La Fecha de Hoy

Estudié en un colegio salesiano de niñas.  

Recuerdo siendo pequeña, entre 4to y 6to de primaria, que al inicio de cada clase y en el momento de abrir los cuadernos lo primero que hacíamos era escribir la fecha.  Primera línea en la parte superior de la derecha.
Con frecuencia me imaginaba un número de año muy lejano y me preguntaba ¿Qué podría estar haciendo yo en ese futuro?  

Confieso que nunca llegué a imaginar una fecha tan lejana como el 2021.  Tampoco recuerdo que a mi mente llegaran imágenes de ese futuro ni sueños de lo que desearía hacer o tener.  Creo que lo importante en ese momento era poder terminar el año escolar de manera excelente.

Y desde aquí, con la experiencia de haber cruzado el portal del año 2020 sin brindis de medianoche ni fiesta de fin de año, con tantas lecciones y retos, puedo entender porqué en ese momento no tuve la imaginación de soñar un futuro, de vestirme de anhelos o con sueños de grandeza: estaba siendo entrenada para vivir el día a día, para asumir lo que había y salir adelante con eso.

Lo único seguro era el compromiso de vida, llegar al colegio, tomar clases, aprender, salir del colegio y seguir estudiando desde la casa.  Otras actividades podrían agregarse, otras situaciones podrían surgir, pero eso era invariable.

No era algo bueno. Tampoco era algo malo.  Simplemente aprendí al revés, a no soñar siendo niña y de adulta me tocó aprender a desarrollar y disfrutar la creatividad y la imaginación.

Tenía claro que seguiría estudiando, que completaría la universidad y tendría una profesión, sin carrera definida en ese momento, pero profesional.  Más adelante y después de algunas pruebas de actitud y evaluaciones surgió la posibilidad de la arquitectura, me salía bien la combinación entre cálculos y dibujo, excepto que una carrera como esa tenía un presupuesto que superaba las posibilidades de ese momento.

Seguían pasando los años y seguía escribiendo la fecha en la parte superior de cada cuaderno que utilizaba.  No fue arquitectura, terminó siendo una ingeniería. Y otras especialidades.

También seguía preguntándome qué estaría pasando cinco, diez o quince años más tarde.  Ya a esa altura de mi vida en alguna ocasión llegué a proyectar algún suceso importante.  

Los acontecimientos más recientes nos enseñaron a prepararnos para el día siguiente, quizás la próxima semana y de paso a hacer alguna provisión que pueda cubrir algunos meses. No más lejos de eso.  Pero sobre todo a vivir cada día, a amar cada día, a descubrir lo mejor de lo que ya tenemos y sorprendernos con cada cosa.

¿Podrías imaginar lo que puede suceder en San Valentín 2022? Solo espero celebrarlo, no sé de qué manera, pero con mucho amor.  
Escribiré una nota colocando en la parte derecha superior: 

14 de Febrero del 2022.






 

Lo tenía en La Punta de la Lengua

Tenía una idea. 
La tenía en La Punta de la Lengua y se me escapó. La recordé por varios días sin anotarla.   Luego se me ocurrió algo más y eso sí lo anoté.  Cuando me dispuse a escribir, retomé la segunda idea y me dejé fluir, y pude producir algunas líneas llenas de recuerdos, de momentos, de gente.

Y creo que quedó bonito. Ya lo verán.  Me parece que también puede traer recuerdos a quienes lo lean y evocar sus propias historias.

Pero me quedé con la sensación de tener algo pendiente, con un vacío latente.
Mientras más esfuerzo hago por recordar cual era el tema, más en blanco se pone mi mente.

Probablemente no era la gran cosa.

Quizás ni siquiera hubiese podido desarrollar una idea divertida o reflexiva que pudiera llevarme a alcanzar algunas líneas completas.

Quiero pensar que será algo así para darme consuelo.  Es lo que solemos hacer para justificarnos y está bien, tampoco es como para andar dándose latigazos.

En el transcurrir de los tiempos, con preocupaciones, con diversidad de temas, hasta con ciertos pánicos y desmotivaciones, olvidar algunas cosas no trascendentes es muy poco en relación a la carga emocional que estamos sosteniendo.

Tantas veces invito a ser feliz por encima de todo.  Es propicia la ocasión para volver a mencionarlo, a partir de una reflexión con una carga de vacío.

Cuando vuelva a mi memoria el tema que se ha escondido detrás de alguna neurona más brillante, que lo mantiene oculto, quien sabe, quizás a resguardo para una mejor ocasión,  entonces dejaré saber que se correspondía con este comentario.

Y como he dicho en muchas ocasiones, mencionado a uno de mis favoritos, hay que ser feliz, aunque solo sea por joder.




Lunes Pal´ Que Puede...

No es nuevo aquello de LUNES PARA EL QUE PUEDE, pero hoy lo escuché y como si fuera coincidencia, que nunca lo es, en ese instante abrí las redes y lo primero que vi fue lo mismo, aunque en otra versión, MARTES PARA EL QUE PUEDE, y de inmediato me tocaron los recuerdos, porque es una expresión que he disfrutado mucho.

Recuerdo cuando era niña que los lunes era el día libre de aquellos que tenían el oficio de arreglar zapatos; y entonces salían a celebrar y tomarse sus tragos y todo el que quería disfrutar del lunes usaba la excusa del zapatero.  Ahora no se busca tener una excusa, se celebran los lunes tan solo porque sí, para romper con el estigma, con el inicio de semana, la carga de alguna resaca y la organización del trabajo, en fin, toda la proyección de la semana.

Lunes pal´ que puede... y bajo esa premisa inventamos algunos viajes y paseos, algunos festejos sin cumpleañeros.  

Buscando la manera de reiniciar el sistema emocional, de renovar la vida y sentir un impulso, creamos nuestro propio mapa mágico, como el de Harry Potter, que solo se revela con las palabras especiales, ¨ comienza la travesura ¨.  Y comenzamos la aventura.

Porque definitivamente era una travesura, en horario de trabajo algunas, otras con compromisos postergados, y simplemente todas escapadas, añadiendo más emoción al paseo.  Este viaje lo comenzamos tomando la carretera hacia el Cibao, muy temprano en la mañana, con la intención de detenernos a desayunar en el comedor de La Morena ubicado donde termina Villa Altagracia y comienza Bonao.  Nos sirvieron mangú de plátanos, con queso, con huevos, con arenque.  También algún cocido para la que prefirió un caldo, y por supuesto no podía faltar el café, llevarnos algunas botellas de agua y seguir la ruta.  Ese desayuno fue la ¨ zapata estomacal ¨  que nos permitió hacer un brindis, para bendecir el camino, la amistad y la vida. 

Y realmente estuvo excepcional, despejado y soleado, campos verdes, clima agradable.  No podía cruzar por Bonao sin compartir un sendero que me había conquistado, la ruta hacia la Loma de Blanco.  En el trayecto, cruzando por Juma, también se cruzaron con nosotras algunos animales exóticos para esta isla del Caribe, que por allí se han instalado, búfalos y avestruces.

Y al llegar al final del camino en esa comunidad nos esperaba el fluir del rio de Los Quemados, para girar a la izquierda, cruzar La Confluencia y seguir subiendo la loma, espectacular, y encontrar en el camino algunas cascadas y ver a lo lejos otras, y entre montaña y montaña disfrutar el paisaje.

Saliendo de Bonao la ruta nos conducía hacia Moca, contemplamos la hermosa catedral que por el frente cruzamos para seguir hacia Jamao.  En el camino antes de llegar a aquel alto, ella seguía instiendo en que quería detenerse para cortar y llevarse algunas ¨ hojonas ¨, así le llamaba.  Ni idea de a qué se refería, hasta que señaló hacia las abundantes plantas de orejas de elefantes que habían en toda la ruta. Un nuevo aporte al diccionario de la RAE, las hojonas. Seguimos subiendo y llegamos a un restaurante en lo alto donde se rememoraron algunas historias también traviesas de amores y tragos. 

No recuerdo dónde nos paramos a comer, quizás más tarde llegue a mi memoria la escena, pero nos detuvimos donde quiera que nos dio la gana de pararnos en el camino.  

Con mucha emoción y respeto, entramos a conocer a la Virgen de La Piedra, en la comunidad de La Entrada, en Cabrera. Y saliendo de ahí, doblando a la izquiera por un camino imperceptible, nos encontramos con un paraíso oculto de esos que abundan en nuestra preciosa isla, playa Caletón. Aquí fue donde comimos, ahora lo recuerdo, un pescado frito con tostones en la playa. Una maravilla secreta.

Todo el camino contamos historias, brindamos por los afectos, hicimos chistes y reímos sin parar, como siempre que estamos juntas.  También hubo fotos, de paisajes, del grupo, pero esas son los recuerdos que atesoramos.

Continuamos la ruta, atravesamos Nagua y quisimos llegar hasta Samaná, pero el día no es tan largo y había que regresar. Hicimos el desvío para tomar la carretera hacia la ciudad por el extremo opuesto por donde iniciamos el trayecto. 

Habría muchos detalles del camino que no he mencionado. Cada detalle seguro que irá acompañado de un gesto, una historia, una risa. Faltan muchas líneas para poder expresarlo y además falta un encuentro con ellas para ir recordándolos, pero eso también es motivo para reunirnos, y quien sabe, quizás para otro viaje un lunes, para el que puede.  

Fin de la travesura.





El Camino Especial

He aprendido que cuando recibes algo bueno hay que ser agradecido.  Hoy quiero ser agradecida. Quiero dar testimonio de una agradable sensación que puedo evocar en cualquier momento con solo cerrar los ojos y dejar volar la imaginación.

Quiero hablar del camino que recorremos de manera regular, hacia el trabajo, o quizás la ruta hacia los colegios, en tiempos de otros hábitos que la pandemia nos ha hecho cambiar.

En mi trayectoria laboral he tenido la suerte de haber sido trasladada a la zona colonial.  En principio me ofuscaba la idea sobre la dificultad del parqueo en la zona y la forma en que eso afectaría la rutina que debía seguir. Sin embargo, con el paso de los días y habiendo hecho el reconocimiento de las posibilidades de parqueo, se fue atenuando esa bruma y me permitió detener mis pensamientos y mi mirada en el camino.

Realmente transitar por la zona colonial en términos diferentes al paseo turístico ofrece una visión diferente. Y muchos secretos a toda luz. 


Comencé el recorrido iniciando en la calle Padre Billini, en la parte de Ciudad Nueva, que no es tan nueva y más bien ha ido adquiriendo los matices coloniales del entorno que protege y envuelve. Me propuse entender y disfrutar mi ruta. Empecé haciendo una canción que relacionara la calle con el sentido de tránsito y poniéndole una tonadita infantil y simple, empecé a recitar, a veces en mi mente, a veces en voz alta, Las Carreras, doble vía, Estrelleta sube y luego la Pina baja. Palo Hincado viene subiendo del malecón y al cruzar la esquina ya estoy en la zona colonial.  La siguiente, la  Espaillat se va a encontrar con el mar. Santomé va a subir, pero la Sánchez bajará, y así otras calles más. Y todo lo que veía empezaba a cambiar de matiz, piedras antiguas, pequeños portales, balcones, galerías.

Siguiendo el camino por la Billini y mirando hacia la derecha, en la calle 19 de Marzo, está la Casa de Los Vitrales, una casa que había conocido haciendo paseo turístico, pero que en mi recorrido rutinario le descubrí más belleza de perfil.  Está ubicada en una calle estrecha, con unas columnas inmensas para estar al borde de la calle, me dio la sensación de que teníamos nuestro propio castillo al estilo Petra, en Jordania. Una fachada imponente, grandes columnas, un castillo.


Y luego viene mi parque favorito, con un ambiente especial; de día con el camión de libros para compartir y de noche con gente diversa, música, una vibra especial y bancos que tienen muchas historias que contar. Pero esta mirada a este recorrido no es turística, a pesar de que a partir de pocos pasos empieza el camino de piedra, de espacios pequeños y aceras corridas.

E inmediatamente ahí, en ese pequeñito espacio de calle entre la Hostos y la Meriño, es evidente a la derecha el parque que cubre el parqueo,  sin embargo descubrí que si miraba a la izquierda y arriba, en el balcón a la mitad de la calle, se encontraba saludando una calavera en un hermoso traje largo y sombrero mexicano, celebrando el día de los muertos todos los días.

Sigues el camino y hay edificios, ventanas, otro parque, y no se puede pasar por alto la figura que desde temprano en la mañana se ubica en la esquina de la Isabel La Católica con Billini.   Ha echado canas y arrugas pero nunca cambia su estilo, combinado desde los pies a la cabeza de cualquier color llamativo que se pueda imaginar, verde, naranja, rosado o morado. Literalmente, desde los pies con los zapatos, hasta la cabeza con el sombrero. Siempre usa sombrero y además gesticula con los dedos para ofrecer facilidades para cambiar dólares. Si va despacio y baja el vidrio podrá escuchar cómo lo repite: dólare, dólare, dólare.

Doblando a la izquierda en esa esquina hay un edificio que siempre me llena de curiosidad.  A veces he pensado que el algún momento debería entrar y buscar información, como cualquier persona curiosa, pero me queda claro que esas instituciones no permiten muchos vínculos con el género femenino.  Los masones son muy celosos con sus reglamentos y el local de la orden Escocesa de los masones del Supremo Consejo Grado 33 representa niveles superiores. Algo sobre ellos he leído y he visto por ahí.

Todavía me queda mucho camino por recorrer de ida y también de vuelta, y mucho detalle especial para mostrar. Pienso que podría escribir varias entregas más compartiendo las cosas que fui descubriendo en un recorrido cotidiano que se convirtió en un paseo diario especial.  Y sospecho que eso es lo que pasará, seguiré compartiendo historias del camino, el paseo que no está en el folleto turístico sobre la zona colonial.




Investigación Científica sobre la copa para vino

He comprobado que hacer un ensayo científico, cosa que suele intimidar, puede resultar bastante simple y hasta divertido, desde elegir el tema hasta concluir con la presentación de la tesis.

Solo hay que tomarse una copa de vino.  Literal.  Obtendrá resultados dobles.

La copa para vino fue el detonante para desarrollar la teoría.  Se ha puesto de moda una variedad de copa para vino que solamente tiene la parte contenedora de la bebida, no tiene su larga pierna estirada que evoca un hermoso flamenco erguido.

Además de ser una copa que parece más vaso que copa, resulta que su material es térmico, para conservar la temperatura del trago.

Está identificado el objeto de estudio. Una copa moderna para vino, sin tallo o pierna y hecha de material térmico, que además tiene tapa  ¿que es lo que hay que investigar?

Ahhh. Aquí viene la hipótesis. ¿Las nuevas cualidades de este vaso realmente son favorables para el consumo del vino?  Momento de destapar una botella de vino tinto que por breves minutos fue puesto a refrescar para llevarlo a su temperatura ideal.

Sonidos mágicos. Primero cortar y retirar el material que envuelve el corcho de la botella, eso suena como un ¨ crachi crachi ¨.  Lo siguiente es insertar el espiral en el corcho, cruac cruac cruac.... hasta el fondo; levantar el puente y colocarlo sobre el borde de la botella y presionar hacia arriba estirando el espiral para sacar el corcho, hasta escuchar un melódico e incitador PLOP que llena el espíritu e invita rápidamente a decir SALUUUUUUUDDDDD.

Servir, mover suavemente el vino para oxigenarlo, olerlo y finalmente saborear el elixir.  A estas alturas, y apenas estamos comenzando, esa parte de la investigación permite incluir material informativo sobre el vino, sus cualidades y la forma de servirlo.  También podríamos buscar más información sobre botellas, corchos y descorchadores.  

Sería muy buena idea tener a mano un buen libro (nada que ver con el estudio), para ir disfrutando la compañía del vino. O viceversa. La segunda opción y para los fines probablemente sería la mejor opción,  procure estar bien acompañado de alguien con quien pueda tener una conversación amena, se recomienda que tenga risas incluidas, para ayudar al vino a soltar las tensiones que pudieran contenerse y tener una mejor experiencia de análisis, porque eso es lo que estamos haciendo, analizando una copa para vino.

Entonces, después de varios sorbos, no se beba toda la botella porque entonces no podrá realizar un juicio serio sobre la hipótesis que hemos planteado, es momento de empezar a tomar notas y sacar conclusiones.

Nuestra copa sin pierna es un buen contenedor o cáliz, más estrecho en el borde superior, pero solo lo suficiente para retener el aroma y permitir una buena experiencia con el vino.  Pensé que el hecho de no tener tallo y tener que sujetar la copa por su mismo cáliz llevaría el calor de la mano a la bebida, subiendo la temperatura del vino más rápidamente, pero sucede que el hecho de ser térmico permite que mantenga la temperatura inicial casi hasta la totalidad del consumo.

Otra cualidad positiva de nuestro vaso en cuestión, que derriba cualquier teoría sobre la copa de cristal. Y precisamente porque no es de cristal no podemos notar de manera fácil el nivel en el que está la bebida en la copa.  Si eso es determinante para la persona que está tomando, entonces eso es un punto en contra.  

Si por el contrario gusta del colorido, le resultará divertido una copa como ésta, quizás de un color turquesa o a lo mejor un hermoso rosado.  Como los flamencos, pero sin pierna.

Parece que tenemos suficiente información para empezar a plantear la tesis con los resultados.  Solo falta haber compartido la idea y la copa de vino con una persona que tenga la capacidad de desarrollar los planteamientos utilizando un lenguaje que pueda resultar rimbombante, quizás con palabras barrocas.  Escuchar la forma en que se van desarrollando estos detalles del ensayo puede resultar bastante divertido; contribuir con la narración, aportando en algún momento alguna palabra que pudiese definir mejor la idea expresada le agregará emoción al momento, disfrutar el vino, la copa, la compañía, de seguro hará su tarde relajada, agradable.  Ahora considere la oportunidad de desarrollar cualquier tesis en breve tiempo.

Fin del documento.  

Sospecho que su tesis será aprobada con notas muy favorables.  Debe acompañar el documento con una muestra del vaso y una botella de vino para hacer la comprobación.  Puede incluirme en la dedicatoria.

P.D. No olvidé mencionarlo o analizarlo, simplemente puede echar a la basura la tapa que trae, definitivamente no es compatible con la degustación de un trago de vino.  Si por el contrario tiene intención de tomar otro tipo de bebida espirituosa en ese envase, pues entonces podríamos tener otra tesis para desarrollar.

Mientras tanto hay que vivir

En ocasiones, al buscar el espacio de descanso, acompañado de una copa de vino, quizás un atardecer, los espacios se convierten en momentos de reflexión.  Hoy, como algunos de esos días, me llega a la memoria una pregunta que me han hecho en repetidas ocasiones: 

Y para ti ¿Qué es la vida?

Quien me ha hecho la pregunta ha manejado el tema de acuerdo a las circunstancias que estén transitando en su corazón.  Con doble propósito ha formulado la pregunta, primero para tener una idea de cual es el camino por donde fluyen mis emociones y segundo para crear el escenario que le permita recibir la pregunta de vuelta y externar su comentario.  

Ya tengo dominado el contexto, sin embargo siempre queda dentro de mi la reflexión, porque la respuesta puede ser variable.  Hay algunos argumentos que son pivotes, como si de un buque insignia se tratase, porque están arraigados en mi esencia y existencia, pero hay otras argumentos que se van añadiendo,  porque también me siento identificada con ellos aunque son circunstanciales.

La vida, desde mi reflexión, comienza en Dios, el que está en ti, dentro de ti, en lo alto, a tu lado, con otro nombre, sin nombre ni rostro, desde cualquier preferencia espiritual.   El soplo de energía que te impulsa a respirar, a seguir adelante aunque sea solo por la necesidad de levantarse, aún cuando sientas que no puedes dar ni un paso más.

Y luego se puede pensar en tantas posibles respuestas con las cuales podríamos hacer, no una lluvia de ideas, sino una tormenta de opciones: el amor, la vida misma, la familia, respirar, disfrutar, la belleza, el arte en todas sus expresiones, la persona amada, los votos elegidos ya sea con la religión, el compromiso social, la profesión.  Cada quien sabe qué es aquello que le hace feliz y le llena de vida. Las circunstancias van agregando argumentos y en definitiva, eso es lo que termina siendo la vida.

Entonces quizás la pregunta tendría que ser ¿QUE ME IMPULSA EN ESTE MOMENTO? Reflexionar sobre eso mostrará, sin ser consciente o quizás no del todo visible,  toda una proyección de anhelos, objetivos, opciones, posibles estrategias. 

Es el momento de un café o una copa de vino y respirar profundo.  

Hay que visualizar, hay que anotar toda idea, quizás hacer rayas entre una y otra, en una hoja de papel, y entrelazar todos estos elementos.  Es posible que de tanto vincular una línea con otra pueda dibujar una bonita flor o una estrella que le lleve a definir sus sueños y la manera de alcanzarlos.

Mientras tanto, hay que vivir procurando ser feliz.






El susurro mágico.

¿Y si existiese un 'chisme' que le dicta al oído lo que tiene que decir para sacudirse la mediocridad y parecer seguro, brillante, estratega y elocuente; un aparatito que le indica cuál es el camino de la victoria vital? ¿Y si en el camino nos preguntamos qué tenemos nosotros que decir, qué tenemos que aportar, cuál es nuestra voz propia, cuál es nuestro discurso? ¿Por qué a veces lo mejor de nosotros resulta ser algo que ni siquiera es nuestro?  

Hace días leí esta breve reseña del libro ¨ El Chisme ¨ del español Risto Mejide.  También me puse a leer un par de capítulos y no continué, no quise seguir profundizando en la novela y su intríngulis, que es todavía más variada y compleja que esa simple reseña.  

Me quedé en lo que podría significar tener un ¨ chisme ¨, como le llaman los españoles, un aparato, una voz que te va diciendo al oído la respuesta correcta, la idea brillante, el mejor camino.

Y empecé a imaginar cómo podría ser.  Después de un rato me pareció una pérdida de visión alucinar con esa idea, porque en realidad es algo que ya tenemos y no apreciamos.  Tenemos nuestra propia voz inteligente dándonos la orientación adecuada y con frecuencia cerramos los oídos.

En ocasiones esa voz llega en idiomas que suponemos no entender, pulsaciones en ritmos acompasados que van indicando armónicas melodías en el corazón.  Se detiene, se acelera, se duplica el compás y nos va indicando el camino de la derecha o el de la izquierda. 

Y en realidad conocemos el idioma.

Y solo hay que hacer silencio interior, dejar que esa voz suba el volúmen y fluir en sus aguas, seguir las indicaciones. En otras ocasiones lo he reflexionado y compartido.

¿Y si en vez de presionar (nos) para que cambie una luz de semáforo que por más que nos desesperemos no va a cambiar porque su tiempo es cronometrado, y asumimos que la señal es para que cambiemos la ruta y tomemos otro camino en donde quizás podremos encontrar mejores oportunidades, o tal vez evitar situaciones más difíciles?

Es un susurro sutil que sabe perfectamente cual es la mejor decisión, solo hay que escucharlo. Y todos lo tenemos.  Y todos lo sabemos.  Y tenemos temor.  Una necesidad de tener la respuesta certera, por escrito y certificada por alguien más.

No es fácil escuchar, tampoco aceptar las respuestas, es un ejercicio de lucha para callar el ego.  Yo misma ando como Rambo con el cuchillo en la boca, batallando contra el ego, aprendiendo, aplicando. Es en ese momento en que se puede apreciar el nivel de los pensamientos y los sentimientos, los profundos, los que no están vinculados a la opinión o preferencia de alguien más.

Pero se siente una paz inmensa cuando logras conectar con la voz suave y apacible dentro de ti, cuando se logra esa conexión de manera constante, al iniciar el día, y entonces puedes notar la magia.  

REVISANDO LA HUELLA DIGITAL


 Hubo un momento de mi vida en el que decidí hacer evaluación sobre los beneficios de tener un muro en una de las redes,  porque el uso que le daba era limitado, y presté atención sobre las publicaciones que había realizado, quienes respondían, con quienes estaba en contacto.  También consideré todos los riesgos que siempre se advierten y si valía la pena tener el lugar activo solamente por los juegos que estaba usando.

Entonces, como para que lo pensara bien, empecé a notar las alertas de los cumpleaños, los avisos de algunos eventos que me interesaban y los recuerdos de publicaciones pasadas.  Eso atrapó mi atención y definitivamente le dio valor a mi interés.

Desde ese momento procuro, sin crearme presión, entrar cada día para verificar quien, fuera de mi círculo más cercano, está de cumpleaños y no querría que se me pasara la ocasión para ponerme en contacto.

Después fui notando que la notificación de los recuerdos podría ser interesante, por supuesto siempre depende de la objetividad con que se usen las redes y el manejo de las publicaciones. Ver aquello que publicaste uno, dos, cinco años atrás, puede ser hasta terapéutico, divertido, nostálgico o quizás doloroso, por encontrar fotos con personas que ya no están a nuestro lado. 

Nos puede mostrar eventos que tuvieron una fuerte incidencia en el camino y que nos motivaron a escribir, a colocar fotos o a hacer comentarios. Vamos dejando una huella que tanto puede ser entretenida como vergonzosa, o quizás llenarnos de orgullo. Nos permite tratar de corregir o acomodar, para adaptarlo a la imagen que queremos mostrar, no necesariamente pensando en inventar una máscara que oculte la realidad,  pero si corrigiendo errores que pueden afectar el momento actual o nuestros intereses.

Me he sentido gratamente sorprendida al leer mensajes que he escrito años atrás y me han parecido muy bonitos. Hasta he buscado alguna comilla o la descripción del autor para saber quien escribió, pero si no lo he puesto es porque he sido yo misma quien se ha inspirado. Uno de estos días venideros haré una recopilación de esos mensajes cortos y los compartiré en un solo texto.

He sido traviesa en las publicaciones. Me he permitido colocar mensajes o compartir imágenes simplemente por el hecho de que me gustan, no porque estén reflejando mi realidad del momento (con ese mismo mensaje circula una imagen en las redes). Pero siempre he sido respetuosa, de mi misma, de lo que soy, de lo que en realidad quiero compartir con cercanos o extraños y de la huella que voy dejando en mi paso virtual.

Hay que buscar el momento, darse la oportunidad de volver al pasado y hurgar en los recuerdos usando las herramientas que las redes nos ofrecen y entender el camino que vamos trazando, evaluar si es lo que queremos y qué podemos hacer.





Reflexiones en un ¨fregao¨

Ya hace un año que empezamos a probar, por circunstancias inesperadas, nuevas formas de vida, hábitos, ritmos, actividades.   Durante los 45 días del primer toque de queda se desarrolló en las redes un desafío no esquematizado sobre cuál es la mejor técnica para fregar, a quién le toca hacerlo o en qué casa se realiza más veces.

De repente un oficio poco apreciado, que continúa siendo poco apreciado, porque eso no va a cambiar, aumentó de valor por la experiencia que se fue desarrollando además de su uso más generalizado a todos los miembros del hogar.  Pero no me voy a detener en las técnicas del oficio, en los utensilios para hacerlo más manejable o en las millas acumuladas.

Quiero analizar de manera específica todo lo que puede pasar por la cabeza mientras se está fregando.  Porque es un tiempo utilizado en actividades que en realidad no son tan mecánicas pero que invitan a la introspección.

Es algo que me queda claro desde mucho antes de los períodos de confinamiento, pero que ahora se enfatiza y parece que puede ser generalizado y no quiero pasar la oportunidad de comentarlo.

A mi por ejemplo, me sucede que mientras estoy fregando empiezo a recordar a todas las personas que tengo pendiente de llamar o escribir por chat.  Las llamadas pendientes me llevan a desarrollar en mi cabeza, todas las conversaciones que debo escribir pero de inmediato asumo respuestas hipotéticas y de paso respondo a esas respuestas que no he recibido.

A veces termino en discusiones que no han sucedido, toda una pérdida de energía que ya he ido aprendiendo a manejar, a evitar y a canalizar en otros pensamientos, antes de que esa conversación pendiente se convierta en una discusión de la que el otro interlocutor no tenga la más mínima idea.

También se realiza la programación de la próxima comida del día.  Lavando calderos empezamos a planificar que la cena será pan con jugo, porque ¨ no es verdad que nos vamos a pasar todo el día con el brillo de fregar en la mano ¨.

Ni que decir sobre el trabajo.  Cuando la labor profesional que realizas está vinculada al desarrollo de informes, estrategias, documentos, el mejor momento para poner esos temas en la agenda es cuando empiezas a lavar los vasos y las tazas.  De la misma forma se comienzan a organizar las ideas. En contraposición también es posible que empiecen a enredarse.

Producto del agua corriendo  al enjuagar los platos, puede surgir una reflexión interesante en relación a alguna capacitación o el análisis de algunos documentos o lecturas recientes.  Se empiezan a repasar aquellas lecciones que pudieron impactar en nuestras mentes o esos temas que en aquel momento no nos quedaron claros.  Es posible que si aún le queda grasa en el plato y usted vuelve a enjabonar la esponja para intentarlo de nuevo, pueda encenderse un bombillo en su cabeza y traer luz a los pensamientos, encontrando la solución que no había visto anteriormente.

Como  mencioné, estas reflexiones en momentos de ¨fregao ¨ no son nuevas para mí y en alguna ocasión se convirtieron en un crítico y juez feroz, hasta que decidí que no permitiría que este pensamiento crítico y enjuiciador me pudiera lastimar emocionalmente.  Comencé con la oración hasta que fui consciente del dominio de esos momentos de reflexión y empecé a orientar las ideas hacia algo más productivo para mi interior y para mis acciones.

Deben haber muchos otros temas traídos a estudio mientras se están fregando, sobre todo durante el último año en que se convirtió en uso y tema de  muchas personas, más de las que habitualmente realizaban este oficio.  ¿Cuales han sido tus reflexiones?




Elijo quedarme con los recuerdos dulces

Hoy llegó a mi, como tantos otros, un texto identificado como de autor desconocido, publicado en uno de los grupos a los que estoy suscrita en una de las redes sociales.

Y este me gustó de manera especial, respondí y compartí; pero el tema no se quedó ahí y además me puso a reflexionar un poquito más de manera especial en el siguiente párrafo: 

¨Dentro de cada surco en mi cara, en mi cuerpo, se esconde mi historia,  las emociones que he vivido, mi belleza más íntima, y si cancelo esto, me borraría a mí misma¨.

De inmediato empezaron a agolparse en mi mente tantos recuerdos, memorias de lugares, de eventos, de encuentros.  Me quedo con aquellos que me llenan de una emoción nostálgica, un deseo de repetirlos.  Naturalmente estos están vinculados a los lugares visitados, los paseos realizados, ya sea sola o acompañada.

Llevo conmigo la idea de que los lugares que visitas no deben estar atados a las personas que te acompañaron, esos son momentos distintos.  La visita a un lugar, un viaje, un paseo, tiene dos experiencias que uno debe saborear y disfrutar tratando de separarlas una de otra.  

Lo que quiero decir es que si estás en un lugar que querías conocer y disfrutar, debe quedar en tus emociones lo visto en en ese lugar, los aromas, los colores, la gente del lugar.  Si acaso ese paseo fue con personas queridas, como sucede frecuentemente, pues esa es otra experiencia que puede ser vinculada pero no atada al lugar, sino al momento que disfrutaste con esas personas, lo que compartieron, la sensación de alegría colectiva. 

Y pienso así porque si esa misma compañía la sacas de ese lugar y la pones en otro, la sensación, el disfrute, está dado por la compañía, sin embargo, el contexto es una experiencia complementaria.

Por supuesto también hay sensaciones que no son muy agradables y están vinculadas a viajes.  Hoy puedo recordar, al escribir estas líneas, la arruguita que sentí en el pecho cuando estuve en la Zona Cero, donde estuvieron las torres gemelas, años después del ataque del 11 de septiembre.  Si al viajar te pasa como a mi, que hago inmersión total en los lugares que visito cuando estoy de paseo, esa es una energía que no se puede evitar. Sentí el dolor, sentí la impotencia, el miedo, aún tiempo después.  Por supuesto no en las proporciones de lo que sucedió o de quien estuvo cerca y lo vivió, pero después de haber visto noticias, documentales, fotos, etc., uno retiene en la memoria el lugar, las gentes, las expresiones de sus rostros, sus palabras.

Esa es una arruga en el alma, no es visible como las que me llevaron a escribir hoy, pero también son parte de mi historia, así como la arruga en los labios por la risa durante el viaje a la playa para celebrar un cumpleaños con un grupo de amigas amadas.  Me parece que fue el último viaje en grupo sin distanciamiento social ni toque de queda que tuve.  Y con esa emoción me quiero quedar, no con la incomodidad de que no hemos podido repetir la experiencia, pero si con la satisfacción de que lo hicimos, lo disfrutamos, lo recordamos.

Yo elijo quedarme con los recuerdos dulces de los lugares que he podido conocer, más no así con la carga de querer volver.  Si puedo repetir algunos pues estaré feliz de revivir la experiencia y sumarle otra mirada, si no puedo volver, por la razón que sea, pues me quedo con lo visto, lo vivido y lo saboreado.

No importa si se me ocurre hacer cambios para suavizar algunas arrugas, pliegues o rellenos. Cada uno tiene una historia que ha quedado grabada en mi memoria, en mis emociones, en lo que hoy soy como persona y que procuraré compartir, porque ese es el propósito, compartir lo vivido.




Me resisto a ceder

Hoy es uno de esos días.

Me resisto. Claro que me resisto.

Pero no me resisto a hacer lo que quiero hacer, me resisto a dejarme llevar por el vacío y no hacer nada.

https://tecnopol.es/actualidad/resiliencia-y-construccion-del-manana
Muchas cosas han cambiado, sobre todo después de este último año, de las vueltas que dio el mundo y la forma en que nos hizo saltar, a todos los habitantes del planeta.   Quizás unos saltaron más que otros, los niveles generacionales también hicieron la diferencia y encontramos por ahí personas que estuvieron en otros períodos con otras situaciones parecidas a la actual, lo que les otorgaba una experiencia mayor en escenarios de crisis.

La cuestión es que nos vimos de frente con un esquema de vida que no sospechábamos que podríamos tener.  Solo por esa situación y aunque muchos no lo vean o lo quieran admitir, hemos acogido cambios en la forma en que miramos la vida, en que tomamos decisiones o nos desenvolvemos.

Admitimos la incorporación de otras opciones cotidianas que el ritmo de vida que anteriormente llevábamos no nos permitía desarrollar.  Se profesionalizó el oficio de fregar, junto con la posibilidad de aprender a cocinar y de llevar la comida más allá de lo simple.


La cultura del uso de las tecnologías, ya sea por entretenimiento, por ocupación, por desarrollo de trabajo, por necesidad educativa, como tranquilizante de niños y de muy mayores también, se convirtió en algo común, aceptable y hasta divertido.  No he buscado esas estadísticas para ofrecer datos precisos, pero el uso de las redes aumentó de maneras exponenciales y sospecho que, a consecuencia o como causa, la apertura de cuentas sociales.  Me imagino la cantidad de cuentas de instagram que tienen 23 seguidores, 310 seguidos y 3 publicaciones. 

Y no solo para mirar las cosas lindas que publica la gente, también están las noticias, los comentarios de las noticias, hacer compras, ver cómo la gente se diversifica y desarrolla emprendimientos, liberando la creatividad.

Nada queda lejos porque cualquier cosa se puede pedir delivery. Todo llega, a todos los niveles sociales y en cualquier parte del país, basta con que fuese publicado en las redes.

Hemos aprendido muchas cosas, definitivamente, y hemos incorporando cambios en nuestro sistema, en nuestra visión de la vida.  Nos hemos hecho más resilientes.  La resiliencia nos otorga una nueva facultad, la capacidad de mirar el suelo, tomar impulso y levantarnos, poco a poco o rápidamente, pero poner una mano y luego la otra y levantarnos y sentarnos a pensar en una nueva estrategia, porque la anterior no funcionó y hay que seguir adelante.

Ese espíritu es el que no me permite rendirme, que me lleva a resistirme y no ceder.

Hoy era uno de esos días en que no tenía idea clara de las palabras que podía compartir por aquí, que nuevamente la musa no está ni remotamente cerca, pero aún así me resisto, y no quiero dejar de escribir.


MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...