Y SI MIS OJOS FUERAN TUS OJOS

Sentada en la terraza una noche de éstas, con la música sonando y un trago sobre la mesa, me recosté en mi asiento y cerré los ojos.  Hacía una brisa fresca, constante, algo que podría llamarse ¨un adelanto del algún frente frío¨ de esos que pronostica Jean Suriel en su muro de Instagram.
Al cerrar los ojos y después de permitir que los pensamientos volaran de la canción que estaba sonando hacia aquellos temas que ocupan y preocupan en tan sólo cuestión de nano segundos, me quedé pensando si podría adivinar cómo se verían las estrellas cuando los volviera a abrir, qué distribución tendrían, quizás algunas de las que ya había memorizado de tanto extasiarme en noches oscuras.
Y si le pregunto a otra persona sobre lo que ve mientras tengo los ojos cerrados, ¿Cómo sería su descripción?  Dos estrellas por aquí, una más grande y una más chiquita por allá, el famoso sartén en el lado izquierdo pero bien alto. No es una descripción que me entusiasmaría.
Surgieron  más dudas.
¿Y si el preciado don de la vista no estuviera en tus ojos?
¿Si tuvieras que hacer el ejercicio de tocar el rostro de las personas para tener una idea mental de cómo son? Si esperases que te contaran con detalles todo lo que tienes alrededor ¿Cómo harías la descripción?
Recordé la canción de Alejandro Sanz, Siempre es de Noche, y de inmediato la busqué para escucharla. 
Fenomenal.
La pasión con que describe las emociones que siente cuando ella le cuenta con detalles el atardecer. Y mientras ella da esos detalles, él la percibe y se hace su imagen mental sobre ella.

Si yo contara uno de esos atardeceres que con tanta pasión trato de capturar en las fotos, cómo lo describiría? ¿Y si con mis manos tocara un rostro y tratara de dar detalles de lo que siento y cómo lo interpreto?

Si mi voz fueran tus ojos, como dice la canción, te contaría que mi atardecer es luminoso y colorido, pero sería mediocre dejarlo así.  Te contaría que en el horizonte todavía está el sol y su luz brillante, amarillo intenso, va mostrando los tonos menos calientes y más cálidos en su resplandor. En los extremos ese amarillo trata de convertirse en algún tono entre mamey y rosado.
Entre el horizonte y el alto cielo hay algunas nubes, planas, en hilera y que el reflejo del sol en ellas muestra unas tonalidades anaranjadas pero que también en su lado opuesto resaltan el gris de las sombras. Los reflejos del sol se sienten como caricias tibias en la piel, como beso tierno del amante, beso en la frente.
Te conté que el alto cielo es azul limpio? Si tratas de separarlo de los reflejos del sol es un tono de azul ternura, como los detalles que se colocan en las habitaciones de un bebé recién nacido.  Como cuando cambias toda la ropa de cama y te sumerges en sábanas limpias con olor a frescura que augura que lograrás el descanso anhelado.


Y por segundos va cambiando, va bajando el sol, los tonos amarillos se van convirtiendo en más rosados, más arriba lilas, el azul ofrece sensaciones de una jornada que termina y que te lleva de camino a lo oculto, lo sereno.  Hasta que comienzas a notar las estrellas, puntos separados, tenues.
Todo el espectáculo de transición te va mostrando una toma diferente y cada una de ellas te hace dudar si es más hermosa que la anterior.  El lente de una cámara no logra captar esos tonos que van deleitando nuestra mirada, ahí es cuando nos damos cuenta de la magia de la naturaleza, de lo hermoso del paisaje, dejarnos transformar como se transforma el paisaje, siendo el mismo escenario pero mejorando la versión a cada instante, de lo importante que es detenerse, observar y disfrutar un atardecer, no solo porque la imagen es hermosa, sino también porque la podemos ver.



Siempre es de noche
Alejandro Sanz
Cuéntame como va cayendo el sol
Mientras hablas pensaré
Qué guapa estás, qué suerte ser
La mitad del cuento de un atardecer
Que observo al escucharte
Porque mis ojos son tu voz
Acércate, que cuando estemos piel con piel
Mis manos te dibujarán
Tu aroma me dirá tu edad
Junto a ti, unidos sin saber por qué
Seguramente se me note
El resplandor de una ilusión
Porque a tu lado puedo olvidar
Que para mí siempre es de noche
Pero esta noche es como un atardecer
Si logras que a la vida me asome
Tus ojos sean los que brillen
Y la luna que la borren
Que en mi eterna oscuridad
El cielo tiene nombre, tu nombre
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Hace frío, es tarde y tienes que volver
Que alguien que te espera, seguro
Una vez más el tiempo se nos fue
¿Volverás?, dime si mañana volverás
Como lo has hecho cada tarde
Para contarme cómo muere el día
Y se marchó, ella se alejó de él
Pero como en las cartas dos puntos, posdata
Se me olvidaba, no me presenté
Sólo fui testigo por casualidad
Hasta que de pronto, él me preguntó
Era bella, ¿no es verdad?
Más que la luna dije yo, y él sonrió
Nunca más se hará reproches
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Por intentar amanecer
No volverá a perderse en la noche
Porque su alma hoy brilla con más fuerza
Que un millón de soles
Pero, en su eterna oscuridad
A veces se le oye a voces
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Qué no daría yo por contemplarte
Aunque fuera un sólo instante
Compositores: Pizarro Alejandro Sanchez

Las cosas de mi parque

Estuve en el parque. En uno muy peculiar.
Uno que tiene la apertura suficiente para que todo el que allí llega se sienta fuera del closet, motivado y liberado.
Me gusta ese parque, me gusta sentir la alegría de la gente, la forma en que fluye la energía. Hay luces, hay sonidos, murmullos, risas, todos brindan y comparten, cada uno con su grupo.
Están los fijos en sus días fijos, esas dos parejas que van entrando en edades donde la vida se visualiza en otras velocidades y cuyas damas llevan sus sillas plegables y cargan a rastro su bocina y su nevera.  La selección musical es de mi total agrado, van desde el jazz, bossa nova, algunos de la vieja trova, de la más reciente, unos merenguitos viejos bien motivadores, todo en un nivel de sonido acompasado y que permite una grata conversación.
Ellas, nuevamente las damas, toman cerveza y hasta las visten con unas capuchas especiales para conservar el frio, sirven una picadera para entretener, nachos, queso de untar, algunas aceitunas.  Ellos, los caballeros, tienen gustos diferentes entre ambos en lo que se refiere a las bebidas, uno siempre toma vino tinto, el otro muestra preferencia por un trago de alcohol.  Siempre en el mismo banco, en el centro de una orilla del parque.
Los de al lado de ellos, esta vez una pareja de chicas que también ha llevado su nevera, llevan el hielo y los vasos pero he visto como se movieron a suplirse con medio galón de vino tinto La Fuerza, de moda últimamente por su bajo costo y alto rendimiento. No sé por qué lo mantienen dentro de la funda y solo cuando se van a servir se puede notar qué es lo que están tomando.
En el otro extremo otra pareja también de chicas, pero ya llevan varias botellas de cerveza, jumbo light, y rien con mucha fuerza, con historias divertidas que llenan sus ojos.
A mi llegada al parque me llamó mucho la atención este chico sentado en posición de loto en un banco de los que están camino al centro. No es que fuera desconocida esta postura, pero tenía las piernas enredadas de tal modo que parecía que sus piernas fueran más largas y retorcidas de la cuenta. Y así pasó toda la noche. Se reía, tomaba, charlaba y en ningún momento cambió su posición, a pesar de que los hierros del banco no están exactamente acolchados que digamos.
Esta noche es notorio un mayor número de parejas heterosexuales, grupos de dos o tres parejas, aunque lo habitual han sido los grupos homosexuales. Un grupo grande de ellos y ellas está sentado al pie de la estatua que reina en este parque, en los escalones de un lateral.
Rien, gesticulan de manera desproporcionada, dramática, divertida, muestran sus atuendos osados, provocadores, bailan y brindan en una complicidad y alegría contagiosa.  Mientras me quedo mirando y disfrutando sus gestos, cruza delante de mi un chico corpulento, rellenito, con un pantalón jeans muy ajustado y de inmediato surge el pensamiento en mi cabeza, el cual ha sonado un poco alto como para escucharse ¨ajútate candito¨.
Regularmente se ven 2 o 3 perros correteando, hoy no se ven, parece que en estos días no hay ninguno en calor.
Ya nos cruzó por el lado ¨la mariposita¨, ese chico espigado que pasa adulando a las damas que van acompañadas de su pareja y les regala un botón de alguna flor recogida al terminar alguna boda de las iglesias circundantes.  Y luego se va, extrañamente, sin agregar algún comentario.  Pero luego de varias vueltas regresa y pide apoyo para comprar algo de comer o pagar algo. Esta vez no se dirige a las damas, sino al caballero que le acompaña.  Con suerte y por rutina, dicho caballero no lo pensará mucho y buscará alguna moneda para aportar. Sin embargo de vez en cuando surge alguno que cuestiona que la flor y el halago fue a la dama y es a ella a quien debe pedir aporte. Motivo de risas y sonrojos.
El diminuto negocio que suple las bebidas y los snacks siempre tiene mucho movimiento. Tiene el único baño asequible en el lugar y es tan estrecho que hay que sumirse y estirarse para pasar a usarlo. Necesario hacerlo, porque no existe grupo o pareja en el parque que no tenga a su lado una bebida para compartir, el punto central de los encuentros.
Abundan las cervezas y por supuesto el señor que va recogiendo las botellas y a veces se le puede ver probando de alguna que ha quedado entera y que todavía tiene buena temperatura.
La música puede variar entre un extremo y otro del parque, pasando por el centro y los laterales, sin embargo, ninguna es más alta que pueda crear ruido o apagar la otra y en algún momento todas tienen la misma línea selectiva.
Todavía quedan muchos grupos por describir, espacios de personas que cuentan una historia sin hablar, coloridos, musicales.
Este parque tenía un letrero pequeño con su nombre adosado a una pared que fue hermosamente pintada y el nombre ha quedado borrado. Aún nos queda la estatua en el centro y un sutil olor a azahares de algún naranjo de la zona, para hacer más placentera la estadía en el parque.
Cuando se acepta y asume la diversidad, se respira alegrías, se llena el espíritu de solidaridad, se contagia el descanso que produce soltar las apariencias y liberar los temores, los besos salen amorosos si es que a su lado le acompaña quien pueda sentir también la algarabía en el corazón.
Busque su parque más cercano, deténgase en los detalles, la gente, disfrútelo, como yo lo hago cada vez que me acerco a mi parque.






Tradicional, sencillo y gourmet


Nada es absoluto, todo es relativo, siempre depende del prisma, del cristal con que se mira.
Mientras se calentaba en el pequeño brasero improvisado aquel manjar que íbamos a degustar, saboreábamos una copa de vino y de fondo escuchábamos una reproducción de jazz, mi compañero me relataba cual ha sido su vision de la vida, las expectativas, su percepción de las vueltas que da el mundo.

En su análisis me comentaba que es una persona llana, simple, que siempre tuvo rechazo hacia aquello que era llamado ¨gourmet¨, por desconocimiento o por vinculación con personas  cuya forma de decir las cosas implicaba burlarse del conocimiento de los demás.

puntadelalenguaNuestra mesa mostraba una mezcla de cosas que parecían tradicionales de la cocina diaria y otras no tan comunes.  El fondue que nos aguardaba ya empezaba a burbujear de manera suave y, aparte del tradicional pan en cuadritos que normalmente le acompaña, le había agregado pimientos de colores, berenjenas en rodajas y mini-salchichas. Mientras le escuchaba hablar me quedé pensando en ese prisma que al principio mencioné y el color del cristal con que valoramos las cosas, en este caso relacionado a los alimentos.

 A mi mente llegaron recetas de comida que recibo a través de las redes, con imágenes muy sugestivas sobre la exquisitez de los mismos, tanto que abren el apetito aún con el estómago repleto, con nombres extravagantes de países que probablemente no soñamos visitar nunca y al ver la lista de los ingredientes y la forma de cocinarlo, es posible que nos podamos sorprender; pero aún más, al conocer la historia de muchos de esos alimentos nos podemos estrellar contra una pared al descubrir que son preparaciones de pueblos, de barrios, de casas sencillas, pero a nuestros ojos tienen otra connotación.

Una vez probé un plato típico de Hungría, el goulash o gulash.  Estaba muy rico y desde que tuve la oportunidad busqué información a ver si era algo que pudiera preparar.  Efectivamente, es una comida casera tradicional, sencilla, preparada con carne de res, cebolla, pimientos, con mucha salsa, casi como si fuera sopa que se acompaña de pan o papas.

A través de un canal online de películas muy famoso tuve la oportunidad de ver una serie de documentales sobre gastronomía.  En principio pensé que era solamente de elaboración de comidas de diferentes cocineros y países, pero me pareció maravilloso la forma en que resaltaron las tradiciones, las costumbres, los ingredientes locales involucrados y la forma en que cada chef los aprovecha de acuerdo a las estaciones del país en donde residen.

Los ojos me brillaban como niña frente a su regalo de navidad viendo uno de los capítulos desarrollados entre la ciudad de El Líbano y Palestina y donde la tradición concentra la familia en compartir una mesa repleta de alimentos.  Es posible que algunos no sepan que en estos países preparan un plato llamado Baba Ganoush y que, con la sustitución de algunos ingredientes por otros de fácil adquisición, no es más que una pasta de berenjenas un poco dulce y muy sabrosa.  Me sorprendió y agradó mucho ver en este capítulo que utilizaban canela como ingrediente secreto para aderezarlo. 

Sobre el Baba Ganoush se dice que ¨las mujeres que lo consumen habitualmente adquieren sus mismas características de dulzura y seducción. La tradición más moralista dice que, por eso, hay que ser prudente en su consumo, pues puede poner en peligro la virtud¨ (wikipedia).

Tengo una amiga especial que siempre me dice que no le diga qué es lo que he preparado o qué ingredientes tiene, ella lo va a probar y sabe que va a estar bueno, independientemente de lo que sea.

De ninguna manera debe causarnos  aprensión la forma en que se presenta un plato o el nombre o procedencia del mismo. El plato más famoso de Francia, reconocido en una película muy popular y hermosa, es un plato de tradición rural hecho con vegetales, Ratatouille.

Y como ese puedo encontrar y compartir muchas muestras de países y culturas distintas que no son más que una comida compuesta de ingredientes básicos y tradicionales y hecha con placer para ser disfrutada por igual, ¨Sin Reservas¨, como decía mi chef favorito, Anthony Bourdain.

No me toques... Hagamos el amor

Cuenta un relato que ¨para hacer el amor no es necesario el encuentro físico¨.

No pienso igual.

Se hace el amor con todos los sentidos aún sin llegar a una intimidad profunda.  Hay encuentro físico entre dos miradas que coinciden y se resisten a dejarse de tocar. Los ojos son el espejo del alma y estos pueden decir tantas cosas sin abrir los labios, pueden contar historias, invitar y recordar.


Haces el amor con un breve toque de la piel. Sientes que en ese instante se desarrolla un alfabeto en braille que llena cada poro con palabras incoherentes.  Es inexplicable el imán que se activa con el roce de unas manos que se sienten atraídas por otra piel, por el movimiento de los dedos en suave recorrido, por la respuesta cuando se eriza y se transforma mágicamente pasando del frio al calor y viceversa.

Hay canciones que también conquistan, incitan, te transportan al lado de la persona deseada, entre sus brazos, boca a boca, lo demás es imaginación y ganas. ¿Cómo no sentirse provocado ante un bolero cantado por una voz romántica como la de Ana Belén en donde pide que la ate a la pata de la cama solo para saber ¨cuanto amor nos cabe de una sola vez¨?

Y qué decir de esos aromas que identifican personas, lugares, momentos. De la química del aroma de la piel que solamente puede ser percibida y disfrutada por ese complemento de tu alma. Quizás de la preferencia por ciertas fragancias que emana el cuerpo, sobre todo cuando está excitado, sólo eso es suficiente para sentir la respuesta de nuestros cuerpos casi de manera orgásmica.

¿Se puede hacer el amor y llegar al éxtasis con solo besarse? Hay besos que en perfecta sinfonía de labios y lengua te conducen a movilizar todos los sentidos del cuerpo.  Unos labios que besan con toda la pasión del alma y que son correspondidos en igual dimensión, elevan al éxtasis sin siquiera tener otro tipo de contacto. 

Te invito a releer estas letras poniendo toda tu atención en cada palabra, dejándote transportar a cada escenario, llenándote de amor con los cinco sentidos.


Querido diario. Dos puntos.

Día 16-9
Aquí estamos, en un nuevo día.
Sé que para ti siempre es diferente, es especial, porque recibes toda la sinceridad de mi corazón, especialmente aquello que podría resultarme difícil de expresar con palabras aún a la persona de más confianza.
Me levanté y no porque quisiera hacerlo; estos dos días batallando contra la gripe me tienen el cuerpo maltratado.  Si no fuera porque paradójicamente es lunes y  nunca hay deseos de levantarse de la cama un lunes, me quedaría acostada, pero me resulta difícil justificar una excusa para faltar a mis compromisos iniciando la semana, aún cuando tenga la justificación.
Cuando me senté en la cama, sin ganas de dar el siguiente paso, de inmediato pensé que una taza de café mejoraría esa modorra.  Y ciertamente lo hace.
Creo que hoy me vestiré de negro, completa, sin combinaciones. Es más fácil. No hay mucho que pensar.
Espero que suceda algo emocionante en el trabajo, algo diferente. Me gusta lo divertido. Y espero que hoy sean los demás que inventen algo que haga el día más divertido. Con este malestar creo que si lo intento me saldría algo sarcástico que no mucha gente entendería o toleraría.
Debo recordar, ojalá tuvieras un sonido de alerta que me avisara, que ya he pospuesto demasiado el tema de las semillas nuevas que quiero sembrar en la terraza.  Tengo esa inspiración de más verde, más variedad y vegetales!!  He visto cosas lindas que son posibles desde el techo de un edificio y quiero intentarlo.
Pero... pensándolo bien, mejor repito el mensaje de alerta mañana, porque no creo que llegue de trabajar con fuerzas para hacerlo.  Hoy corresponde taza de té caliente y descanso.
Ya debo salir. No hay tiempo para seguir escribiendo.

Día 05-03
Los días son solo números que se me ocurren. Pero tú, mi querido diario, sabes muy bien la cronología y la importancia de cada día.
Todavía sigo afectada de la gripe.  Paso las noches dando vueltas entre el frío y el calor y con dificultades para respirar.
Este primer trago que me he dado al poner los pies en el suelo no ha sido especialmente divertido, agua y una pastilla. Debo inventarme algo diferente, quizás no para esta noche, pero en un día no muy distante, para motivar el sentido de vivir la vida.  La mente vuela, pienso que podría ser una botella de vino con una música de jazz de fondo, además de la mejor compañía, mi ¨partner in crime¨. Ya me anima la idea.

Ayer hubo mucho trabajo. No es algo que pueda llamar divertido, pero desde que estoy inmersa en estos temas diferentes me siento más motivada. De todos modos voy a programar unos días de vacaciones, no en vano la gripe me va indicando que mi cuerpo necesita descanso y hay que escuchar los mensajes del cuerpo.
Ahora tengo mi taza de café en la mano. El afrodisíaco para iniciar cada día.  No puedo reflexionar mucho mientras lo tomo porque hoy el margen de tiempo es limitado pero siempre es reconfortante pensar en el café como un ritual.
Creo que es momento de algunas tazas nuevas y coloridas como me gustan.
Hoy pretendo agregar a mi día un elemento que no tuve ayer: no esperaré el fin de semana para continuar leyendo ese libro que me prestaron y prometo tomarme unos minutos en el receso del almuerzo para engancharme en algunas páginas.

No se me ha olvidado aquel mensaje de Jaime Sabines sobre las cartas y la almohada.

Aquí vamos, a conquistar el mundo como cada día.

Te veo pasar


Te veo cruzar, cada día, cuando retornas de tu jornada.

Te veo cruzar con la mirada perdida, con la cabeza llena de letras incomprensibles que se desbordan y ocupan todo el espacio más allá de tu aura.

Te veo cruzar, a veces preocupada, a veces silente, a veces con la mirada juguetona que solo puede descubrirse en una niña traviesa.

Sé que detienes tu ojos en mi, que me miras con asombro, con pasión, con ese brillo en tus ojos que hace despertar mis sensaciones, que encienden en mi interior una corriente que me llena de vida y aunque quizás no lo notes, siento que también cambia de color mi estructura.

Me descubro a la expectativa de tus pasos, del vaivén de tus caderas al pasar.

He decidido borrar el sonido de los vehículos, inmovilizar ese instante y en el silencio, solo sentir la música de cada una de tus pisadas trazando el compás de una danza.

Durante el día se apaga el brillo en mi, pero a esta hora en que me he acostumbrado a ti de inmediato se enciende mi luz interior, mi existencia comienza a tomar una luminosidad diferente.

Y quedo prendida de ti hasta que llegan los rayos del sol del día siguiente, en donde espero la hora en que te vuelva a ver pasar.

Has puesto una ilusión especial a mi tranquila existencia de lámpara del camino que recorres cada día.





De hábitos y otros esquemas

Habito dentro de mi. 
Lleno mis espacios.
El lugar al que escapo.
La rutina de mirar hacia dentro y buscar la paz que me salva de los incendios externos.
Incluyo ese momento a mis hábitos. Sin hora, sin día.
Voy a ese lugar en donde me refugio cuando no quiero ir a ninguna parte.
Y es que hay momentos integrados en nuestra cotidianidad de una manera tan profunda que ni cuenta nos damos cómo sucedieron.

Por ejemplo, en algún instante, ya sea por mutuo acuerdo con la pareja o viviendo solos, decidimos levantarnos siempre del mismo lado de la cama y eso queda tan arraigado que si por alguna razón nos toca hacerlo del lado contrario nos sentimos desubicados.

Quizás un vaso con agua reposa en la mesa de noche y el primer instinto al sentarse en la cama para levantarse es tomar el primer trago del día.

Recuerdo que leí en un test de una página en las redes acerca del significado de la primera parte de tu cuerpo que mojas al entrar a la ducha. Me pareció absurdo buscarle -y además encontrarle- un significado a ese momento de cada día que probablemente se haga en automático. Serán los pies o la cara? Un hábito que se realiza de manera instintiva.

Y así vamos pasando el día repitiendo cosas con el mismo ritmo y sin darnos cuenta, excepto cuando por alguna causa sucede de manera diferente. Nos vamos esquematizando con los hábitos.

Nuevamente tuve un recuerdo de otra lectura reciente, un texto motivacional sobre rituales de felicidad que después del análisis sobre lo que significa ser feliz,  presentaba algunas opciones para tener momentos de placer,  a sabiendas de que de eso se trata la felicidad.  Quedé muy turbada al leer las propuestas porque muchas de ellas eran cosas que me gustaba hacer, pero sentí que en este instante de mi vida no estaba disfrutando ninguna de ellas. Ni otras que no estaban mencionadas y que también disfruto.

Y ahora que lo pienso mejor, había dejado el café a un lado, lo había descartado como ritual de felicidad y descubro que lo he convertido en hábito.  ¿Acaso vemos el propósito en cada hábito, la forma en que influye en nuestras vidas por el modo en que suceden?
De seguro que si somos un poco más conscientes de los hábitos que ejecutamos a diario, en algunos casos haríamos que fluya el cambio.

Esto me lleva a los rituales.


La magia que poseen está en cada uno de nosotros.


Hacer una oración podría ser la primera idea sobre un ritual que le llegue a la mente. Pero, y qué tal si sólo encender una luz y mirarla con atención sea todo lo que requiera esa ritual? A mi me hipnotiza el movimiento de la llama de la vela. Es especial y sospecho que ese relajamiento que me produce es el que establece la conexión conmigo misma y con la situación que me haya llevado a encenderla.
Con frecuencia buscamos los rituales para encontrar ese punto de reflexión  que necesitamos para seguir en la batalla diaria.  Un bañera con agua caliente y sales aromáticas, es algo que no hacemos a diario, que buscamos cuando sentimos que la presión ya ha sido suficiente y que hay que soltar.
Hay quienes planifican ciertos rituales durante el año, quizás en Semana Santa o alguna fecha especial.
Mi Liquita y yo solíamos irnos cada miércoles santo al atardecer a tomarnos una copa de vino en un restaurante de playa, reflexionamos y damos las gracias, nos reencontrarnos con nuestra esencia. Como si fuese el último día del año.
Su ritual bien podría ser unas semanas de desintoxicación en la alimentación cada tantos meses en el año, o quizás unas escapadas a la playa con ciertas condiciones especiales de modo tal que pueda bajar la velocidad de las prisas en el día a día.
Tener rituales nos conecta.
Y aunque su definición está vinculada a la religión o la espiritualidad, no necesariamente deben ser así.  Cada quien establece aquello que le complementa su interior y le provee herramientas para mejorar su camino.
Yo he podido reconocer y dejar establecidos algunos y pienso que incorporaré nuevos, sola o acompañada, para llenar mi vida de momentos especiales.  






NO TE OLVIDES DE ESCRIBIRME

Querida amiga

Te escribo.Quiero escribir algo más que unas líneas de chat o un mensaje de redes y me pareció fascinante volver al momento en que se hacían cartas y notas para estar en contacto con las personas, sobre todo aquellas que uno extraña, ama y quiere tener cerca.
Te quiero contar mis últimas aventuras, con detalles, aún aquellas en las que me pueda sonrojar.  Para salir de los temas triviales, todos están bien en la casa.  Punto. Ahora los temas super triviales, porque también eso te quiero contar. 
He descubierto un puesto de flores cerca de la casa. Sabes lo que me fascinan y después de haber tenido un largo período limitada en concederme ese placer he alcanzado a ver en la ruta a una señora que vende flores. Lo mejor de todo es que ni siquiera me tengo que bajar del carro, algo así como un ¨floral drive thru¨.  A veces no me convencen porque se ven un poco mareadas, imagínate, con el solazo que hace en este país no es para menos, pero entonces me queda claro que debo comprar flores fuertes, adaptadas a nuestro clima. Girasoles, esa es mi mejor opción por el momento.  ¿Recuerdas el señor de la Ave. Charles Summer que vendía flores? Lo recuerdo escribiéndote porque él vendía el bonsai que siempre quisiste tener.
Sigo buscando ideas para inventar sabores exóticos con vodka, como aquella vez que se me ocurrió probar la receta en donde se maceraba con chiclet de color rosa. No entiendo por qué no te fascinó, me parecía de lo más chic además de que combinaba la niña interna que le gustan los caramelos con la adulta que puede tomar alcohol, toda una aventura.
Últimamente prefiero nuestro ron, pero anoche tenía deseos de vino tinto.  Como ya sabes voy rastreando aquellos que son de precios asequibles y que además pueden sorprender el paladar. Ocasionalmente no le presto atención al precio y me voy directamente a la marca que se me antoja, a la uva que me provoca, pero esto limita mis posibilidades en cuanto a la cantidad de botellas que puedo tener a mano. Tú sabes que se pone exigente el paladar, sobre todo cuando hay un libro de por medio y empiezan a sonar esas piezas que son infalibles.  A esa fiesta privada no se puede invitar ni a Pablo Alborán con Carminho o Concha Buika,  ni nada que se le parezca.  
Sabes que en este momento de mi vida no tengo problemas con el tema de la llamada inminente, esa que antes evitábamos en momentos de alcohol y música para no sentir luego remordimientos.  Ahora me dejo llevar de la sensualidad de la música, de los efectos motivadores del vino y expreso esos deseos en quien me acompaña, esa piel que con su solo roce enciende los deseos del cuerpo.  Hasta del libro me olvido y ya sabes, eso es mucho decir. Lo dejo hasta ahí, que corra con la imaginación.
Cambiando de tema, en estos días estuve brevemente en la playa comiendo un rico pescado y me quedó el deseo de estirarme por un rato largo, simplemente con los pies enterrados en la arena, el trago con hielo en la mano y una música alegre de fondo.  Parece que van llegando los días para eso y para planificar un escape de semana santa diferente, como aquel viaje que hicimos hace muchos años en donde nos fuimos al otro extremo de la isla. Hay que inventar una nueva aventura. Queda la tarea de que lo planifiquemos juntas.
No voy a seguir contando cosas. Ya tendré más cartas para ti con esos temas que he dejado pendiente, los que pasaron y no he mencionado y los que juntos planificaremos.
Sabes que te quiero con todo mi corazón.
Siempre cerca
Angela



Reflexionando con una taza de café

¡Cómo se nos complica la vida!

Reflexionar sobre algún tema que nos asalte, que en un momento específico nos esté abrumando, sobrecogiendo, se hace mejor frente a una taza de café, o mejor dicho, saboreando una taza de café.
En principio la acción de detenerme frente a una taza de café y concentrar todos mis sentidos inició como un ritual mágico-espiritual. 
Desde el momento en que se está preparando el café, la espera, el sonido de la ebullición no importa la forma en que se esté preparando, se comienza a sentir la emoción del disfrute posterior. Comenzó a hacerse especial para mi la taza en que lo sirvo, tazas individuales, llenas de arte, de formas especiales que iluminan mi mirada. Para sumar al placer visual les cuento que siempre me ha fascinado ver el movimiento del humo, a veces como parte del fuego, un baile sensual que despierta sensaciones, que abstrae y embelesa.

Luego el aroma... ese aroma que atrapa hasta a aquel que prefiere otro tipo de bebida. Y como guindilla que corona el postre, ya sea que le guste bien caliente o que como yo prefiera esperar a que baje un poco su hervor y no le queme los labios y el paladar, el sabor sin igual de una taza de café, amargo o dulce, denso, suave o robusto, algo como umami, un sabor que lo tiene todo, que no puedes especificar pero que tiene su propia identidad.  Eso es un ritual con una taza de café.
Después de describir un momento de felicidad vuelvo a la reflexión inicial.
Así deberían ser siempre las reflexiones, acompañadas de elementos que acondicionen el momento para que las ideas puedan fluir, a favor o en contra, quizás sin solución, pero fluir al fin.

Y como diría uno de mis compañeros de escritorio, y la reflexión...para cuando?

Me va aturdiendo pensar en los recovecos del corazón, la forma en que complicamos el amor y el amar, lo difícil que es conciliar las ideas, las palabras, los sentimientos, las lecciones, sobre todo si eso involucra a  otras personas. Y siempre involucra a más personas.
Se convierte en un golpe frío cada vez que me encuentro de frente con las imágenes que muestran lo fácil que me puede resultar ocuparme y preocuparme de crear las condiciones para que los que me rodean se sientan a gusto, felices, amados, y sin embargo se me olvida hacer lo propio conmigo misma.  
De pronto entiendo el verdadero mensaje de un ejercicio que junto a algunas amigas hemos decidido desarrollar para este año 2019.  En un encuentro que sostuvimos para cerrar el año que terminaba y preparar las iniciativas para el nuevo año, se nos pidió a cada una llevar una planta. La idea era hacer un intercambio al azar, escoger de una urna el nombre de la persona a la que le regalaríamos esa planta para que fuera su proyecto del año, un ser vivo del que nos ocuparíamos y al que cuidaríamos de manera singular. Sucedió lo insólito, al final a cada una nos salió nuestro propio nombre.  El universo nos decía que cada una debía cuidar de si misma, ocuparnos de nuestro amor propio representado en esa planta.
Cambia la perspectiva sobre el hecho de no solamente evitar que la planta muera, ocupándome de ella a diario, sino también recordar cada vez que vea la planta que debo amarme a mi misma, evaluar qué he hecho el día de hoy para lograr ese objetivo.
Fíjese usted, si a veces le resulta a uno complicado dedicarse atención de manera específica, que no será entender las relaciones con las demás personas, aceptar el amor que nos dan, cada cual a su manera e incorporarlo y adaptarlo a nuestras maneras. Asumir lo que está y lo que dejó de ser o lo que simplemente es diferente, cerrar los ojos ante situaciones que perturban nuestros esquemas, aún a sabiendas de que no van acorde con los mismos y de todos modos intentar dar el siguiente paso, vivir el momento, el día en curso. 
Llegado ese momento en donde se entiende de manera teórica lo simple que puede ser encontrar la felicidad y la importancia del tiempo vivido con relación al tiempo de vida restante, tampoco resulta fácil dejar pasar aquellas cosas que están arraigadas en la piel, en las lecciones de vida, en los elementos inculcados por la familia, por el entorno, por el destino, por lo vivido.
A esta altura del texto y con tanta reflexión, especialmente sobre temas con mucha tela para cortar, ya voy pasando de la taza de café, repetidas veces, a la copa de vino.
Al final, como muchas veces, hay que dejarle las respuestas a la almohada y esperar los rayos del nuevo día, hacer un resumen de los sueños, si es que los quiere recordar o prefiere dejarlos que sigan dormidos, tratar de escuchar en la primera oración los comentarios que nos envían los ángeles que a cada uno acompañan y continuar el día haciendo un listado de los cambios que pudieron haber sucedido desde el inicio de la reflexión, con la primera taza de café del día anterior. 

LOS RUIDOS, LOS SUSURROS, LOS MURMULLOS

"Un viento lleno de voces.
Los ancestros aúllan, cuentan historias.
Todas las voces se unen en una sola.
Una de ellas es diferente.
Una de ellas susurra¨.

Y me vino a la mente porque hay algunas palabras que he escuchado y  leído últimamente y han resonado en mi corazón: los ruidos, los murmullos, las voces calladas.


 Recuerdo haber leído ese párrafo inicial en un libro que contaba sobre la experiencia de una mujer, norteamericana, que va buscando respuestas que den sentido a su vida y su aventura la lleva a tratar de encontrarlas en las tradiciones de una tribu en Australia, la tribu de los Auténticos.


El texto sobre Los  Auténticos está lleno de hermosas lecciones. Ese párrafo sobre los ancestros que aúllan nos refiere a ese legado que van dejando las generaciones anteriores en nuestras vidas, esa huella que nos proporciona la base para guiarnos en el camino.  Cuantas veces somos conscientes de que hay una influencia latente que nos viene de la mano de nuestras raíces, a veces como cántico que cuenta historias y tradiciones, que nos conectan con la esencia misma.

Las voces calladas abundan en mi, me resultan familiares y no me parece que sean indicios de locura, porque la locura que habita en mi no es de ese tipo.  Esas voces me conectan con mi yo interior, me permiten preguntar y obtener respuestas; a veces mi propio ruido es muy intenso y me bloquea, pero sé que están y que están vinculadas a lo divino, a lo superior y que tienen una proyección de la visión y el camino.

Por encima de ese suave ulular, resuena la voz en nuestros corazones, la propia, que nos susurra, alimenta nuestros espacios más íntimos y dependiendo de nuestra capacidad de escuchar, probablemente nos lleve a tomar las mejores decisiones.  A veces nos abruma con todas las situaciones que vivimos día a día, nos envuelve y nos recarga de una influencia que no es muy agradable. 

Mi amiga Kenia, la del Observatorio, invita a tomar un momento y hacer un silencio en la mente, para entender la situación y tomar decisiones, entre el sí y el no.  https://elobservatoriodekenia.wordpress.com/2018/08/25/silencio-momentaneo/

Recientemente he descubierto el placer de los murmullos, sobre todo cuando vienen de personas especiales.  En estos días he tenido el agrado de estar cerca de una persona que cuando se siente sobrecargada empieza a murmurar sus pensamientos.  Están llenos de reflexiones, de críticas con una carga de cinismo y también de análisis, de relatos, a veces vinculados a lecturas interesantes, algunas que posiblemente conocemos y otras no, le abunda la poesía, propia y ajena.  En principio he ido aprendiendo a escuchar, a prestar atención, a enlazar unas palabras que van en tonos más bajos que otras, para entender todo el contexto, que por supuesto viene en bloques, porque cada día nos enfrentamos a diferentes situaciones que nos abruman. Lo mejor de todo es el silencio que se da en mi para concentrarme en las palabras que escucho.

Y voy al punto principal: creo que el silencio es la clave para todo, para el murmullo, para el ruido, para las voces, las canciones y los poemas.  No solo el silencio de los labios, también el silencio del pensamiento.  Un poco difícil el ejercicio pero con unos resultados maravillosos.  Es posible escuchar cosas que no suenan y es posible escuchar cosas que están sonando todo el tiempo y no las percibimos. No es que haya descubierto algo nuevo, pero mi capacidad de asombro ante las pequeñas cosas se mantiene intacta, conocer y asimilar terminan siendo diferentes, una a continuación de la otra, y en esta ocasión me ha llenado de alegre asombro al asimilar este ejercicio de una manera diferente.

Existen muchísimos textos que indiquen como meditar para conseguir el silencio y escuchar las voces internas.  Conozco algunos muy efectivos, pero en esta ocasión he descubierto esta forma peculiar de acallar mis pensamientos escuchando los de los otros, no analizando, no pensando en una respuesta, sino simplemente escuchando.  Como cuando me decido a tener un rato largo solo mirando las estrellas.  Solo mirar.  A esto invito, a mirar las estrellas y a escuchar a los demás sin pretender responder.

Como punto final, susurrar en un placer, una inclinación al suspiro con palabras, una incitación al espíritu, la provocación del corazón.

ENTRANDO EN EL PERSONAJE


No soy fanática de muchas cosas: me gusta un café, una lectura, compartir esa lectura y echar ¨un conversao¨ sobre ella.  Me gustan las películas o las series pero no cultivo ningún fanatismo, puedo dejar de ver cualquiera en el momento en que sea necesario, aunque me sienta muy atraída o conectada.

Ya sea que la elección del momento sea tomar un libro, ver una película, comenzar una serie, hay que considerar varios factores: la recomendación y aquello que nos hace cosquillas en el corazón, por supuesto entre aquello a lo que tenemos acceso.

Tengo una forma peculiar de ver las películas: reconozco la trama, la actuación, el ritmo, todo aquello que usualmente tomamos en cuenta. Pero más allá de eso, o de las partes negativas que podamos encontrar, me gusta sacarle provecho a ciertos elementos que en ocasiones no son tomados en cuenta: la forma en que algunas situaciones son manejadas, los escenarios con mucha creatividad y cómo de alguna manera, en algún momento, esa escenografía puede estar basada en aspectos científicos, históricos, bibliográficos.

Puedo decir que igual me pasa con los libros que voy leyendo. No importa si la trama es juvenil, de mucha ficción, dramática o histórica, a veces hay partes en las que nos cansamos o que nos restan interés y  sin embargo mi visión sobre ese libro no se limita a ese momento en que dejamos de prestar atención, siempre puedo encontrar algunas otras cosas que, aunque vistas por separado, siempre me resultan atractivas o dejan una huella en mi.

Y siempre hay una huella, hay un personaje que nos resulta cómodo, una escena que nos parece familiar o nos hace sentir acogidos.  

Conversaba con unos amigos sobre la forma en que estos detalles influyen en nosotros y nos hacen acercarnos a ese personaje que nos gustó.  Empezaron a surgir las incidencias y las coincidencias.  

Escuché la explicación sobre la forma en que en su momento influyó en mucha gente las series sobre los capos y los carteles de la droga y aunque ni remotamente serían capaces de hacer algo así, en alguna ocasión sintieron que hubo algunos aspectos que les gustaron de los personajes, reacciones, escenas, diversas tramas.



Una de mis amigas se sintió muy atraída por el estilo ¨empoderado¨ que tenía la protagonista de la serie Scandal y todos nos entusiasmamos, sin importar el género, con las ocurrencias y peculiaridades de Raymond Reddington de Blacklist. En algún momento muchos quisimos ser alguno de los vampiros de la saga de Crepúsculo o tener una varita mágica y hacer conjuros al estilo de Hogwarts y Harry Potter.


Sobre Reddington nos encanta su estilo elegante pero cercano, podría decirse que hasta humilde. Se nos presenta un personaje con un estilo definido, lleno de conocimientos y  cultura,  que no hace ninguna transición entre resaltar un pastel de frutas cosechadas en una huerta trasera, elaborada de manera sencilla en la cocina de un comedor ubicado en un suburbio para luego mencionar o saborear el exquisito ingrediente de las semillas de una planta exótica utilizada para adobar un pescado peculiar que solo se encuentra en una región de Islandia y que lo preparara únicamente el chef ejecutivo del hotel de 5 estrellas que está cerca de los Campos Elíseos en París. Normal.

Y nos enamoran esos detalles. Y hasta lecciones aprendemos, como por ejemplo cuando pasó de poseer fortuna a no tener absolutamente nada.  Y seguir con el mismo estilo y glamour. Y salir a hacer el trabajo que fuese necesario para conseguir el dinero para pagar la renta, sin mayor drama, sin tragedia. La vida continúa y es cuestión de cambiar la estrategia. No debemos olvidar que esta serie nos presenta al delincuente más buscado por el FBI.


Con Scandal nos pasó que nos contagió con la copa de vino. No había capítulo que no  motivara a buscar una copa de vino para sentarse a disfrutar la serie.  De hecho, eso, las palomitas de maíz y el café eran los únicos alimentos que se veían como comida frecuente.


Una vez quise ser guerrera. Como las guerreras de las historias de los Vikingos, o de la China antigua. Como los guerreros Assasin. Pero no de los guerreros empaquetados que solo tienen la opción de seguir las órdenes, sino de aquellos solitarios que han unido pasión, espiritualidad, conexión y libertad. Creo que finalmente sigo siendo guerrera en tiempos modernos, sin capa y sin espadas, pero con el cuchillo en la boca al estilo Rambo. Otro personaje.

Y aquel que leyó el libro de Laura Esquivel, Como Agua para Chocolate, y mientras lo leía sintió en el paladar los sabores de los platos que preparaba cargados de sensualidad, de aromas. Isabel Allende también nos transporta a la magia de los alimentos con Afrodita, de manera irreverente pero folclórica, conectada al efecto que producirán esos ingredientes, a lo que esperamos obtener del objeto de su preparación. Una influencia palpable al momento de leer. Una pasión por cocinar que se va transmitiendo porque hay un objetivo y tienen un efecto.



Puedo contar que me encantó la escenografía de la película Júpiter Ascending.  Maravillosos lugares enmarcados en planetas distantes o desconocidos que nos despiertan la imaginación de un posible, soñado o no, prácticamente al alcance de nuestras manos. Pero además, unos personajes que en su trasfondo parecen más bien duquesas y príncipes de un reino antiguo muy europeo.

Hay tantas cosas por descubrir en las escenas,  especiales o no, en los relatos, en la descripción de los detalles. Hay tanto que nos conecta, influye y nos motiva o definitivamente nos cambia, y que viene de eso que vemos o probamos, de lo último que vimos en pantalla o leímos y que queremos compartir, porque lo tenemos en la punta de la lengua.


MOMENTOS HISTORICOS

 "Los días históricos se ven normales cuando los vives desde dentro"    Albus Dumbledore. Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlo...