Querido diario. Dos puntos.

Día 16-9
Aquí estamos, en un nuevo día.
Sé que para ti siempre es diferente, es especial, porque recibes toda la sinceridad de mi corazón, especialmente aquello que podría resultarme difícil de expresar con palabras aún a la persona de más confianza.
Me levanté y no porque quisiera hacerlo; estos dos días batallando contra la gripe me tienen el cuerpo maltratado.  Si no fuera porque paradójicamente es lunes y  nunca hay deseos de levantarse de la cama un lunes, me quedaría acostada, pero me resulta difícil justificar una excusa para faltar a mis compromisos iniciando la semana, aún cuando tenga la justificación.
Cuando me senté en la cama, sin ganas de dar el siguiente paso, de inmediato pensé que una taza de café mejoraría esa modorra.  Y ciertamente lo hace.
Creo que hoy me vestiré de negro, completa, sin combinaciones. Es más fácil. No hay mucho que pensar.
Espero que suceda algo emocionante en el trabajo, algo diferente. Me gusta lo divertido. Y espero que hoy sean los demás que inventen algo que haga el día más divertido. Con este malestar creo que si lo intento me saldría algo sarcástico que no mucha gente entendería o toleraría.
Debo recordar, ojalá tuvieras un sonido de alerta que me avisara, que ya he pospuesto demasiado el tema de las semillas nuevas que quiero sembrar en la terraza.  Tengo esa inspiración de más verde, más variedad y vegetales!!  He visto cosas lindas que son posibles desde el techo de un edificio y quiero intentarlo.
Pero... pensándolo bien, mejor repito el mensaje de alerta mañana, porque no creo que llegue de trabajar con fuerzas para hacerlo.  Hoy corresponde taza de té caliente y descanso.
Ya debo salir. No hay tiempo para seguir escribiendo.

Día 05-03
Los días son solo números que se me ocurren. Pero tú, mi querido diario, sabes muy bien la cronología y la importancia de cada día.
Todavía sigo afectada de la gripe.  Paso las noches dando vueltas entre el frío y el calor y con dificultades para respirar.
Este primer trago que me he dado al poner los pies en el suelo no ha sido especialmente divertido, agua y una pastilla. Debo inventarme algo diferente, quizás no para esta noche, pero en un día no muy distante, para motivar el sentido de vivir la vida.  La mente vuela, pienso que podría ser una botella de vino con una música de jazz de fondo, además de la mejor compañía, mi ¨partner in crime¨. Ya me anima la idea.

Ayer hubo mucho trabajo. No es algo que pueda llamar divertido, pero desde que estoy inmersa en estos temas diferentes me siento más motivada. De todos modos voy a programar unos días de vacaciones, no en vano la gripe me va indicando que mi cuerpo necesita descanso y hay que escuchar los mensajes del cuerpo.
Ahora tengo mi taza de café en la mano. El afrodisíaco para iniciar cada día.  No puedo reflexionar mucho mientras lo tomo porque hoy el margen de tiempo es limitado pero siempre es reconfortante pensar en el café como un ritual.
Creo que es momento de algunas tazas nuevas y coloridas como me gustan.
Hoy pretendo agregar a mi día un elemento que no tuve ayer: no esperaré el fin de semana para continuar leyendo ese libro que me prestaron y prometo tomarme unos minutos en el receso del almuerzo para engancharme en algunas páginas.

No se me ha olvidado aquel mensaje de Jaime Sabines sobre las cartas y la almohada.

Aquí vamos, a conquistar el mundo como cada día.

Te veo pasar


Te veo cruzar, cada día, cuando retornas de tu jornada.

Te veo cruzar con la mirada perdida, con la cabeza llena de letras incomprensibles que se desbordan y ocupan todo el espacio más allá de tu aura.

Te veo cruzar, a veces preocupada, a veces silente, a veces con la mirada juguetona que solo puede descubrirse en una niña traviesa.

Sé que detienes tu ojos en mi, que me miras con asombro, con pasión, con ese brillo en tus ojos que hace despertar mis sensaciones, que encienden en mi interior una corriente que me llena de vida y aunque quizás no lo notes, siento que también cambia de color mi estructura.

Me descubro a la expectativa de tus pasos, del vaivén de tus caderas al pasar.

He decidido borrar el sonido de los vehículos, inmovilizar ese instante y en el silencio, solo sentir la música de cada una de tus pisadas trazando el compás de una danza.

Durante el día se apaga el brillo en mi, pero a esta hora en que me he acostumbrado a ti de inmediato se enciende mi luz interior, mi existencia comienza a tomar una luminosidad diferente.

Y quedo prendida de ti hasta que llegan los rayos del sol del día siguiente, en donde espero la hora en que te vuelva a ver pasar.

Has puesto una ilusión especial a mi tranquila existencia de lámpara del camino que recorres cada día.





De hábitos y otros esquemas

Habito dentro de mi. 
Lleno mis espacios.
El lugar al que escapo.
La rutina de mirar hacia dentro y buscar la paz que me salva de los incendios externos.
Incluyo ese momento a mis hábitos. Sin hora, sin día.
Voy a ese lugar en donde me refugio cuando no quiero ir a ninguna parte.
Y es que hay momentos integrados en nuestra cotidianidad de una manera tan profunda que ni cuenta nos damos cómo sucedieron.

Por ejemplo, en algún instante, ya sea por mutuo acuerdo con la pareja o viviendo solos, decidimos levantarnos siempre del mismo lado de la cama y eso queda tan arraigado que si por alguna razón nos toca hacerlo del lado contrario nos sentimos desubicados.

Quizás un vaso con agua reposa en la mesa de noche y el primer instinto al sentarse en la cama para levantarse es tomar el primer trago del día.

Recuerdo que leí en un test de una página en las redes acerca del significado de la primera parte de tu cuerpo que mojas al entrar a la ducha. Me pareció absurdo buscarle -y además encontrarle- un significado a ese momento de cada día que probablemente se haga en automático. Serán los pies o la cara? Un hábito que se realiza de manera instintiva.

Y así vamos pasando el día repitiendo cosas con el mismo ritmo y sin darnos cuenta, excepto cuando por alguna causa sucede de manera diferente. Nos vamos esquematizando con los hábitos.

Nuevamente tuve un recuerdo de otra lectura reciente, un texto motivacional sobre rituales de felicidad que después del análisis sobre lo que significa ser feliz,  presentaba algunas opciones para tener momentos de placer,  a sabiendas de que de eso se trata la felicidad.  Quedé muy turbada al leer las propuestas porque muchas de ellas eran cosas que me gustaba hacer, pero sentí que en este instante de mi vida no estaba disfrutando ninguna de ellas. Ni otras que no estaban mencionadas y que también disfruto.

Y ahora que lo pienso mejor, había dejado el café a un lado, lo había descartado como ritual de felicidad y descubro que lo he convertido en hábito.  ¿Acaso vemos el propósito en cada hábito, la forma en que influye en nuestras vidas por el modo en que suceden?
De seguro que si somos un poco más conscientes de los hábitos que ejecutamos a diario, en algunos casos haríamos que fluya el cambio.

Esto me lleva a los rituales.


La magia que poseen está en cada uno de nosotros.


Hacer una oración podría ser la primera idea sobre un ritual que le llegue a la mente. Pero, y qué tal si sólo encender una luz y mirarla con atención sea todo lo que requiera esa ritual? A mi me hipnotiza el movimiento de la llama de la vela. Es especial y sospecho que ese relajamiento que me produce es el que establece la conexión conmigo misma y con la situación que me haya llevado a encenderla.
Con frecuencia buscamos los rituales para encontrar ese punto de reflexión  que necesitamos para seguir en la batalla diaria.  Un bañera con agua caliente y sales aromáticas, es algo que no hacemos a diario, que buscamos cuando sentimos que la presión ya ha sido suficiente y que hay que soltar.
Hay quienes planifican ciertos rituales durante el año, quizás en Semana Santa o alguna fecha especial.
Mi Liquita y yo solíamos irnos cada miércoles santo al atardecer a tomarnos una copa de vino en un restaurante de playa, reflexionamos y damos las gracias, nos reencontrarnos con nuestra esencia. Como si fuese el último día del año.
Su ritual bien podría ser unas semanas de desintoxicación en la alimentación cada tantos meses en el año, o quizás unas escapadas a la playa con ciertas condiciones especiales de modo tal que pueda bajar la velocidad de las prisas en el día a día.
Tener rituales nos conecta.
Y aunque su definición está vinculada a la religión o la espiritualidad, no necesariamente deben ser así.  Cada quien establece aquello que le complementa su interior y le provee herramientas para mejorar su camino.
Yo he podido reconocer y dejar establecidos algunos y pienso que incorporaré nuevos, sola o acompañada, para llenar mi vida de momentos especiales.  






NO TE OLVIDES DE ESCRIBIRME

Querida amiga

Te escribo.Quiero escribir algo más que unas líneas de chat o un mensaje de redes y me pareció fascinante volver al momento en que se hacían cartas y notas para estar en contacto con las personas, sobre todo aquellas que uno extraña, ama y quiere tener cerca.
Te quiero contar mis últimas aventuras, con detalles, aún aquellas en las que me pueda sonrojar.  Para salir de los temas triviales, todos están bien en la casa.  Punto. Ahora los temas super triviales, porque también eso te quiero contar. 
He descubierto un puesto de flores cerca de la casa. Sabes lo que me fascinan y después de haber tenido un largo período limitada en concederme ese placer he alcanzado a ver en la ruta a una señora que vende flores. Lo mejor de todo es que ni siquiera me tengo que bajar del carro, algo así como un ¨floral drive thru¨.  A veces no me convencen porque se ven un poco mareadas, imagínate, con el solazo que hace en este país no es para menos, pero entonces me queda claro que debo comprar flores fuertes, adaptadas a nuestro clima. Girasoles, esa es mi mejor opción por el momento.  ¿Recuerdas el señor de la Ave. Charles Summer que vendía flores? Lo recuerdo escribiéndote porque él vendía el bonsai que siempre quisiste tener.
Sigo buscando ideas para inventar sabores exóticos con vodka, como aquella vez que se me ocurrió probar la receta en donde se maceraba con chiclet de color rosa. No entiendo por qué no te fascinó, me parecía de lo más chic además de que combinaba la niña interna que le gustan los caramelos con la adulta que puede tomar alcohol, toda una aventura.
Últimamente prefiero nuestro ron, pero anoche tenía deseos de vino tinto.  Como ya sabes voy rastreando aquellos que son de precios asequibles y que además pueden sorprender el paladar. Ocasionalmente no le presto atención al precio y me voy directamente a la marca que se me antoja, a la uva que me provoca, pero esto limita mis posibilidades en cuanto a la cantidad de botellas que puedo tener a mano. Tú sabes que se pone exigente el paladar, sobre todo cuando hay un libro de por medio y empiezan a sonar esas piezas que son infalibles.  A esa fiesta privada no se puede invitar ni a Pablo Alborán con Carminho o Concha Buika,  ni nada que se le parezca.  
Sabes que en este momento de mi vida no tengo problemas con el tema de la llamada inminente, esa que antes evitábamos en momentos de alcohol y música para no sentir luego remordimientos.  Ahora me dejo llevar de la sensualidad de la música, de los efectos motivadores del vino y expreso esos deseos en quien me acompaña, esa piel que con su solo roce enciende los deseos del cuerpo.  Hasta del libro me olvido y ya sabes, eso es mucho decir. Lo dejo hasta ahí, que corra con la imaginación.
Cambiando de tema, en estos días estuve brevemente en la playa comiendo un rico pescado y me quedó el deseo de estirarme por un rato largo, simplemente con los pies enterrados en la arena, el trago con hielo en la mano y una música alegre de fondo.  Parece que van llegando los días para eso y para planificar un escape de semana santa diferente, como aquel viaje que hicimos hace muchos años en donde nos fuimos al otro extremo de la isla. Hay que inventar una nueva aventura. Queda la tarea de que lo planifiquemos juntas.
No voy a seguir contando cosas. Ya tendré más cartas para ti con esos temas que he dejado pendiente, los que pasaron y no he mencionado y los que juntos planificaremos.
Sabes que te quiero con todo mi corazón.
Siempre cerca
Angela



Reflexionando con una taza de café

¡Cómo se nos complica la vida!

Reflexionar sobre algún tema que nos asalte, que en un momento específico nos esté abrumando, sobrecogiendo, se hace mejor frente a una taza de café, o mejor dicho, saboreando una taza de café.
En principio la acción de detenerme frente a una taza de café y concentrar todos mis sentidos inició como un ritual mágico-espiritual. 
Desde el momento en que se está preparando el café, la espera, el sonido de la ebullición no importa la forma en que se esté preparando, se comienza a sentir la emoción del disfrute posterior. Comenzó a hacerse especial para mi la taza en que lo sirvo, tazas individuales, llenas de arte, de formas especiales que iluminan mi mirada. Para sumar al placer visual les cuento que siempre me ha fascinado ver el movimiento del humo, a veces como parte del fuego, un baile sensual que despierta sensaciones, que abstrae y embelesa.

Luego el aroma... ese aroma que atrapa hasta a aquel que prefiere otro tipo de bebida. Y como guindilla que corona el postre, ya sea que le guste bien caliente o que como yo prefiera esperar a que baje un poco su hervor y no le queme los labios y el paladar, el sabor sin igual de una taza de café, amargo o dulce, denso, suave o robusto, algo como umami, un sabor que lo tiene todo, que no puedes especificar pero que tiene su propia identidad.  Eso es un ritual con una taza de café.
Después de describir un momento de felicidad vuelvo a la reflexión inicial.
Así deberían ser siempre las reflexiones, acompañadas de elementos que acondicionen el momento para que las ideas puedan fluir, a favor o en contra, quizás sin solución, pero fluir al fin.

Y como diría uno de mis compañeros de escritorio, y la reflexión...para cuando?

Me va aturdiendo pensar en los recovecos del corazón, la forma en que complicamos el amor y el amar, lo difícil que es conciliar las ideas, las palabras, los sentimientos, las lecciones, sobre todo si eso involucra a  otras personas. Y siempre involucra a más personas.
Se convierte en un golpe frío cada vez que me encuentro de frente con las imágenes que muestran lo fácil que me puede resultar ocuparme y preocuparme de crear las condiciones para que los que me rodean se sientan a gusto, felices, amados, y sin embargo se me olvida hacer lo propio conmigo misma.  
De pronto entiendo el verdadero mensaje de un ejercicio que junto a algunas amigas hemos decidido desarrollar para este año 2019.  En un encuentro que sostuvimos para cerrar el año que terminaba y preparar las iniciativas para el nuevo año, se nos pidió a cada una llevar una planta. La idea era hacer un intercambio al azar, escoger de una urna el nombre de la persona a la que le regalaríamos esa planta para que fuera su proyecto del año, un ser vivo del que nos ocuparíamos y al que cuidaríamos de manera singular. Sucedió lo insólito, al final a cada una nos salió nuestro propio nombre.  El universo nos decía que cada una debía cuidar de si misma, ocuparnos de nuestro amor propio representado en esa planta.
Cambia la perspectiva sobre el hecho de no solamente evitar que la planta muera, ocupándome de ella a diario, sino también recordar cada vez que vea la planta que debo amarme a mi misma, evaluar qué he hecho el día de hoy para lograr ese objetivo.
Fíjese usted, si a veces le resulta a uno complicado dedicarse atención de manera específica, que no será entender las relaciones con las demás personas, aceptar el amor que nos dan, cada cual a su manera e incorporarlo y adaptarlo a nuestras maneras. Asumir lo que está y lo que dejó de ser o lo que simplemente es diferente, cerrar los ojos ante situaciones que perturban nuestros esquemas, aún a sabiendas de que no van acorde con los mismos y de todos modos intentar dar el siguiente paso, vivir el momento, el día en curso. 
Llegado ese momento en donde se entiende de manera teórica lo simple que puede ser encontrar la felicidad y la importancia del tiempo vivido con relación al tiempo de vida restante, tampoco resulta fácil dejar pasar aquellas cosas que están arraigadas en la piel, en las lecciones de vida, en los elementos inculcados por la familia, por el entorno, por el destino, por lo vivido.
A esta altura del texto y con tanta reflexión, especialmente sobre temas con mucha tela para cortar, ya voy pasando de la taza de café, repetidas veces, a la copa de vino.
Al final, como muchas veces, hay que dejarle las respuestas a la almohada y esperar los rayos del nuevo día, hacer un resumen de los sueños, si es que los quiere recordar o prefiere dejarlos que sigan dormidos, tratar de escuchar en la primera oración los comentarios que nos envían los ángeles que a cada uno acompañan y continuar el día haciendo un listado de los cambios que pudieron haber sucedido desde el inicio de la reflexión, con la primera taza de café del día anterior. 

LOS RUIDOS, LOS SUSURROS, LOS MURMULLOS

"Un viento lleno de voces.
Los ancestros aúllan, cuentan historias.
Todas las voces se unen en una sola.
Una de ellas es diferente.
Una de ellas susurra¨.

Y me vino a la mente porque hay algunas palabras que he escuchado y  leído últimamente y han resonado en mi corazón: los ruidos, los murmullos, las voces calladas.


 Recuerdo haber leído ese párrafo inicial en un libro que contaba sobre la experiencia de una mujer, norteamericana, que va buscando respuestas que den sentido a su vida y su aventura la lleva a tratar de encontrarlas en las tradiciones de una tribu en Australia, la tribu de los Auténticos.


El texto sobre Los  Auténticos está lleno de hermosas lecciones. Ese párrafo sobre los ancestros que aúllan nos refiere a ese legado que van dejando las generaciones anteriores en nuestras vidas, esa huella que nos proporciona la base para guiarnos en el camino.  Cuantas veces somos conscientes de que hay una influencia latente que nos viene de la mano de nuestras raíces, a veces como cántico que cuenta historias y tradiciones, que nos conectan con la esencia misma.

Las voces calladas abundan en mi, me resultan familiares y no me parece que sean indicios de locura, porque la locura que habita en mi no es de ese tipo.  Esas voces me conectan con mi yo interior, me permiten preguntar y obtener respuestas; a veces mi propio ruido es muy intenso y me bloquea, pero sé que están y que están vinculadas a lo divino, a lo superior y que tienen una proyección de la visión y el camino.

Por encima de ese suave ulular, resuena la voz en nuestros corazones, la propia, que nos susurra, alimenta nuestros espacios más íntimos y dependiendo de nuestra capacidad de escuchar, probablemente nos lleve a tomar las mejores decisiones.  A veces nos abruma con todas las situaciones que vivimos día a día, nos envuelve y nos recarga de una influencia que no es muy agradable. 

Mi amiga Kenia, la del Observatorio, invita a tomar un momento y hacer un silencio en la mente, para entender la situación y tomar decisiones, entre el sí y el no.  https://elobservatoriodekenia.wordpress.com/2018/08/25/silencio-momentaneo/

Recientemente he descubierto el placer de los murmullos, sobre todo cuando vienen de personas especiales.  En estos días he tenido el agrado de estar cerca de una persona que cuando se siente sobrecargada empieza a murmurar sus pensamientos.  Están llenos de reflexiones, de críticas con una carga de cinismo y también de análisis, de relatos, a veces vinculados a lecturas interesantes, algunas que posiblemente conocemos y otras no, le abunda la poesía, propia y ajena.  En principio he ido aprendiendo a escuchar, a prestar atención, a enlazar unas palabras que van en tonos más bajos que otras, para entender todo el contexto, que por supuesto viene en bloques, porque cada día nos enfrentamos a diferentes situaciones que nos abruman. Lo mejor de todo es el silencio que se da en mi para concentrarme en las palabras que escucho.

Y voy al punto principal: creo que el silencio es la clave para todo, para el murmullo, para el ruido, para las voces, las canciones y los poemas.  No solo el silencio de los labios, también el silencio del pensamiento.  Un poco difícil el ejercicio pero con unos resultados maravillosos.  Es posible escuchar cosas que no suenan y es posible escuchar cosas que están sonando todo el tiempo y no las percibimos. No es que haya descubierto algo nuevo, pero mi capacidad de asombro ante las pequeñas cosas se mantiene intacta, conocer y asimilar terminan siendo diferentes, una a continuación de la otra, y en esta ocasión me ha llenado de alegre asombro al asimilar este ejercicio de una manera diferente.

Existen muchísimos textos que indiquen como meditar para conseguir el silencio y escuchar las voces internas.  Conozco algunos muy efectivos, pero en esta ocasión he descubierto esta forma peculiar de acallar mis pensamientos escuchando los de los otros, no analizando, no pensando en una respuesta, sino simplemente escuchando.  Como cuando me decido a tener un rato largo solo mirando las estrellas.  Solo mirar.  A esto invito, a mirar las estrellas y a escuchar a los demás sin pretender responder.

Como punto final, susurrar en un placer, una inclinación al suspiro con palabras, una incitación al espíritu, la provocación del corazón.

ENTRANDO EN EL PERSONAJE


No soy fanática de muchas cosas: me gusta un café, una lectura, compartir esa lectura y echar ¨un conversao¨ sobre ella.  Me gustan las películas o las series pero no cultivo ningún fanatismo, puedo dejar de ver cualquiera en el momento en que sea necesario, aunque me sienta muy atraída o conectada.

Ya sea que la elección del momento sea tomar un libro, ver una película, comenzar una serie, hay que considerar varios factores: la recomendación y aquello que nos hace cosquillas en el corazón, por supuesto entre aquello a lo que tenemos acceso.

Tengo una forma peculiar de ver las películas: reconozco la trama, la actuación, el ritmo, todo aquello que usualmente tomamos en cuenta. Pero más allá de eso, o de las partes negativas que podamos encontrar, me gusta sacarle provecho a ciertos elementos que en ocasiones no son tomados en cuenta: la forma en que algunas situaciones son manejadas, los escenarios con mucha creatividad y cómo de alguna manera, en algún momento, esa escenografía puede estar basada en aspectos científicos, históricos, bibliográficos.

Puedo decir que igual me pasa con los libros que voy leyendo. No importa si la trama es juvenil, de mucha ficción, dramática o histórica, a veces hay partes en las que nos cansamos o que nos restan interés y  sin embargo mi visión sobre ese libro no se limita a ese momento en que dejamos de prestar atención, siempre puedo encontrar algunas otras cosas que, aunque vistas por separado, siempre me resultan atractivas o dejan una huella en mi.

Y siempre hay una huella, hay un personaje que nos resulta cómodo, una escena que nos parece familiar o nos hace sentir acogidos.  

Conversaba con unos amigos sobre la forma en que estos detalles influyen en nosotros y nos hacen acercarnos a ese personaje que nos gustó.  Empezaron a surgir las incidencias y las coincidencias.  

Escuché la explicación sobre la forma en que en su momento influyó en mucha gente las series sobre los capos y los carteles de la droga y aunque ni remotamente serían capaces de hacer algo así, en alguna ocasión sintieron que hubo algunos aspectos que les gustaron de los personajes, reacciones, escenas, diversas tramas.



Una de mis amigas se sintió muy atraída por el estilo ¨empoderado¨ que tenía la protagonista de la serie Scandal y todos nos entusiasmamos, sin importar el género, con las ocurrencias y peculiaridades de Raymond Reddington de Blacklist. En algún momento muchos quisimos ser alguno de los vampiros de la saga de Crepúsculo o tener una varita mágica y hacer conjuros al estilo de Hogwarts y Harry Potter.


Sobre Reddington nos encanta su estilo elegante pero cercano, podría decirse que hasta humilde. Se nos presenta un personaje con un estilo definido, lleno de conocimientos y  cultura,  que no hace ninguna transición entre resaltar un pastel de frutas cosechadas en una huerta trasera, elaborada de manera sencilla en la cocina de un comedor ubicado en un suburbio para luego mencionar o saborear el exquisito ingrediente de las semillas de una planta exótica utilizada para adobar un pescado peculiar que solo se encuentra en una región de Islandia y que lo preparara únicamente el chef ejecutivo del hotel de 5 estrellas que está cerca de los Campos Elíseos en París. Normal.

Y nos enamoran esos detalles. Y hasta lecciones aprendemos, como por ejemplo cuando pasó de poseer fortuna a no tener absolutamente nada.  Y seguir con el mismo estilo y glamour. Y salir a hacer el trabajo que fuese necesario para conseguir el dinero para pagar la renta, sin mayor drama, sin tragedia. La vida continúa y es cuestión de cambiar la estrategia. No debemos olvidar que esta serie nos presenta al delincuente más buscado por el FBI.


Con Scandal nos pasó que nos contagió con la copa de vino. No había capítulo que no  motivara a buscar una copa de vino para sentarse a disfrutar la serie.  De hecho, eso, las palomitas de maíz y el café eran los únicos alimentos que se veían como comida frecuente.


Una vez quise ser guerrera. Como las guerreras de las historias de los Vikingos, o de la China antigua. Como los guerreros Assasin. Pero no de los guerreros empaquetados que solo tienen la opción de seguir las órdenes, sino de aquellos solitarios que han unido pasión, espiritualidad, conexión y libertad. Creo que finalmente sigo siendo guerrera en tiempos modernos, sin capa y sin espadas, pero con el cuchillo en la boca al estilo Rambo. Otro personaje.

Y aquel que leyó el libro de Laura Esquivel, Como Agua para Chocolate, y mientras lo leía sintió en el paladar los sabores de los platos que preparaba cargados de sensualidad, de aromas. Isabel Allende también nos transporta a la magia de los alimentos con Afrodita, de manera irreverente pero folclórica, conectada al efecto que producirán esos ingredientes, a lo que esperamos obtener del objeto de su preparación. Una influencia palpable al momento de leer. Una pasión por cocinar que se va transmitiendo porque hay un objetivo y tienen un efecto.



Puedo contar que me encantó la escenografía de la película Júpiter Ascending.  Maravillosos lugares enmarcados en planetas distantes o desconocidos que nos despiertan la imaginación de un posible, soñado o no, prácticamente al alcance de nuestras manos. Pero además, unos personajes que en su trasfondo parecen más bien duquesas y príncipes de un reino antiguo muy europeo.

Hay tantas cosas por descubrir en las escenas,  especiales o no, en los relatos, en la descripción de los detalles. Hay tanto que nos conecta, influye y nos motiva o definitivamente nos cambia, y que viene de eso que vemos o probamos, de lo último que vimos en pantalla o leímos y que queremos compartir, porque lo tenemos en la punta de la lengua.


HAZ ALGO HOY QUE TU YO MISMO DEL FUTURO TE AGRADEZCA


Hay mucha lectura corta que llega a mis correos diariamente, siempre hay mucho de donde escoger y de distintos tópicos que son de mi interés.
Leí el título de este relato en uno de esos textos, uno que motivaba a organizar las ideas para tener un mejor progreso, pero también a esquematizar nuestros planes y objetivos para lograr un crecimiento sostenido en el desarrollo profesional. Y escribí una nota en papel para recordarlo.
Todos los días veo la nota que escribí y que coloqué en un pin de tarjetas de presentación que está colocado encima de mi escritorio.
Todos los días me hago la pregunta sobre qué puedo hacer hoy.
Todos los días lo primero que pienso es que debo escribir sobre eso mismo, pero también pienso que algo que pudiera hacer hoy y que mi yo del futuro me agradecerá es escribir más frecuentemente, a diario de ser posible.

Estoy fallándole a la ¨mimisma¨ del futuro. 

Ya voy con retraso, hace semanas que puse ese recordatorio.

Y para comenzar a escribir, empecé a hacer uso de las recomendaciones que me hacía el texto que leí y empecé a esquematizar mis ideas y a preguntarme:


¿Desde otros ámbitos de mi vida, que podría hacer hoy que pudiera agradecer en un futuro?
Sospecho también que me impactó tanto la expresión porque pienso en mis hijos, en lo útil que puede ser para ellos. Pienso que si hubiese recibido esta herramienta cuando tenía 20, 25 o 30 años, llevaría una ventaja enorme, pero así suceden las cosas. De todos modos voy aprovechando la recomendación, puedo tener más claridad sobre lo que quiero hacer o donde quiero estar dentro de 5, 10 o 15 años.
Tampoco voy a entrar en reflexiones tan usadas que parecen anuncio de televisión, de esos que se te pegan en la cabeza desde que te despiertas y te preguntas: ¿por qué yo estoy pensando en eso?

No dejan de ser válidas, no las rechazo, pero pienso que cada persona tiene su punto de equilibrio con relación a sus preferencias y que lo que es diversión para unos es un estrés para otros.  Es válido desde joven pensar en comer más sano, hacer ejercicios, disfrutar los momentos con amigos y familia, hacer de la capacitación el motor de cada día, dar gracias, meditar, si pensamos que a futuro estaremos disfrutando los beneficios de seguir esos consejos.  

Es válido también pensar en vivir la vida al máximo, viajar, tomar la vida con menos presión.

Pienso que debí haber tomado clases de pintura, así mis inventos de ahora quedarían más bonitos o quién sabe si pudiera estar lucrándome por eso en estos momentos. 

Está comprobado que estudiar lo que otros te recomiendan no es buen consejo, a menos que también sea lo que resuena en tu corazón. De todos modos siempre hay posibilidad de enmendar en el camino.
Y así van surgiendo las ideas, van reapareciendo los sueños desplazados. ¿Cuáles de esos se pueden realizar hoy que todavía serán agradecidos a futuro?

CAFE CONVERSADO

Ahora tomo mi café,  el primero del día, y lo comparto contigo en esta conversación.

Hoy converso solo contigo. Hoy me he detenido. Las mañanas siempre son  aceleradas aunque tengamos tiempo suficiente y haya oportunidad de sentarse y picotear un pan mientras el aroma del café realiza su danza alrededor de mi nariz, convenciéndome  de que será muy buen día. Siempre hay una prisa y una angustia sobre el tiempo.

Trato de controlar las siguientes tazas de café del día, en cantidades y capacidades, pero ésta la preparo con mucho cuidado y la saboreo de manera especial.


Mi taza, repleta de amor, desde el envase hasta el contenido, me dice que está bien así, que sentarme y disfrutar mi café es un acto de amor a mí misma, a la primera persona que debo cuidar.


Creo que todo este enamoramiento con el café comienza como una forma de complacerme, de ver de forma especial aquello que muchas veces hacemos de forma automática, sin cuidar los detalles, solo por el hecho de que sirve para despertarse y además tiene buen sabor.

Y hace un tiempo empecé a probar otros sabores diferentes al tradicional, a reconocer las diferencias cuando las manos que se detienen a procesar los granos quieren mostrarnos lo especial que puede ser, a buscar combinaciones que le agreguen sabor, aroma. Aún sigo buscando, probando, aprendiendo. Así es mi café de la mañana, en su punto, cuidado, aromatizado de manera especial.

Pero hoy el café tiene un sabor especial, me sabe a recuerdos, a espacios vacíos en mi piel. Me sabe a otros momentos de placer, serenos, de vibraciones que solo se sienten a través de la mirada.  Eso basta para hacer más especial mi café de hoy.


Recordando un lamento

Y se coló la tristeza entre los huesos,
se convirtió en nostalgias
y llenó de rocío mis ojos,
de canciones y recuerdos mis oidos,
se me instaló en el alma
para siempre recordar.

Lamento tu ausencia,
ciertamente que la lamento.
Lamento los momentos en que 
solo tu presencia hubiese llenado
mis espacios de fortalezas,
del apoyo que necesité.

Lamento el soporte que me faltó
ese que hubiese cambiado el destino de las cosas
que me hubiese llevado a tomar mejores decisiones, a trazar un mejor hoy
o por lo menos uno distinto.

Hoy sigo recordándote.
Publicado en FB el 05 de enero 2016
(Hubiésemos celebrado tu cumpleaños hoy)

ENTRE AVENTURAS Y TRAVESURAS

Porque de travesuras está hecha la alegría y viene acompañado de aventuras y terminar el año entre aventuras y travesuras es una excelente forma de hacer un cierre, arrancar la página y seguir adelante.

Todo un año recordando las risas compartidas en este último día del año pasado, los brindis, la gente que coincide solamente en ese lugar, o que sencillamente se conocen ahí y solo comparten ese único día y el grupo que se prepara para celebrar cada año esa tradición, este año ¨llevando la vainita¨.  

Y de repente empieza a llover en las horas previas. No llueve en el lugar del evento, llueve por tu casa, pero es igual, hay una alerta, un recordatorio de precaución, porque en unos meses anteriores ya hubo un llamado a la salud y cuidarse es también darse amor para vivir la vida. 

Hora de cancelar la participación en el encuentro. Hasta había preparado con anticipación los ingredientes para la cena de nochevieja, que se celebraría al retorno del encuentro.

Pero las demostraciones de amor empiezan a manifestarse. Una sobrina amada que se preocupa porque su tía no piense que se va a mojar si es que acaso llueve y hace las gestiones y se mantiene avisándole hasta que está todo listo: ¨aquí hay un lugar donde puede resguardarse si se presenta una emergencia, puede venir tranquila¨.

Y mejor aún, este año no tendría preocupación sobre estacionar el vehículo, más demostraciones de amor que surgen para hacer más divertida la aventura, ya tengo quien me va a llevar al evento. 
Y a disfrutar, a compartir, a sentir el calor humano, la temperatura alta, el calor de la diversión,  mucho calor (susantísimo), el brindis, la música, el baile, las fotos, con los tuyos, con los míos, con los extraños, todos dispuestos a celebrar.  

Quedó la expectativa de algunas personas que estuvieron en otros años y esta vez no nos pudieron acompañar, aquellas que fueron parte de la primera vez, y de la segunda, o aquellas con las que nos encontramos coincidencialmente entre apretujones y caminadera buscando una esquinita desde donde disfrutar, o aquellas con las que pensamos que estaríamos este año porque se han contagiado de la magia del evento y queremos compartirlo, pero al final no se pudo concretizar.  Está la promesa para el próximo año, el próximo encuentro.

Y después de un rato de pura diversión sin preocupación, aparece un mensaje: ¨del otro lado el ambiente está mejor, recojan sus pertenencias, las que agradan a su paladar, vamo´allá¨.

A terminar el rato que falta, a comentar las travesuras, a planificar el próximo encuentro, que no necesariamente tiene que ser en un año porque realmente la hemos pasado bien, y también el del próximo año, que nos conecta con más personas.

Y todo termina a tiempo para ir a completar los preparativos de esa cena familiar, la última del año, la que nos congrega quizás como siempre, quizás con las mismas palabras de agradecimiento, pero con un sentido diferente, con un propósito diferente, la promesa de que seguiremos unidos, compartiendo, amándonos, creciendo, siendo mejores personas cada día más, no porque eso traerá el nuevo año, sino porque es un deseo del corazón.


Y luego de los manjares, aún con el estómago brilloso de haberse extendido, llegó el último minuto del año y llegó de manera intempestiva.  No entendía por qué algunos vecinos hacían tanta bulla y empezaban a encender fuegos artificiales si faltaba todavía más de una hora, ¡qué vecinos tan alegres me tocaron¡ pensaba yo. Pues volví a mirar los relojes, el de la computadora tenía una hora menos, el de la cocina tiene las pilas gastadas y tenía 15 minutos menos también, pero si, ya eran las doce, ENTRAMOS EN EL 2018.  ¡¡¡Felicidades!!

Abrazos, besos, luces, incienso, brindis, hermoso despliegue de fuegos artificiales. A continuar la vida. A hacer que el 2018 sea diferente, no porque haya cambiado el número, sino porque yo voy a cambiar para que así sea.

MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...