo parecen más bien duquesas y príncipes de un reino antiguo muy europeo.

Hay tantas cosas por descubrir en las escenas,  especiales o no, en los relatos, en la descripción de los detalles. Hay tanto que nos conecta, influye y nos motiva o definitivamente nos cambia, y que viene de eso que vemos o probamos, de lo último que vimos en pantalla o leímos y que queremos compartir, porque lo tenemos en la punta de la lengua.


CAFE CONVERSADO

Ahora tomo mi café,  el primero del día, y lo comparto contigo en esta conversación.

Hoy converso solo contigo. Hoy me he detenido. Las mañanas siempre son  aceleradas aunque tengamos tiempo suficiente y haya oportunidad de sentarse y picotear un pan mientras el aroma del café realiza su danza alrededor de mi nariz, convenciéndome  de que será muy buen día. Siempre hay una prisa y una angustia sobre el tiempo.

Trato de controlar las siguientes tazas de café del día, en cantidades y capacidades, pero ésta la preparo con mucho cuidado y la saboreo de manera especial.


Mi taza, repleta de amor, desde el envase hasta el contenido, me dice que está bien así, que sentarme y disfrutar mi café es un acto de amor a mí misma, a la primera persona que debo cuidar.


Creo que todo este enamoramiento con el café comienza como una forma de complacerme, de ver de forma especial aquello que muchas veces hacemos de forma automática, sin cuidar los detalles, solo por el hecho de que sirve para despertarse y además tiene buen sabor.

Y hace un tiempo empecé a probar otros sabores diferentes al tradicional, a reconocer las diferencias cuando las manos que se detienen a procesar los granos quieren mostrarnos lo especial que puede ser, a buscar combinaciones que le agreguen sabor, aroma. Aún sigo buscando, probando, aprendiendo. Así es mi café de la mañana, en su punto, cuidado, aromatizado de manera especial.

Pero hoy el café tiene un sabor especial, me sabe a recuerdos, a espacios vacíos en mi piel. Me sabe a otros momentos de placer, serenos, de vibraciones que solo se sienten a través de la mirada.  Eso basta para hacer más especial mi café de hoy.


LA MEMORIA DE LOS SABORES

Hay ciertas comidas que dejan una huella en el paladar, un sabor a especias, una combinación chispeante o un recuerdo de las manos que la prepararon. 
Hay ciertas bebidas que nos impactan y nos permiten recordar mezclas, marcas y momentos especiales en los cuales fueron degustadas.
En una conversación durante el almuerzo en la oficina, uno de mis compañeros puso su mesa y miró la comida con curiosidad, no duda, no desanimo, curiosidad. Con alguna frecuencia compartimos lo que hemos preparado si es que coincidimos y pude notar la diferencia en su rostro.   Empezó a probar la comida y le pregunté si estaba bien.  Su respuesta me dio la inspiración para este artículo.  Me dijo que el arroz se parecía al que le cocinaba su esposa pero que él sabía que no había sido ella la que preparó la comida, había sido la asistente que va a la casa varias veces a la semana.  Le reclamé pensando que estaba desacreditando lo que su esposa había cocinado, a lo cual se negó, indicando que a lo que se refería es que el brillo, la textura, el punto de sal, todo en su conjunto le hacía notar la diferencia. Su paladar podía notar la ligera diferencia aunque en ese momento se parecían bastante.
Y empecé a buscar en mis recuerdos aquellas memorias de sabores que han sido relevantes para mi.
A pesar de que soy cocinera en búsqueda constante de nuevos elementos, nuevas combinaciones, ingredientes más saludables, algunos retos, siempre quedan de manera especial en el paladar algunos sabores de ciertos platos, no obstante se hayan realizado al pie de la receta (lo cual difícilmente es mi caso). 

Escribiendo y recordando lo primero que llega a mi mente es el aroma y el sabor de una rica habichuela roja guisada. No importa lo exquisito que pueda ser tu menú cotidiano, el aroma del sofrito para sazonar una habichuela es completamente reconocible a distancia y por su aroma también se puede deducir lo rico que puede quedar. Quizás también porque a diario cruzo por una calle donde preparan la ¨comida del día¨ de un comedor y muy temprano en la mañana ya están guisando las habichuelas.


Otro sabor que ahora recuerdo con mucho placer fue durante un viaje a España, en la casa de la amiga de una amiga la cual pasamos a saludar, nos prepararon unos ricos hongos rellenos de prosciutto y queso. Ese sabor lo he querido replicar en varias ocasiones y aún no siento que es el mismo que en aquel momento compartí con mi amiga María. Era algo entre el sabor típico de los hongos, mezcla de ahumado con una textura húmeda y suave,  combinado con lo salado del prosciutto y lo cremoso del queso.  Unas finas virutas de cilantro por encima le daban el toque de aroma y color. La memoria va más allá del paladar, entra en conexión directa con los aromas y la presentación.


Y qué decir de las bebidas para la cual hay cursos y talleres que nos permiten diferenciar los ingredientes, enseñar el paladar y poder registrar aquellos sabores que más nos gustan. Tanto en el vino como en el whiskey o el whisky, que para los fines termina siendo lo mismo aunque para los defensores de su autenticidad existe una diferencia, siempre hay unos ingredientes base y luego los que se agregan para crear una bebida diferente.

Los ingredientes que nos traen los vinos casi siempre son los mismos, pero ahhh, las combinaciones son las que marcan la diferencia.  Entre los vinos con una fuerte mezcla de frutas del bosque, los muy maderosos, notablemente maderosos, los dulzones o aquellos que dejan el picor característico de la pimienta, lo realmente sabroso siempre depende del gusto personal.  Me queda claro y siempre lo he dicho, ningún vino es el mejor, el paladar es el que dice cual te gusta más y cuando lo descubres, ese es el mejor vino. 

Me resulta mucho más difícil el reconocimiento de los sabores mezclados en las bebidas de colores, esas que llevan mezcla de licores y alcoholes combinados con frutas o hierbas. Si tienen muchos ingredientes confunden mi paladar y además emborrachan más fácilmente. Esas las respeto. Prefiero una combinación de pocos elementos, una margarita de fresa o un mojito de chinola, dos o tres ingredientes reconocibles. Esto solo así en el caso de este tipo de bebidas.
Qué podemos decir del whiskey. Comenzando por el hecho de que no se debe combinar con nada, ni siquiera hielo, para poder sentir su fuerza, el tipo de madera en que ha sido añejado, la combinación de las diferentes maltas, si es que la tiene, o la diferencia con aquel que es de una sola malta (mi elección). 

Hay que detenerse a identificar en cada trago, en cada mordida, todos esos elementos que hacen mas sabroso aquello que estamos degustando, aún en la comida de cada día. Y hay que agradecer por cada bocado que podemos ingerir.

Tengo unos amigos muy especiales con aires de sibaritas pero muy aplatanados que siempre están en la disposición de probar sabores nuevos, de inventar nuevas combinaciones tanto de la bebida como de la comida y entre ellas a su vez.  Ajustados a las condiciones económicas y a la capacidad adquisitiva y disponiendo de mucha creatividad para sustituir algunos elementos por otros, estos amigos han podido ir creando su memoria colectiva de los sabores.  A veces no logran decirme la marca de una bebida que les gustó mucho, porque ¨solo recuerdan que les gustó muchísimo¨, pero se les olvidó como se llamaba la bebida.  Normalmente para la comida les quedan claro los sabores, las combinaciones y las preferencias. Lo extraño es que toda la comida que comparten les gusta y estarían dispuestos a repetirla, pero están todavía mas dispuestos a probar cosas nuevas.  Y me parece que en ese sentido ahora sirven de mucha ayuda esos videos que andan circulando por nuestras redes de diferentes grupos: con ingredientes de fácil acceso, con poco tiempo de preparación, con facilidad en las recetas. Ha servido para motivar a mucha gente al uso de las dotes culinarias, muchas veces oculto, pero en su mayoría latente.

Lo importante de prestar atención a estos videos o recetas, de tomar el tiempo para comprar los ingredientes necesarios y prepararlos, es lograr que todos los que prueben esos alimentos, o las bebidas, tomen su momento para identificar sabores y crear su memoria selectiva. Lo ideal, enlazar ese placer con las personas y el momento en que se está compartiendo, porque mejor aún, es poder compartir lo que tenemos.



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